COMUNICACIÓN CON NUESTROS SERES QUERIDOS

Con este artículo de María Eugenia del blog: http://comunicacionentredosmundos.blogspot.com/
esta casa inicia una sección: “Ilustres Invitados”, donde se publicarán reflexiones de diversos autores que puedan aportar destellos de luz a nuestras vidas. Desde hace más de diecisiete años, María Eugenia, que tiene el don de la videncia, trabaja canalizando energía.

¿Es posible  comunicamos con nuestros seres queridos ya fallecidos? La respuesta es un sí rotundo. Nuestros seres queridos que ya han fallecido, mandan mensajes y señales que si tenemos una actitud abierta podremos ser capaces de percibir con más o menos claridad.

Comprendo que a veces resulta complicado creer en ello y cuando sentimos que sus presencias están junto a nosotros, la mente es la primera en lanzar una señal gigantesca de alerta, ¿qué pasa aquí, estoy loca? ¿es tal mi deseo de sentirles que lo imagino? Y como éstas, surgen miles de preguntas que nos bombardean y preocupan. Indudablemente, es básico y fundamental ser realistas y tener los pies bien aferrados al suelo.

He pensado que estaría bien hablar sobre dos de las maneras más comunes, que no únicas, en que se manifiestan nuestros seres queridos tras su fallecimiento, como son los aromas y los sueños.

A lo largo de mi vida, he vivido y escuchado muchas historias en las que los seres que se han ido, han establecido contacto con sus familiares, amigos o allegados. Los motivos de estas comunicaciones son varios, despedirse, saludar, avisar e informar sobre un tema, dar información…

Podemos notar su presencia al oler su perfume, el aroma que les identificaba. Normalmente el olor aparece brevemente apenas dura unos segundos, lo suficiente como para reconocerlo y asociarlo a la persona que se ha ido. Sigue leyendo

RECORDAR LO QUE SOMOS

Esta historia la escribe Tolba Phanem, una mujer, poeta, africana. La encuentro preciosa, porque me recuerda que el amor es la energía más elevada  y que todos somos seres espirituales que venimos a la Tierra a aprender, sean cuales sean las lecciones que nos depara la existencia.

 

Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño. Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito.

Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.

Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su canción. Cuando se inicia como adulto, la gente se junta nuevamente y canta. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción.

Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición. En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción.

La tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros. Tus amigos conocen tu canción y te la cantan cuando la olvidaste. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás.

Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu totalidad cuando estás quebrado; tu inocencia cuando te sientes culpable y tu propósito cuando estás confundido. No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla mi alma como el viento, refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado.

EL SILENCIO HABLA

En el libro de Eckhart Tolle, «El silencio habla», de Gaia Ediciones, he leído esto que quiero compartir con vosotros:

 

«¿Es imprescindiblde sufrir? Sí y no. Si no hubieras sufrido como has sufrido, no tendrías profundidad como ser humano, ni humildad, ni compasión. El sufrimiento abre el caparazón del ego, pero llega un momento en que ya ha cumplido su propósito. El sufrimiento es necesario hasta que te das cuenta de que es innecesario».

 

 

MIS DESEOS

Hace un ratito, bajando del mercado, me he encontrado con una vecina de la calle con la que nunca antes había hablado. Nos hemos mirado con cariño y, como si las dos lo estuviéramos deseando desde hace tiempo, nos hemos dado un abrazado cálido. Mirándome con dulzura, me ha dicho: “que cada uno de los días del año que viene sean para ti muy felices”. No sé nada de su vida y no sé si ella sabe algo de la mía pero a partir de hoy las dos compartimos un precioso regalo: el del amor incondicional entre dos desconocidas.
Ahora, al llegar a casa, con la compra todavía por guardar encima de la mesa de la cocina, he sentido el deseo de abrazaros a cada uno de vosotros. No tengo más que el deseo y las palabras para hacerlo, pero es un deseo tan grande, que por fuerza os tiene que llegar. Me gustaría que durante este año nuevo y para siempre sintierais el amor y la alegría de vuestros seres queridos vivos y muertos, que pudierais llorar tranquilos y reír con ganas, que las semillas de amor que plantaron vuestros hijos florezcan tanto que conviertan vuestro hogar en un  lugar hermoso, cálido y sereno.

ISABEL ALLENDE

Una amiga me ha enviado este vídeo de la escritora Isabel Allende. Esta mujer, que ha vivido la muerte de una hija, tiene el amor y la fuerza para intentar construir un mundo mejor. Todas podemos ser Isabel Allende, por nosotras, por nuestros hijos, por todos los hombres y mujeres a los que queremos.
Fantástico, no dejéis de verlo hasta el final…

MIRAR CON CARIÑO A LA RABIA

 

He pasado las navidades resfriada como una sopa, pero he compartido la mesa con las personas que quiero. Su cariño ha sostenido mi alma.
Por la noche del 26, la que partió Ignasi hace 13 años, al acostarme vino a visitarme el horror que viví aquel día. Los recuerdos acudieron envueltos en rabia. ¡Qué potente es esta emoción! Surge de mi interior con una fuerza grande y si me resisto crece con un estallido incontrolable. Es la emoción que menos me he permitido sentir desde niña y se siente despreciada, por eso este año al verla venir no he querido ignorarla. Es tan humana como cualquier otra, forma parte de mi y por eso, en la cama, desvelada, intenté abrazarla y acunarla hasta que pude dejarla tranquila y sosegada en mi corazón. Me costó porque mi primera reacción es juzgarla y al juzgarla a ella me estoy juzgando a mi misma y eso me lleva a una espiral de angustia desbocada. Lo sé, por eso recurro al amor y me perdono y me permito sentir lo que siento y, entonces, la rabia se calma.

Es curioso, primero nos retamos con la mirada, como enemigas y el mundo se convierte en un lugar inhóspito. Tomo conciencia y me aparto, la miro con distancia, la reconozco y la nombro: “Eres la rabia”. Ella está alerta, desconfiada, preparada para el ataque y sigue así hasta que soy capaz de mirarla con cariño. Mantenemos un diálogo silencioso y cuando se da cuenta que no la rechazo, que reconozco su valor, que la considero válida, la furia desaparece y el mundo recobra luz y armonía y vuelve a ser amoroso.

NAVIDAD

 

Está a la vuelta de la esquina y este año quiero vivirla con amor. Por mí, por mis hijos, por todas las personas que están aquí y en el otro lado que me quieren.

Voy a intentar ser auténtica con el sentimiento de cariño que quiero que impregne mi vida desde ahora y para siempre.

En mi hogar no habrá sillas vacías; si la energía no se crea ni se destruye, el amor tampoco. Eso lo sabemos los que queremos con locura a los que se han ido. Por eso Ignasi, mi madre, mis abuelos, mis tíos, todos mis muertos, van a tener el lugar que les corresponde en la mesa familiar esta Navidad. Porque el amor es eterno y seguimos compartiéndolo. Cada una de las personas de mi vida que he amado las sigo queriendo, nadie puede quitarme el amor que siento por ellas, forma parte de mí, está en mi ADN. No sería la que soy sin ellas.

Ya sé que la nostalgia y el dolor pueden aparecer en cualquier momento. Lo sé, pero no por eso quiero dejar de lado el cariño.

Propongo que todos, como una sola alma, nos sigamos cogiendo de la mano para darnos fuerza. Yo me voy a imaginar que cada uno de los abrazos que dé estos días lo recibirá también mi hijo. A él, que se fue a los 15 años, le encantaba la Navidad y yo quiero que estas, de tan amorosas, le reconforten. La muerte como final para mi no existe. El cuerpo muere, sí, pero el alma, la energía, la chispita de amor puro que todos llevamos dentro es eterna.

AMARNOS SIN CONDICIONES

 

Durante los primeros tiempos de duelo, cuando el dolor es desgarrador, intentamos proteger a los nuestros sacando fuerzas de flaqueza para que nuestras parejas e hijos perciban una imagen de ‘normalidad’. Como queriendo decir al mundo: “tranquilos, estoy aquí, no me hundo, confiandad en mi”. Eso puede servir, siempre y cuando nos permitamos a ratitos desmontarnos sin juzgarnos. Qué quiero decir: es habitual cuando hablamos con el corazón, sin representar ningún papel, reconocer que la mayor parte del tiempo nos sentimos perdidos, tristes y desesperados, sin saber por dónde tirar, ni qué hacer para salir adelante… No pasa nada por sentirse así, es lo habitual después de un golpe tan duro. Pero si encima de haber perdido el norte y la vida que teníamos nos recriminamos por sentir lo que sentimos no nos estamos haciendo ningún favor ni a nosotros ni a los nuestros. Durante el duelo ayuda muchísimo ser amoroso y comprensivo con uno mismo y dejar de mirar con lupa las emociones que sentimos, por muy negativas que sean. No somos un juez que determina lo que está bien y mal y emite sentencia. Si tenemos rabia, pues tenemos rabia, si estamos tristes, pues estamos tristes, si no sabemos por dónde tirar, pues no sabemos por donde tirar. Sigue leyendo

HERRAMIENTAS ÚTILES DURANTE EL DUELO

Yo sé que la muerte de un hijo duele y mucho. El sentimiento es desgarrador, el cansancio inmenso y las ganas de vivir muy tenues. Pero precisamente por eso no valen las medias tintas. Hay que ir recopilando, con ansia de coleccionista, todas las herramientas que nos ayuden a salir adelante. Una muy poderosa es el pensamiento positivo. Los pensamientos, sobre todo los repetitivos, acaban creando nuestra realidad.

Como todos sabemos, cuando a un niño se le dice muchas veces que es malo acaba creyéndoselo y actuando en consecuencia. La energía del pensamiento es creativa. Pues bien, tenemos que utilizarla para que juegue a nuestro favor y no en contra. La mente en principio va por libre, pero podemos reconducirla. Se trata simplemente de tomar conciencia de lo que pensamos. Por ejemplo, cuando uno piensa que no va a poder con algo y sé da cuenta que lo ha pensado, conviene contrarrestar este impulso dejando un resquicio a la esperanza: “hoy me parece que no puedo, pero tal vez mañana lo vea de otra manera”. Es bueno dejar una puerta abierta y buscar en cualquier situación, como agua en el desierto, la parte buena, que la tiene, aunque sea pequeña. Es beneficioso convertir eso en un hábito, porque si nos dejamos llevar por el río de los pensamientos terroríficos que nos asaltan, nos hundimos. Estamos hablando de pura supervivencia.

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EN NUESTRO CORAZÓN MANDAMOS NOSOTROS

En mi país adelantaron ayer una hora el reloj. Estamos en otoño y, simbólicamente, el cambio horario es como el pistoletazo de salida de la hibernación, del recogimiento. Los días a partir de ahora son más cortos, la luz más rosada, menos contrastada, quizá más nostálgica. En este hemisferio la naturaleza ha empezado a extender un manto de letargo y, con suavidad, nos empuja a mirar en nuestro interior, a entrar en nosotros mismos. Es un buen momento para sentarnos sin prisas y reescribir nuestra vida. Cada día tenemos la oportunidad de crear nuestro futuro. Tal vez hasta hora el argumento es triste y desgarrado. Pues bien, vamos a introducir escenas alegres en nuestro día a día. Entre una nube de dolor y otra, aunque el rayo de sol dure un instante, hay tiempo suficiente para los abrazos, para dejarnos mimar y acariciar a los que queremos, para mirar con dulzura a nuestros hijos, tener un pensamiento cariñoso para las personas que amamos, preparar a los nuestros su comida favorita, disfrutar de una cena con velitas… Con la profunda convicción de que crear amor, belleza y armonía, en vez de empañar, amplifica el amor que sentimos por los que se han ido. Ellos viven en nosotros porque todos somos Uno y hacer de nuestra vida un lugar agradable, crear escenas bonitas que reconforten su alma es nuestro mejor regalo. Sigue leyendo

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