CUENTOS

CUENTO DE KHALIL GIBRAN

Dijo una ostra a la otra vecina:

– Siento un gran dolor dentro de mí. Es algo pesado y redondo, que me hace daño.

– Alabados sean los cielos y el mar –respondió la otra con altiva condescendencia- yo no siento dolor ninguno. Estoy buena y sana, por fuera y por dentro.

En ese momento, un cangrejo que pasaba oyó a las dos otras y dijo a la que estaba buena y sana por dentro y por fuera:

-Si, estás buena y sana: pero el dolor que siente tu vecina es una perla de extraordinaria belleza.

CUENTO DE JORGE BUCAY

Gema nos manda este cuento de Jorge Bucay que, seguro, nos reconforta a todos.

Un día mi madre me preguntó cuál era la parte más importante del cuerpo. A través de los años trataría de buscar la respuesta correcta. Cuando era más joven, pensé que el sonido era muy importante para nosotros, por eso dije:
—Mis oídos, mamá.
—No, muchas personas son sordas y se arreglan perfectamente. Pero sigue pensando, te preguntaré de nuevo.

Varios años pasaron antes de que ella volviera a preguntarme. Desde aquella primera vez, yo había creído encontrar la respuesta correcta. Sin embargo, le dije:
—Mamá, la vista es muy importante para todos; entonces deben ser nuestros ojos.
Ella me miró y dijo:
—Estás aprendiendo rápidamente, pero la respuesta no es correcta porque hay muchas personas que son ciegas, y salen adelante aun sin sus ojos.

Continué pensando cuál era la solución. A través de los años, mi madre me preguntó un par de veces más, y ante mis respuestas la suya era:
—No, pero estás poniéndote más inteligente con los años. Pronto acertarás.

El año pasado, mi abuelo murió. Todos estábamos dolidos. Lloramos. Mi madre me miraba cuando fue el momento de dar el adiós final al abuelo. Entonces me preguntó:
—¿No sabes todavía cuál es la parte más importante del cuerpo, hijo?

Me asusté. Yo siempre había creído que ese era un juego entre ella y yo. Pero mi madre vio la confusión en mi cara y me dijo:
—Esta pregunta es muy importante. Para cada respuesta que me diste en el pasado, te dije que estabas equivocado y te he dicho por qué. Pero hoy necesitas saberlo. Sigue leyendo

LA FUERZA RESIDE EN NUESTRO INTERIOR

 

He tenido la suerte de contar con personas amorosas que han estado a mi lado en momentos difíciles. Una de ellas ha sido Amelia, a quien todos los que la conocemos llamamos Tita. Ella me ayudó a remontar el dolor que me produjo un aborto a los 33 años y, desde entonces, ha estado siempre presente en mi vida aunque, desde hace un tiempo, viva a miles de kilómetros.

Pasé por un bajón existencial grande, hará unos 4 años, y uno de los días en los que vino a verme Tita, me contó este cuento que sacudió mi alma y todavía la sacude:

Había una niña feliz que vivía con su familia en un pueblecito dela India.Notenía hermanos y, poco después de cumplir los 4 años, su madre, a la que estaba muy unida, enfermó. La mujer se fue apagando y, en menos de un mes, murió. El mundo alegre y protector que hasta entonces la rodeaba se volvió gris y la niña entristeció de tal manera que quería morir. No puedes irte con tu mamá, le dijeron sus vecinos, tienes a tu padre y has de ser fuerte para ayudarle a sobrellevar su tremendo dolor. Con el tiempo, y a pesar de la tristeza, la relación con su padre fue haciéndose estrecha y amorosa. Días antes de cumplir los 15 años, su padre, siguiendo la tradición, le anunció que le había encontrado un buen hombre para desposarla. Ella le suplicó que no, pero la boda se celebró y al cabo de unos días su padre murió. La joven esposa volvió a quedar vacía hasta querer morir y los vecinos volvieron a decirle que tenía que ser fuerte, tenía un marido a quién cuidar y debía vivir por él. Poco después de dar a luz a un precioso niño, el marido enfermó y murió. Tienes un hijo a quién criar, no puedes venirte a bajo ahora, has de ser fuerte por él le dijeron sus vecinos, pero cuando el niño estaba a punto de cumplir 4 años también murió. Se quedó sola y desgarrada, pasaban los días, los meses y ella, acurrucada en su camastro, solo quería morir. Entonces los vecinos le dijeron: tienes que vivir por ti, Dios te ayudará. Perpleja ella les respondió: ¿Por qué no me dijisteis eso cuando murió mi madre? Si hubiese puesto desde el principio la fuerza en mí, en vez de intentar vivir para los demás, hubiese atravesado el dolor sin tanto sufrimiento.

UN HERMOSO CUENTO

 

Cuentan que había una vez un señor que padecía lo peor que le puede pasar a un ser humano: su hijo había muerto.

Desde la muerte y durante años no podía dormir, lloraba y lloraba, hasta que amanecía.

Un día, cuenta el cuento, se le apareció un ángel:

– Basta ya.

Es que no puedo soportar la idea de no verlo nunca más…

El ángel le dice:

¿Lo quieres ver?

Entonces lo agarra de la mano y lo sube al cielo. Sigue leyendo

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