APRENDER A VIVIR TRAS LA MUERTE DE UN HIJO
Os dejo el link del artículo que ha escrito Cristina Castro del diario digital el independiente sobre el duelo por la muerte de un hijo https://www.elindependiente.com/vida-sana/salud/2019/09/28/la-travesia-mas-dura-aprender-a-vivir-tras-la-muerte-de-un-hijo/ . Ninguno de los que participamos, Carlos Fresneda, Dulce Camacho, Asociación de Duelo Alaia, Carlos Soto y Olga Ramos Memento Mori, y Luís Enrique hubiésemos querido hablar sobre la muerte de nuestro hijo/a. Seguro que no, pero cómo nos ha sucedido y no hay vuelta atrás, imagino que todos tenemos la necesidad de hacer algo bonito con tanto dolor.
Gracias Cristina Castro por darnos la oportunidad de hablar de lo que sentimos.
MUERTE DE UN HIJO. Diario ABC
Familia
«Con el intelecto es imposible entender la muerte de un hijo, solo desde el corazón se puede volver a valorar la vida»
Mercè Castro perdió a su hijo de 15 años en un accidente. Asegura que de la muerte se habla muy poco, «y menos aún de la de un hijo»
Actualizado:
Mercè Castro Puig sabe muy bien lo que es que la vida te de un zarpazo directo al corazón. Volviendo de una comida de Navidad, un coche fue directo hacia el suyo y su hijo de 15 años falleció.
Al conocer la noticia, «sientes que la tierra desapararece bajo tus pies, que el tiempo se detiene, que no hay razón para despertarte el día de mañana, que ya nada merece la pena…», explica esta madre. «El duelo es desgarrador, independientemente de que haya sido una enfermedad o un accidente el que te ha quitado a tu pequeño. Todas las ayudas son pocas para seguir adelante. Sin embargo, sabes que hay que luchar por vivir, por ti, por sus hermanos, por tu pareja… El paso del tiempo no te ayuda a curar la herida, pero sí lo que hagas en ese tiempo».
Recuerda que el duelo hace que uno mismo se enfrente a sus miedos, a sus fantasmas… y, por ello, apunta que cada proceso de duelo es diferente y las personas necesitan más o menos tiempo en función de las heridas y la historia personal vivida en su pasado hasta ese momento.
Lo que asegura sin dudar es que para este dolor «no hay fórmulas mágicas», pero sí pautas generales que son recomendables seguir. En primer lugar, tener paciencia con uno mismo. «También hay que hacer grandes los pequeños momentos, como disfrutar de la sonrisa de un niño, porque no apreciamos las cosas bellas de la vida. Tampoco estamos acostumbrados a sentir miedo, rabia, tristeza… y hay que dejar que este tipo de emociones salgan de nuestro interior. Con el intelecto es imposible entender la muerte de un hijo, solo desde el corazón podemos volver a valorar la vida».
Según Mercè Castro, de la muerte se habla muy poco en nuestra sociedad, y menos aún de la de un hijo. Eso fue lo que llevó a esta madre, que perdió a su hijo hace ya 20 años, a escribir tres libros sobre su experiencia de vida: «Volver a vivir», «Palabras que consuelan» y «Dulces destellos de luz». Además, ha creado el blog «Comoafrontarlamuertedeunhijo.com» que cuenta con 40.000 seguidores y con el que ayuda a otras madres y padres a afrontar la dura pérdida de un hijo. «Es una forma muy positiva de sentir que no estamos solos y que es normal hundirse hasta tocar fondo porque forma parte del duelo. Sin embargo, se puede aprender a volver a vivir», concluye.
»TRAS LA MUERTE DE MI HIJO LOGRÉ RENACER»
He escrito este testimonio, que quiero compartir con vosotros, para la revista «LECTURAS» que ha salido hoy a la calle. Hablar de la muerte y de nuestros sentimientos me parece vital para afrontar el duelo.
“Volvíamos de la fiesta familiar de Navidad. De repente, aparecieron ante nosotros unas luces potentes que venían del otro lado de la autopista. Mientras nuestro coche daba tumbos, y yo todavía no era consciente de lo que sucedía, tuve la certeza de que mi vida estaba cambiando”.
“ Cuando muere una persona inmensamente querida nuestra realidad se rompe. Nos sentimos solos, desgarrados, vacíos, sin tierra bajo los pies… Así me sentí yo durante mucho tiempo al morir mi hijo mayor, Ignasi, a los 15 años, aquella terrible noche de 1998.
Esta sensación de estar permanentemente perdida en mi ciudad, en mi casa, en mi propia vida duró meses. Los objetos cotidianos me parecían muertos, irreconocibles, todo me era ajeno. Entre yo y la vida había una distancia enorme, un precipicio insalvable. Me sentía vacía, hueca por dentro. La soledad que encierra el dolor desgarrador es inmensa.
Me costó muchas lágrimas dejar ir, con cariño y sin juzgarme, el pesado lastre de emociones aparcadas que arrastraba. No tenía alternativa, si miraba para otro lado me ahogaba; cualquier sentimiento que intentaba rehuir se hacía grande hasta que acababa dominándome y el miedo me paralizaba. En cambio, si lo dejaba estar en mi, si lo aceptaba perdía fuerza y al final se desvanecía.
Durante los primeros años de duelo, en mis peores momentos, cuando la añoranza era insoportable, me reconfortaba la certeza de que todo pasa, de que el amor va más allá de la muerte y que, aunque no podía abrazar a mi hijo, si podía sentirlo cerca, en mi corazón. Durante la travesía de mi largo duelo pude constatar que el amor es lo único que me permitió volver a la vida.
Empecé a ver la luz al final del túnel cuando tuve la certeza de que la elección de ser feliz, de sintonizar con la alegría, de vivir con serenidad y en paz solo depende de mi, de mi actitud. Me di cuenta, aunque tropiezo y caigo muchas veces, que, en última instancia siempre tengo la oportunidad de elegir qué quiero que florezca en mi corazón: ¿la gratitud por lo vivido o la amargura por lo que he perdido? ”.
NO LO PASES
SOLA Y BUSCA
CONSUELO
.Pedir ayuda. Es bueno contar con el soporte de un terapeuta y/o algún grupo de duelo.
.Acercarse a la naturaleza. Mirar el mar, pasear por el bosque, tomar el sol… La naturaleza nos da energía.
Llorar, gritar. Las lágrimas proporcionan consuelo y gritar nos ayuda a liberar la rabia que produce la situación.
.Evitar reproches. Perdonarnos a nosotros mismos y a los demás es clave para nuestra recuperación.
.Centrarnos en los “para qué” en vez de los “por qué”. El por qué nos ha sucedido a nosotros suele llevarnos a la ira, el victimismo o la culpa. En cambio el “para qué” abre horizontes esperanzadores.
Mercè Castro, periodista, tiene 60 años y, a raíz de la muerte de su hijo a escrito tres libros:“Volver a vivir”, “Palabras que consuelan” y “Dulces destellos de luz”. Es autora también del blog: comoafrontarlamuertedeunhijo.com
DE LA MUERTE A LA VIDA
Preciosa reflexión de Jeff Foster:
En el corazón de la experiencia del duelo se encuentra un foco agudo y doloroso en eso que ‘falta’ en tu experiencia presente, en lo que ‘ya no está’, en lo que ha sido ‘perdido’ y que ‘jamás volverá’; en la ausencia de algo o alguien, en lugar de su amorosa presencia.
El duelo contiene la destrucción de un sueño con el que nos habíamos familiarizado y que decía ‘cómo iban a ser las cosas’, contiene una ruptura del estatus quo, la destrucción de las expectativas, la ruina de las esperanzas; y los planes más preciados ahora se han vuelto en escombros.
La sanación implica un cambio sutil pero radical en este enfoque – de lo que está ausente a lo que está presente, de lo que ha sido perdido a lo que nunca se pierde, de lo que ya no está aquí (y nunca regresará) a lo que aún está aquí, y nunca habrá de irse. De la muerte a la vida. Del amor perdido, al amor, a pesar de la pérdida. De la ausencia a la presencia. Del drama a la respiración.
Una invitación a ser aquí, en donde tu ser querido sigue viviendo, como presencia, como el Infinito.
Jeff Foster
SEGUIREMOS VIVIENDO
Estoy leyendo este precisoso libro de Elisabet Pedrosa, la madre de Gina. Cada una de sus palabras me llegan al alma y resuenan muy hondo en mi corazón. Es entrañable, puro amor. Aunque nuestras historias son distintas, me siento inmensamente acompañada, comprendida, unida… La lectura de este libro reconforta, es un canto a la vida. Gracias Elisabet.
Comparto esta información sobre el libro que ha aparecido en El Diario Vasco:
La escritora y periodista Elisabet Pedrosa publica ‘Seguiremos viviendo’, un testimonio sobre cómo logró seguir adelante tras el fallecimiento de su hija Gina, afectada de Síndrome de Rett
«18 de enero de 2014. Hacía dos días que había muerto nuestra hija Gina, de once años, y estábamos a primera hora de la mañana al lado de su féretro, de cuerpo presente, en el tanatorio Les Corts de Barcelona. Entonces llegó Sergi, el médico de paliativos, para darnos el pésame. Gina entró en paliativos en mayo de 2013. Cuando el médico se fue yo ya tenía muy clara la idea de escribir».
Así introduce Elisabet Pedrosa su conmovedor monólogo con su hija muerta, ‘Seguiremos viviendo’. Un texto que le ha ayudado a seguir adelante y que ahora, convertido en libro, también podrá ayudar a otros padres que estén pasando por la misma situación.
«Este texto nace de la desesperación de una madre a quien se le ha muerto una hija, de la necesidad de explicar y compartir»
«Este texto nace de la desesperación de una madre a quien se le ha muerto una hija, de la necesidad de explicar y compartir. (…) La pérdida de un hijo o una hija nos sitúa en el peor de los escenarios; no obstante, si aprovechamos esta crisis para indagar en nosotros mismos, resulta tremendamente revelador. Este libro ha sido cien por cien terapéutico, y me gustaría que también lo fuera para vosotros: tanto si estáis pasando por un proceso de duelo, como para cuando os encontréis en esta situación, o simplemente para girar vuestra vida del revés y darle una nueva dimensión. Todos tenemos pérdidas, grandes y pequeñas. Estamos todos en el mismo barco y, por el camino, inevitablemente, vamos sufriendo pérdidas personales, emocionales y materiales», escribe Pedrosa.
Así, con la verdad por delante, y con delicadeza y mucho corazón, la autora nos lleva de la mano para contarnos cómo fueron los últimos años junto a su hija y el dolor profundo que se quedó cuando ella se marchó. Y, quizás lo más importante, nos cuenta cómo se reinicia poco a poco el hilo de la vida: , volver a comer, a cocinar, a bailar, a sonreír… incorporando los recuerdos de esa hija que ya no está. En definitiva, volver a vivir después de tan tremenda experiencia.
Un proyecto solidario
Las ventas del libro irán destinadas a mejorar el equipo de curas paliativas pediátricas del Hospital Sant Joan de Dèu de Barcelona.
Es así como la tragedia de esta madre se convertirá en un hermoso proyecto, cuya finalidad es, además, divulgar el papel y las necesidades de los cuidados paliativos pediátricos, muy escasos en nuestro país —los únicos centros que existen en España en este momento son: el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, el Hospital Materno Infantil de Las Palmas, Hospital Niño Jesús de Madrid y la Unidad de Paliativos de Son Espases, Mallorca, además de algunas unidades de Oncología Pediátrica que prestan atención paliativa a sus pacientes–.
Un testimonio que de seguro servirá para sensibilizar sobre el gran papel que ejerce el acompañamiento a la muerte de las curas paliativas pediátricas y para que sea un derecho lo que aún hoy es un privilegio: que todo niño en situación crítica muera acompañado.
Ya en 2009, Pedrosa publicó Criaturas de otro planeta, una historia que hizo visible el síndrome de Rett, la segunda causa más frecuente de retraso mental en mujeres y que finalmente llevó a su hija Gina hasta la muerte en enero de 2013.
Es necesario divulgar el papel y las necesidades de los cuidados paliativos pediátricos, muy escasos en España
Este Síndrome es un trastorno neurológico de base genética que afecta casi en exclusiva a las niñas. «Las afectadas por SR son totalmente dependientes, ya que en cualquiera de los supuestos, es un trastorno del neurodesarrollo grave que causa pluridiscapacidad, en él la discapacidad intelectual es severa o importante. A día de hoy, la evolución y pronóstico sigue siendo desfavorable, ya que de momento no existe curación ni terapias efectivas en la detención de la enfermedad», explican desde la Asociación Española Síndrome de Rett.
Eso sí, a pesar de que uno de los síntomas es la pérdida de funciones adquiridas, los profesionales hablan de Trastorno del Desarrollo y no de trastorno degenerativo o regresivo.
SOLSTICIO DE VERANO
Precioso, realmente precioso y entrañable este artículo de Remei Margarit, publicado en «La Vanguardia» de ayer:
Ya llegó, una vez más, el solsticio de verano. Ha regresado el calor, la fruta dulce y los días alargados de luz. Se cambian las ropas de los armarios, se guardan las de invierno y se sacan las de verano, y en estos cambios siempre caen algunas piezas que ya no usaremos más; hemos cambiado un poco y alguna ropa ya no tiene que ver con lo que ahora somos. Y tal vez, en estos días de solsticio, sea también tiempo para hacer un balance de las ganancias y las pérdidas del tiempo transcurrido. Se preparan las hogueras con los trastos viejos de las casas y también con todos los recuerdos que implican. Quizás no se pueda con tanta historia, tal vez sea necesario reordenar las cosas de cuando en cuando. Y en esta ceremonia de desprenderse de objetos, también nos desprendemos un poco de las presencias físicas de las personas amadas que nos han dejado y se han marchado tras el horizonte. Tal vez sólo en el recuerdo perduran sus almas como una conciencia del ser que ha sido y que nos acompaña en nuestro vivir.
Una contraportada de este diario con fray Valentí Serra de Manresa, capuchino y cuidador del huerto de los capuchinos de Sarrià, decía que en cada flor está todo el universo. También los físicos cuánticos dicen que cada átomo es como un universo a escala. A veces pensamos que el universo es indiferente respecto a la humanidad sin tener en cuenta que formamos parte de él. ¿Existe una conciencia universal? No lo sabemos, pero es una posibilidad. Todo el amor hacia las personas amadas que ya no están físicamente puede crear una fuente de energía que alimenta la vida que sigue, tal vez un hilo conductor que ampara la vida de todo lo que hay. ¡Quién sabe!
De momento, el verano ya llegó y se preparan las hogueras de San Juan, ese rito arcaico hacia el Sol que nos da vida, y también la deliciosa «coca» para celebrarlo. Es necesario celebrarlo todo, la vida con penas y glorias con aquella frase de Shakespeare: «Acojamos la vida como se nos presenta». Y no olvidemos, en ningún caso, que para que la vida lo sea para todos, es necesario que los bienes de la Tierra lleguen a todas las manos.
PALABRAS QUE CONSUELAN
Agradezco a TV3, y en especial a Helena García-Melero, la posibilidad de poder hablar del duelo, de poder compartir sentimientos y tener la oportunidad de darnos calor unos a otros en momentos difíciles.
Aquí os dejo el enlace: http://www.tv3.cat/videos/4749811/El-dol-per-la-mort-dun-fill
También agradezco a Radio Euskadi, y en concreto a Iratxe Celis, el haber podido mantener una conversación cariñosa y sincera sobre el duelo y el amor a la vida. Este es el enlace:
http://www.eitb.com/es/audios/detalle/1716598/palabras-consuelan-merce-castro/
EL PODER DEL PERDÓN
EL QUE SE SUICIDA NO VE OTRA SALIDA, NO TIENE ELECCIÓN
Visitando el precioso blog http://calcetinreves.wordpress.com/me encontré con esta interesante entrevista que realizó el periodista Victor Amela a Cecilia Borràs, madre de un chico fantástico, Miguel, que se suicidó a los 19 años. Me parecen tan amorosas las palabras de Cecilia, creo que pueden ser de tanta utilidad, que me hace ilusión reproducirlas aquí. La Entrevista salió publicada por primera vez en el diario “La Vanguardia” el 25 de diciembre de 2012.
Con la fuerza del amor Cecilia ha constituido una asociación http://www.despresdelsuicidi.org/ para ayudar a otros padres que empiezan a vivir el dolor desgarrador que supone la muerte de un hijo, de un hijo que no ha encontrado otra salida que quitarse la vida.
Entrevista con Cecilia Borràs, presidenta de Després del Suïcidi-Associació de Supervivents
Tengo 46 años. Soy doctora en Psicología. Estoy casada y tengo un hijo en el cielo, Miquel. Simpatizo con la izquierda. Creo en la energía de las personas. No hay dolor mayor que vivir el suicidio de un hijo. El suicidio es la primera causa de muerte entre jóvenes en Barcelona
Cómo era Miquel, su hijo?
Sociable, con buenos amigos, no se drogaba…
¿Qué edad tenía?
Tenía 19 años. Estudiaba diseño, tenía novia estable…
¿Cómo fue su último día?
Él y su novia dormían en casa, en la habitación de al lado. A las ocho de la mañana me asomé, les dije que me iba a trabajar…
¿Estaba todo bien?
¡Sí! Pero a media mañana mi hijo me envió un SMS: “T’estimo molt, a tu i al papa, ho sento pel que faré”.
¿Qué hizo?
Corrí hacia la estación de metro de Arc de Triomf, justo al lado de casa, porque desde allí estaba llamándome mi marido…
¿Y quién avisó a su marido?
La novia de Miquel, preocupada: habían discutido, se habían separado en el metro, y ella le llamaba al móvil y él no descolgaba…
Su hijo se había arrojado a las vías.
…
¿La discusión provocó el suicidio?
He aprendido algo importante: el que se suicida, lo hace porque no puede elegir.
¿Ah, no?
¡No hay libertad en el suicidio! Es una situación de sufrimiento extremo: esa persona no ve otra salida, no puede hacer otra cosa.
Pero habrá un detonante…
Mire, ese supuesto detonante no conduce en todos los casos a un suicidio, así que…
Pero, como padres, habrán buscado alguna explicación, eso es inevitable…
Sí, eso es lo típico: “¿Por qué? ¿Por qué?”, te preguntas ¡durante meses y meses! Y revisas cada detalle vivido juntos, y te preguntas qué has hecho mal, te sientes culpable…
¿Cuánto tiempo ha pasado ya?
Tres años y nueve meses.
¿Y han encontrado alguna respuesta?
Sí: no hay tal respuesta. No hay explicación.
¿Cuándo han dejado de preguntarse?
Cuando aprendimos a amar a Miquel entero, todo él desde que nació hasta que murió.
¿Final incluido?
Sí. Y puedo añadir otra conclusión: ¡no existe un dolor superior al suicidio de un hijo!
¿Y cómo está usted ahora?
Soy su madre, ¡y siento necesidad de que Miquel esté bien…! Ya le hablaba teniéndole en el vientre…, ¡y hoy sigo hablándole! E intento ayudar a supervivientes de suicidios.
¿Supervivientes?
El pariente que se queda aquí es también víctima de ese suicidio: padeces un shock postraumático, sobrevives con eso.
¿Qué le conviene a un superviviente?
Llorar. Sufrir: ¡no hay atajos! No doparse, no enmascarar ese dolor. No obligarse a comer si no apetece. Y acompáñale, tócale, dale calor. No cuchicheéis cerca de él: ¡lo oyes todo! Que el funeral sea una despedida completa. Y, sobre todo, no decirle tonterías.
¿Qué tonterías?
Frases hechas: “el tiempo todo lo cura”, “no somos nada”… No consuelan: ¡hieren!
¿Cómo fue el funeral de Miquel?
Hermoso: sus amigos grafiteros pintaron la caja de pino. Sonó su música, vimos sus fotos… La familia colaboró, fue una buena despedida: eso sí te ayuda.
¿Por qué no se habla del suicidio?
Aún se concibe como un desaire al Creador. ¡Pero es la primera causa de muerte no natural! Oficialmente, se suicidan unas 3.500 personas al año entre los 35 y los 45 años, pero seguramente son el doble, o más…
Eso son muchas personas…
En Barcelona, ¡el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes!
¿Hay forma de prevenirlo, de evitarlo?
Difícil: en la mitad de los casos, la decisión se toma en la hora previa al suicidio.
Algo podrá hacerse.
Sólo estar atentos a cambios repentinos de conducta, a la tristeza, a comentarios como “acabaría con todo”, “me mataría”…
¿Y cómo reaccionar ante esa actitud?
Invitándole a hablar y ganar tiempo. ¡Siempre ganar tiempo! Los bomberos saben qué hacer cuando asisten a una tentativa…
¿Qué hacen?
Le llaman por su nombre, para ayudar a aflorar su “yo” profundo. Porque los que no logran suicidarse, coinciden: “¡no era yo!”
Tras una tentativa de suicidio, ¿se escarmienta o se reincide?
Hay un 30% de reincidencias.
¿El suicida suele dejar mensajes?
Sólo en un 10% de los casos. Pero permítame una corrección: si alguien muere de cáncer no le llamamos “canceroso”, por lo que no veo bien llamar “suicida” a un muerto por suicidio. ¡Qué injusto es adjetivar una vida entera con una sola palabra: “suicida”!
Entendido. Esta entrevista, ¿cree que podría incitar a alguien al suicidio?
Eso no está demostrado: siempre ha habido, hay y habrá suicidios. ¡Hablemos! Eso sí, evitemos aludir a los detalles morbosos.
¿Qué método es el más frecuente?
En las mujeres, la intoxicación por pastillas. En los hombres, arrojarse al vacío, al tren…
¿Haría algo diferente, si pudiese?
Escuchar a Miquel ¡con todo mi ser! cada vez que me hablaba de sus cosas.
¿Ha culpado a la novia?
No. Ella es víctima. Quiero verla muy feliz.
Cecilia ha fundado -con el respaldo de Carmen Tejada, del hospital de Sant Pau- la asociación http://www.despresdelsuicidi.org/, que ayuda a vivir a los supervivientes del suicidio de una persona querida. Los que acuden a sus “grupos de apoyo” -de seis a ocho personas- aprenden de los otros que ciertas emociones se repiten y que compartirlas proporciona algún alivio. Cecilia y su marido han ahondado en la cuestión del suicido a raíz del de su hijo, y están en disposición de ayudar a otras víctimas de la causa de muerte más común entre nuestros jóvenes.
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