amor

¿QUÉ CAMINO DE DUELO ELIGES?

 MARGARITAS 

«Puedes llorar porque se ha ido o puedes sonreír porque ha vivido,

 

 

puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado,

 

 

tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver o puede estar lleno del amor que compartisteis,

 

puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío, dar la espalda o puedes hacer lo que le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir»

 

POEMA POPULAR ESCOCÉS

EL CAMINO DE LA FELICIDAD

 

images-5Dice Paloma Cabadas que no nos enseñan a ser felices, que la prueba está en que los cuentos tradicionales nos explican con detalle las mil penalidades que debe pasar el príncipe o la princesa (bosques encantados llenos de monstruos, madrastras malvadas…)  y, cuando por fin la historia empieza a ir mejor, el cuento se acaba de golpe con un “y fueron felices y comieron perdices”.  ¿Pero cómo?, ¿qué hicieron para ser felices, para llenar ese abismo interno que suele acompañar a los humanos?  Parece que el inconsciente colectivo no guarda memoria de la felicidad. Como humanidad nos centramos en las penalidades.

 

Pues bien, tal vez ha llegado la hora de empezar a crear memorias felices para transmitir a nuestros hijos y nietos. ¿No nos gustaría a muchos dejarles como herencia el entusiasmo por la vida? Si, es cierto, a veces la existencia duele de forma desgarrada, pero es mejor amar la vida y sentir ese dolor que no sentir nada. Como dice el entrañable escritor José Luís Sampedro “hay que vivir la muerte, hay que vivirlo todo para gozar la vida”.  Todas sus novelas son un amoroso ejemplo de ello, pero leyendo “La Vieja Sirena” he sentido en mi propia piel las ganas de vivir.

 

Hoy, al abrir el ordenador, me he encontrado con el regalo de un comentario precioso de una madre colombiana. Por eso, porque irradia amor a la vida, porque explica su camino para llegar a la felicidad lo publico aquí, en esta entrada.

 

“Hola, soy Mafe, tengo 37 años, vivo en Bogotá y hace dos años y medio perdí a mi hija hermosa de 3 años y 8 meses, fue y es el dolor más fuerte que he tenido en mi vida, aún sigo en recuperación y me imagino que pasarán varios años.

Quiero compartir mi experiencia porque creo que también puede ayudar a otras mamás y papás que están pasando por lo mismo. Para mi han sido importante dos cosas: la primera vivir el duelo con mi esposo y, aunque me ha resultado difícil, aceptar que el vive un proceso diferente. 

 

images-6La segunda, ocuparme de mi dolor y para eso desde el primer momento busqué ayuda profesional con terapia, gotitas florales, lecturas y una orientación y fortalecimiento espiritual, el cual unido a todo lo demás fue muy reconfortante.

 

Entré a una escuela de psicología transpersonal en donde practico danza, coaching y otras terapias alternativas como respiración holotrópica, y ha sido justamente allí donde más he gritado, llorado y expresado todo lo que sale de las entrañas de mi corazón. Además cada vez que puedo disfruto de comidas ricas, me tomo un vino y ante todo procuro danzar, algo que me ayuda a moverme energéticamente y recuperar mi fortaleza.

 

También viajar me ha servido mucho, ha sido como hacer un viaje al interior de mi misma.

 

Ahora aunque todavía tengo muchos momentos difíciles y a veces no me quiero ni levantar, se que la fuerza está dentro de mi y que solo tengo que evocarla para que salga a flote y me levante.

 

Por supuesto que no es fácil y siempre una foto o un recuerdo me hacen llorar y lloro, y cada vez que puedo lloro y lloro, porque solamente así puedo drenar la herida y hacer que vaya volviéndose carachita.

 

Un abrazo muy grande a todas las personas que se arriesgan a escribir sobre su dolor, porque esa es otra forma de sanar”.

 

Un abrazo muy cálido a todas las personas que se arriesgan a vivir, a pesar del dolor.

Volver a Vivir. Diario del primer año después de la muerte de un hijo

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Este es el libro que empecé a escribir a los pocos meses de la muerte de mi hijo Ignasi.   Es un diario en el que volqué mis emociones de aquel primer año intenso y desgarrador. De la muerte se habla poco y de la muerte de un hijo mucho menos, pero los padres y las madres que hemos pasado por el horror de ver morir a un hijo necesitamos, desesperadamente, expresar nuestros sentimientos. Es, creo, una necesidad vital que nos aleja de la locura y nos ayuda a encontrar, de nuevo, sentido a la vida. Porque, aunque parezca mentira, es posible renacer después de un golpe así.

 

Ahora, doy gracias porque el libro se ha vuelto a editar. Salió a la luz por primera vez en el año 2009 y hace tiempo que no quedaba ningún ejemplar disponible. Desde este mes vuelve a estar en las librerías. Algunas personas que lo han leído me han escrito para explicarme que se han sentido reconfortadas, que les ha ayudado a entender que no están solas y que no son las únicas que sienten lo que sienten. Todos los duelos son distintos pero mi intención al decidir publicar este diario fue y sigue siendo la de poder ser útil; si hay algún pensamiento, alguna palabra que resuene con dulzura en el corazón del lector, que alivie, aunque sólo sea por un momento, su dolor, para mi es una bendición.

 

Por eso agradezco infinitamente a Clara Sabrià y a la editorial RBA que el libro vuelva a estar presente. Gracias, de verdad.

 

Es posible que en algunos países como México o EEUU no lleguen ejemplares porque la distribución es limitada. En estos casos estaré encantada de enviar personalmente el libro por correo certificado a las personas que lo soliciten (isona@ibernet.com). También es posible pedirlo a  http://www.casadellibro.com/libro-volver-a-vivir-diario-del-primer-ano-despues-de-la-muerte-de-un-hijo/9788490063361/2063284
y la librería se encarga de mandarlo.

 

El libro empieza con el diario que inició Ignasi un mes antes de morir y continúa con el que empecé yo tres meses después de su muerte. Tanto el suyo como el mío son un sincero testimonio de amor y vida.

LA PÉRDIDA MÁS DOLOROSA

 

Todos tenemos un antes y un después en nuestras vidas; para algunos el vacío empieza con la muerte de un hijo, de la pareja, de los padres, de TARDOR nenúfarsun hermano… de un ser inmensamente querido.


Otros comienzan su ‘después’ al recibir un diagnóstico médico inquietante y grave o cuando les falta el trabajo y se desmorona su economía y con ella sus sueños.

Muchos inician su desespero cuando pierden el amor de la persona que aman, cuando se sienten abandonados o traicionados…

 

Sea la que sea, la pérdida más dolorosa es el punto de partida de un nuevo comienzo, el embrión de algo que, pasado el tiempo de incertidumbre y dolor, acabará siendo un referente vital para nosostros. 

 

Nuestra pérdida más dolorosa es nuestra prueba más grande, es el avatar de nuestra existencia. Si la comparamos a una carrera universitaria sería la que nunca, ni por asomo, elegiríamos, pero es la que conlleva para nosotros mayor poder de transformación, la que nos ayudará a dejar atrás miedos  ancestrales que nos parecen imposibles de afrontar, la que cambiará por completo nuestra visión de la vida y de la muerte. Nuestra gran pérdida es nuestra gran oportunidad.

 

Ya sé que cuando uno la está atravesando no quiere ni oír hablar de oportunidades ni de futuros prometedores. Incluso molesta pensar que después de ‘eso tan terrible y doloroso’ uno puede llegar a ser alguien más alegre y sereno.

 

Lo que interesa de verdad es cómo sobrevivir cada día sin sucumbir a los altibajos feroces, a la nostalgia desgarrada, al dolor en el pecho, a las noches en blanco, al cansancio infinito… Pero también es cierto que la gran prueba exige ganar confianza y la confianza se sustenta en el amor, la paciencia y la esperanza.

 

Para sobrevivir a la pérdida más dolorosa no hay más remedio que confiar en uno mismo, en la vida y en los demás. En tener la humildad de pedir ayuda, ser sincero y estar dispuesto a volver a empezar.

 

CREATIVIDAD

 

 

Todos somos artistas porque tenemos la capacidad de crear nuestra propia vida, que es la máxima expresión de la crea-ti-vidad (crea-tu-vida). A partir de hoy podemos imaginar, sin límites, cómo queremos que sea nuestra existencia. Si queremos abundancia, paz, amor, y armonía en nuestros corazones y a nuestro alrededor tendremos que ir  plantando las semillas que producen estos frutos, cuidarlas y eliminar las malas hierbas (creencias, apegos, programas, emociones reprimidas, juicios y prejuicios…) que dificultan la obtención de una buena cosecha.

Para cambiar hábitos y plantar las nuevas semillas y protegerlas de vientos y tempestades podemos recurrir a un sinfín de terapias (yoga, tai-chi, técnica metamórfica, ho’oponopono, constelaciones familiares…) y, claro, a hacer cada día algo, por pequeñito que sea, que realmente nos guste, hay muchas formas de mimarse, cada uno es libre de elegir la suya.
Si hemos preparado bien la tierra, hablando con sinceridad con nosotros mismos (cómo nos sentimos, qué queremos) sin casi darnos cuenta estaremos ya recogiendo frutos.

SOÑAR UN MUNDO MEJOR

 

El duelo y la incertidumbre van de la mano. Anhelamos lo conocido que es el pasado, del presente queremos huír y al futuro cuesta encontrarle sentido. Así empiezan los grandes duelos pero estos tiempos en que vivimos, com más o menos intensidad, vienen inciertos para todos, porque de alguna manera predomina la sensación general de que es necesario mudar de piel y no sabemos muy bien cómo.

 

Para renacer hay que soltar lo conocido y adaptarse a vivir entre dos mundos, sin suelo firme bajo los pies y sin certezas porque los asideros de antes ya no sirven. Así, suspendidos, solo la confianza y la esperanza nos sostienen. Siempre ha sido así. Desde los orígenes hasta ahora la convicción de salir adelante se ha convertido en el puente que nos ha permitido cruzar al otro lado y crear mundos nuevos. Para transitar un duelo y salir fortalecido es necesario tener un espíritu de guerrero que sepa trascender la impaciencia y el miedo.

 

Propongo dejar los viejos hábitos, que nada tiene que ver con olvidar, quedarnos solo con el amor, abrir las puertas del alma a lo desconocido y poner la ilusión en soñar para cada uno de nosotros un mundo mejor. Soñar es el primer paso antes de pasar a la acción.  

MIS DESEOS

Hace un ratito, bajando del mercado, me he encontrado con una vecina de la calle con la que nunca antes había hablado. Nos hemos mirado con cariño y, como si las dos lo estuviéramos deseando desde hace tiempo, nos hemos dado un abrazado cálido. Mirándome con dulzura, me ha dicho: “que cada uno de los días del año que viene sean para ti muy felices”. No sé nada de su vida y no sé si ella sabe algo de la mía pero a partir de hoy las dos compartimos un precioso regalo: el del amor incondicional entre dos desconocidas.
Ahora, al llegar a casa, con la compra todavía por guardar encima de la mesa de la cocina, he sentido el deseo de abrazaros a cada uno de vosotros. No tengo más que el deseo y las palabras para hacerlo, pero es un deseo tan grande, que por fuerza os tiene que llegar. Me gustaría que durante este año nuevo y para siempre sintierais el amor y la alegría de vuestros seres queridos vivos y muertos, que pudierais llorar tranquilos y reír con ganas, que las semillas de amor que plantaron vuestros hijos florezcan tanto que conviertan vuestro hogar en un  lugar hermoso, cálido y sereno.

MIRAR CON CARIÑO A LA RABIA

 

He pasado las navidades resfriada como una sopa, pero he compartido la mesa con las personas que quiero. Su cariño ha sostenido mi alma.
Por la noche del 26, la que partió Ignasi hace 13 años, al acostarme vino a visitarme el horror que viví aquel día. Los recuerdos acudieron envueltos en rabia. ¡Qué potente es esta emoción! Surge de mi interior con una fuerza grande y si me resisto crece con un estallido incontrolable. Es la emoción que menos me he permitido sentir desde niña y se siente despreciada, por eso este año al verla venir no he querido ignorarla. Es tan humana como cualquier otra, forma parte de mi y por eso, en la cama, desvelada, intenté abrazarla y acunarla hasta que pude dejarla tranquila y sosegada en mi corazón. Me costó porque mi primera reacción es juzgarla y al juzgarla a ella me estoy juzgando a mi misma y eso me lleva a una espiral de angustia desbocada. Lo sé, por eso recurro al amor y me perdono y me permito sentir lo que siento y, entonces, la rabia se calma.

Es curioso, primero nos retamos con la mirada, como enemigas y el mundo se convierte en un lugar inhóspito. Tomo conciencia y me aparto, la miro con distancia, la reconozco y la nombro: “Eres la rabia”. Ella está alerta, desconfiada, preparada para el ataque y sigue así hasta que soy capaz de mirarla con cariño. Mantenemos un diálogo silencioso y cuando se da cuenta que no la rechazo, que reconozco su valor, que la considero válida, la furia desaparece y el mundo recobra luz y armonía y vuelve a ser amoroso.

NAVIDAD

 

Está a la vuelta de la esquina y este año quiero vivirla con amor. Por mí, por mis hijos, por todas las personas que están aquí y en el otro lado que me quieren.

Voy a intentar ser auténtica con el sentimiento de cariño que quiero que impregne mi vida desde ahora y para siempre.

En mi hogar no habrá sillas vacías; si la energía no se crea ni se destruye, el amor tampoco. Eso lo sabemos los que queremos con locura a los que se han ido. Por eso Ignasi, mi madre, mis abuelos, mis tíos, todos mis muertos, van a tener el lugar que les corresponde en la mesa familiar esta Navidad. Porque el amor es eterno y seguimos compartiéndolo. Cada una de las personas de mi vida que he amado las sigo queriendo, nadie puede quitarme el amor que siento por ellas, forma parte de mí, está en mi ADN. No sería la que soy sin ellas.

Ya sé que la nostalgia y el dolor pueden aparecer en cualquier momento. Lo sé, pero no por eso quiero dejar de lado el cariño.

Propongo que todos, como una sola alma, nos sigamos cogiendo de la mano para darnos fuerza. Yo me voy a imaginar que cada uno de los abrazos que dé estos días lo recibirá también mi hijo. A él, que se fue a los 15 años, le encantaba la Navidad y yo quiero que estas, de tan amorosas, le reconforten. La muerte como final para mi no existe. El cuerpo muere, sí, pero el alma, la energía, la chispita de amor puro que todos llevamos dentro es eterna.

EN NUESTRO CORAZÓN MANDAMOS NOSOTROS

En mi país adelantaron ayer una hora el reloj. Estamos en otoño y, simbólicamente, el cambio horario es como el pistoletazo de salida de la hibernación, del recogimiento. Los días a partir de ahora son más cortos, la luz más rosada, menos contrastada, quizá más nostálgica. En este hemisferio la naturaleza ha empezado a extender un manto de letargo y, con suavidad, nos empuja a mirar en nuestro interior, a entrar en nosotros mismos. Es un buen momento para sentarnos sin prisas y reescribir nuestra vida. Cada día tenemos la oportunidad de crear nuestro futuro. Tal vez hasta hora el argumento es triste y desgarrado. Pues bien, vamos a introducir escenas alegres en nuestro día a día. Entre una nube de dolor y otra, aunque el rayo de sol dure un instante, hay tiempo suficiente para los abrazos, para dejarnos mimar y acariciar a los que queremos, para mirar con dulzura a nuestros hijos, tener un pensamiento cariñoso para las personas que amamos, preparar a los nuestros su comida favorita, disfrutar de una cena con velitas… Con la profunda convicción de que crear amor, belleza y armonía, en vez de empañar, amplifica el amor que sentimos por los que se han ido. Ellos viven en nosotros porque todos somos Uno y hacer de nuestra vida un lugar agradable, crear escenas bonitas que reconforten su alma es nuestro mejor regalo. Sigue leyendo

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