CREAR ARMONÍA

QUEDA CONTIGO UN RATITO

 

El tiempo se nos escurre entre las manos; son tantas las cosas por hacer, tantas obligaciones, tantos pensamientos, tantas añoranzas, tantos miedos, tanto por aguantar que a menudo no sabemos ni lo que sentimos, estamos a años luz de nosotras mismas. Es bueno parar, buscar paréntesis.

Queda un ratito contigo, preciosa, en un lugar seguro, tranquilo y mírate con los ojos compasivos de tu alma. Deja que aflore lo que sea, tal vez resurja un cansancio profundo, una tristeza soterrada o cualquier otra emoción . Es tu momento de sentir, tan solo eso, sentir, sin drama.

Así, en silencio, siente la calidez de estar por ti. Si tienes que llorar, llora, si tienes que reír ríe. No hay nada a sostener ahora. Durante estos ratitos divinos a mi me gusta dejarme arrullar por la vida, conectarme al aire que entra y sale de mi cuerpo como una caricia.

Si has vivido un gran duelo, sabes que huir no tiene sentido. La salida se encuentra dentro de nosotras, por eso necesitamos encender nuestra propia luz. Despacio, desde el corazón, en la intimidad, atravesando, al principio a oscuras, el sendero que nos lleva al pedacito de amor puro que todas llevamos dentro.

Queda contigo un ratito, tesoro y déjate mecer por ese amor que nos une a todos. 

 

Maria Merce Castro Puig

LIBROS:

«VOLVER A VIVIR»

«PALABRAS QUE CONSUELAN»

«DULCES DESTELLOS DE LUZ

COMOAFRONTARLAMUERTEDEUNHIJO.COM

También me encontrarás en:

INSTAGRAM: menorcasonbou

YouTube: Maria Merce Castro Puig

 

MI MEJOR OFRENDA

 

Sé que la palabra alegría quizá ahora te ofenda. Estás rota, lo sé. Estás atravesando lo peor y tu dolor se suma a tus viejos temores, a todos los gritos ahogados durante milenios.

 

Llevamos tan adentro lo de parir con dolor que, de alguna manera, nos sentimos cómodas con el sufrimiento. Y ahora corres el riesgo de quedarte atrapada.

 

La verdad es que no tienes muchas opciones. Has tocado fondo, puedes quedarte ahí y ver como se apaga tu luz o ir resurgiendo, a tu ritmo, con altos y bajos, claro, pero con la creencia nueva de que se puede ser creadora en la alegría.

 

No traicionas a nadie, al contrario, alumbras un camino de ternura, rompes las amarras, abres las ventanas y dejas entrar la vida, das un gran paso, envuelta en la mirada de orgullo y admiración de tus ancestros.

 

Por supuesto que podemos llorar tanto como necesitemos la muerte de los nuestros. A mi todavía me sienta bien hacerlo, a pesar de los años, pero eso no me quita la certeza de que la alegría y el cariño que siento por la vida es, para ellos, mi mejor ofrenda.

 

Me imagino… no, en realidad SIENTO su aliento en el alma, su alegría inmensa cuando estoy contenta.

 

Maria Merce Castro Puig

LIBROS:

«VOLVER A VIVIR»

«PALABRAS QUE CONSUELAN»

«DULCES DESTELLOS DE LUZ

COMOAFRONTARLAMUERTEDEUNHIJO.COM

También me encontrarás en:

INSTAGRAM: menorcasonbou

YouTube: Maria Merce Castro Puig

 

NUESTRA MEJOR VERSIÓN

 

 

Es natural que después de un tsunami como el de la muerte de un hijo o de alguien inmensamente amado, nos escondamos, encerradas a cal y canto, heridas.

 

Durante tiempo, el que sea, andamos a tientas, perdidas a oscuras, no podemos sostenernos ni a nosotras mismas, aunque a menudo nos acorazamos, como guerreras, disimulando el miedo, el dolor y la pena.

 

Eso sirve al principio, o al menos a mi me lo pareció, hasta que me dí cuenta que me ahogaba. No me quedó otra que ir acunando lo que sentía, mientras con timidez abría a ratos las puertas a la vida. Un tira y afloja para ir dejando entrar algo de luz y, al mismo tiempo, dejar fluir la mía propia. Esa con la que nacemos.

 

El camino es largo, tanto que permite ir reconociendo nuestras miserias, darles la vuelta y quedarnos con nuestra mejor versión. Esa que nos mira con amabilidad y nos hace sentir merecedoras de lo que sea que deseemos.

Maria Merce Castro Puig

LIBROS:

«VOLVER A VIVIR»

«PALABRAS QUE CONSUELAN»

«DULCES DESTELLOS DE LUZ

COMOAFRONTARLAMUERTEDEUNHIJO.COM

También me encontrarás en:

INSTAGRAM: menorcasonbou

YouTube: Maria Merce Castro Puig

 

 

BUENOS AMANTES

 

 

Poco a poco, al crecer, vamos cubriéndonos de expectativas, vamos construyendo una manera de ver la vida y esperamos que todo encaje, con nuestra visión, como las piezas de un puzzle, incluida nuestra familia.

 

Por ejemplo, tenemos una idea de lo que sería la madre o el padre ideal y, a veces, intentamos, a golpe de martillo, que encajen en esa ilusión nuestros padres reales. Es como el burro que corre eternamente detrás de una zanahoria inalcanzable.

 

Se siente una gran paz cuando amamos a los demás tal como son, sin intentar cambiarles. Cuando dejamos de luchar para que sean o hagan lo que a nosotros nos gustaría, cuando abrimos las manos y soltamos las expectativas.

 

Cuando más cerca estamos del amor incondicional, más libre y alegre se siente el alma, la nuestra y la del ser amado y es más fácil que se diluyan los malentendidos, que crezca el respeto y el placer de compartir, de acompañarnos, de estar juntos.

 

Los demás son como son y tiene mucha gracia que así sea. Lo mismo ocurre con la vida. Va a su aire, es imposible controlarla, enmarcarla, enjaularla. La vida es libre por definición. Aceptarla tal como es crea armonía, nos serena, nos convierte en buenos amantes.

Maria Merce Castro Puig

LIBROS:

«VOLVER A VIVIR»

«PALABRAS QUE CONSUELAN»

«DULCES DESTELLOS DE LUZ

COMOAFRONTARLAMUERTEDEUNHIJO.COM

También me encontrarás en:

INSTAGRAM: menorcasonbou

YouTube: Maria Merce Castro Puig

 

RATITOS PARA SENTIR

 

Se acumulan las emociones, gota a gota y, si no les prestamos atención, llega un momento que perdemos pie. Se colma el vaso. Se disparan los miedos, nos baja la energía y empezamos a verlo todo negro.

 

Si te sientes así ahora, te sugiero que te concedas ratitos para sentir. Sí, sé que es incómodo invocar eso que no nos gusta, sea lo que sea, para arrullarlo, pero es la manera que conozco de darle la vuelta al malestar.

 

Si tienes que llorar, llora, si tienes que gritar, hazlo y después no te olvides de cogerte de la mano y darte las gracias por ser tan valiente. Poco, a poco, dulcemente, con suavidad recuerda todas las tormentas que ya has atravesado.

 

Déjate mecer por la gratitud, esa que sale de muy hondo, que se siente con cada célula. Hay tantas cosas por las que dar las gracias. El simple hecho de respirar, sin dificultad, es una bendición.

 

La gratitud es poderosa, despeja los nubarrones de nuestro cielo, nos acerca a la amabilidad, al cariño, a la ternura, nos da paz, nos regala sonrisas…

 

A mi me alegra dar las gracias a las personas que quiero, estén cerca, lejos o en el otro lado del velo. Es reconfortante manifestar cariño, aunque sea en silencio.

 

MERECEMOS LO MEJOR

 

Hay un sentimiento, íntimo, soterrado, más o menos tenue que a menudo palpita en el corazón de los padres que se nos ha muerto un hijo. Me es difícil darle forma, tiene muchos matices que se me escapan como el agua entre las manos, se esconde entre los pliegues del inconsciente, pero sé que guarda relación con la negación de la propia vida, como si no fuéramos merecedores de estar aquí sin ellos. ¿Cómo podemos darle la vuelta a esa creencia, que nos lleva irremediablemente a secar nuestros corazones y a alejarnos de las personas que amamos?

 

Creo que a muchas nos han dicho frases del tipo: «Si me pasara lo que a ti me moriría» o «te ha sucedido lo peor, de eso no se sale nunca». Esas sentencias, dichas con buena intención, llevan impregnado el miedo colectivo que produce imaginar la muerte de un hijo. Es comprensible, pero a mi me parece que a los que nos ha sucedido no nos ayuda oír eso, ni reconforta a los hijos que tenemos aquí, ni a los que se han ido. Lo que nuestra alma pide a gritos es que despacio, a nuestro ritmo, aprendamos a confiar y a ser cariñosos con nosotros mismos. Que volvamos a reír, a conectar con la alegría y, en definitiva, a amar la vida.

 

 

Sí que vamos a estar durante un tiempo fuera del mundo, perdidos, sin ganas de nada, deseando desaparecer, claro que sí. Pero precisamente porque el dolor es tan desgarrador, necesitamos agarrarnos a la voluntad de salir adelante. Es preciso, como el aire que respiramos, crear destellos de luz. Mirar con dulzura, coger las riendas, poner la atención en lo verdaderamente importante. Apreciar la bondad de la paciencia, de la gratitud, del perdón. Alejar prejuicios, ver la belleza en cosas que antes, tal vez, no teníamos en cuenta. Y así, poco a poco, nace un sentimiento de pertenencia que nos une a todos, vivos y muertos.

NO TE RESISTAS AL LLANTO

Deja que se desborde la presa, es imposible contener tanta tristeza como acumulamos.
Las emociones hay que vivirlas, sí, es la manera de trascenderlas, pero, a menudo, por inercia, por que estamos acostumbradas a tirar hacia delante, intentamos eludirlas, darles esquinazo, mirar para otro lado.
Al menos eso es lo que me ocurre a mi, hasta que se me agarrota la espalda a la altura del pecho, como si llevara encima todo el peso del mundo.
Entonces me doy cuenta que la tristeza hace rato que está llamando a mi puerta y yo sin darme cuenta. Cuando por fin abro, me sonríe, con dulzura, ya me conoce, sabe que me cuesta parar, que a menudo me hago la fuerte y no suelo llorar.
Hasta que me rindo y abrazo la resaca emocional que ha supuesto para mi esparcir este mes de Mayo las cenizas de mi marido en Menorca, en el Mediterráneo, en el mismo mar que esparcimos las de nuestro hijo.
Juntas, la tristeza y yo, hoy hemos puesto música y, por fin, he podido dar rienda suelta al llanto. Qué tontería resistirse, que bien sienta al alma una buena llorera. Cómo limpian las lágrimas las penas, como se ensancha el pecho, como sonríe el corazón cuando aceptamos lo que sentimos y nos predisponemos a estar contentas.

 

EL MES DE LAS MADRES

El mes de Mayo para mi es especialmente bonito. Es el mes de las flores y del día de las madres en muchos países y, aunque yo no me identifique mucho con las celebraciones de los días mundiales, sí siento que este mes es muy nuestro, muy femenino.

 

Es el mes de María y en muchos lugares la madre Tierra inunda con nueva vida la naturaleza. Nosotras también creamos vida, somos diosas y durante nueve meses estamos íntimamente conectadas al nuevo ser que acunamos en nuestro interior. Todo un privilegio.

 

A veces, a este ser que adoramos le toca partir antes y andamos un tiempo largo sumidas en la oscuridad y nos parece que estamos perdidas, pero no. El hilo de amor que nos une a nuestros hijos es eterno, no se rompe porque estén al otro lado, al contrario. Aunque al principio nos parezca inalcanzable, incluso fuera de lugar, deshonesto, ese cariño inmenso nos ancla, nos ayuda a percibir la esencia, a dejarnos de tonterías y a ser felices con casi nada. A menudo nos basta con un abrazo, una mirada de ternura, la luz incendiada de un amanecer para sentir una inmensa gratitud.

QUE BRILLEN LAS ESTRELLAS

Creo que somos muchas las mujeres que, de alguna manera, casi siempre inconsciente, nos sentimos más cómodas cuando no estamos del todo bien, como si nos diera miedo sentir plenitud, alegría, sobre todo a las madres que se nos ha muerto un hijo. Como si arrastráramos a cuestas el pecado original, por el simple hecho de existir.

 

Si a ti te ocurre lo mismo que a mí, ¿no te parece que nos merecemos darle la vuelta a esa creencia?

 

Hemos pasado por lo que muchos consideran lo peor de la vida, que es ver morir a un hijo, hemos recorrido un camino largo, tortuoso, inmensamente doloroso, ¿no crees que, al salir a la luz, después de tanta oscuridad la alegría serena es la recompensa?

 

Nuestros muertos nos han enseñado el amor incondicional y ahora nos toca a nosotras ser valientes y honrarles con la alegría serena. Si estás empezando un gran duelo esto te sonará a herejía. Tal vez tengas miedo a olvidar a esos seres que han partido y quieres con locura. Eso no va a suceder, preciosa, al contrario. Ellos son tus maestros y van a estar presentes siempre.

 

Al principio el dolor lo inunda todo, es normal, necesitamos tiempo y recorrer despacio el camino de introspección que requiere el duelo, pero más adelante tú eliges si los quieres recordar con alegría por todo lo que te han regalado o con amargura por que han partido. A mi me parece que ellos están bien, somos nosotras las que hemos de aprender a estarlo. Y contactar con la alegría es una buena manera de devolverles tanto como ellos nos han dado. Nuestra sonrisa también ilumina, como un cielo estrellado, su camino. Eso sin contar con lo que necesitan los que están aquí vernos de pie y contentas.

EN MEDIO DE LA TORMENTA

 

El duelo es un territorio desconocido, inhóspito, lleno de incerteza. Nada es como antes, todo se tambalea.

Lo que antes nos parecían buenos pilares, seguramente ya no lo son. En medio de esa gran tormenta me parece necesario, tanto como respirar, encontrar momentos de recogimiento.

Guardar silencio, acompañándonos a nosotras mismas, con la intención puesta en sentir, sin juicios ni expectativas suele ser un regalo para nuestros corazones rotos.

Es fácil, ahora, que aparezcan antiguos fantasmas, miedos ancestrales que requieren nuestra atención, como niños que buscan la mirada de sus madres. La ternura es un bálsamo para nuestras heridas. Nada como el cariño para deshacer malentendidos. Reconocer con dulzura nuestros temores nos fortalece.

Nunca hubiésemos querido ver morir a los seres que tanto amamos, no. Conocemos el desgarrador dolor de las despedidas, pero en nosotras también está el crear ese vínculo sagrado que nos une, con lazos de amor eterno, a los que ya han partido. Para eso, aunque en principio parezca inalcanzable, hemos de mantener alta nuestra capacidad de gestar confianza, de amar la vida.

Contador

Visitas

MIS LIBROS

Volver a Vivir

Clicar en la imagen

Clicar en la imagen.

Clicar en la imagen