ERES LUZ
No te estoy diciendo que no sientas miedo. El miedo es algo tan natural como respirar. Lo que te propongo es que vayamos juntas unos pasos más allá de ese miedo.
Sé que el dolor paraliza, pero también conozco la fortaleza que hay en ti, en mi, en todos. No traicionas a nadie si te permites, aunque sea por unos instantes ir más allá de la niebla.
Allí te espera tu alma, tu yo más libre, más auténtico, más secreto. Mira a los ojos a esa mujer sabia, curtida en tantas batallas, esa que no le teme a no poder, a no gustar, a lo que digan los demás.
No te escondas más. Has parido y, tal vez como yo, has pasado por el desgarro de ver morir a un hijo. Conoces bien el amor y el dolor. Ahora ya puedes dejar de sostener lo que te pesa, lo que te aprisiona.
Concédete el privilegio de amarte herida, valiente, temerosa, angustiada, llorosa, celosa… No olvides que en ti habita una diosa.
Aunque te sientas hundida, no olvides que eres luz y en ti reside el poder de renacer con amor.
Mercè Castro Puig
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«VOLVER A VIVIR»
«PALABRAS QUE CONSUELAN»
«DULCES DESTELLOS DE LUZ
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ELIJO EL AMOR
Me siento infinitamente agradecida a mi madre, a mi padre, recientemente fallecido, que me han dado la vida y a mis hermanos, que están ahí y que, de alguna manera, forman parte de mi y yo de ellos.
Se las reconoce porque su energía vibra con la nuestra y despiertan en nosotros algún don oculto. Junto a ellas florece una versión nuestra que permanecía en letargo. Sabes de lo que hablo, ¿verdad?
A mi me gusta imaginar que esta familia de luz no lo es por azar. Tenemos con estas almas un pacto de amor, de ayuda mutua, que va allá de la vida y la muerte. Ese sentimiento también lo siento con mis hijos.
NO SÉ SI ES COSA DE LA EDAD
Al menos a mi, de pequeña, los veranos me parecían largos y los inviernos eternos. El tiempo, entonces, se estiraba hasta casi el infinito en una suave cadencia, sin cambios bruscos, ni sobresaltos. Ahora me doy cuenta que mi infancia fue un oasis, aunque guardo memoria de emociones buenas y otras no tanto.
HAZME UN FAVOR
Hazme un favor, dedica unos minutos a escucharte. Ya sé que es difícil. Solemos estar pendientes de los demás, ¿pero de nosotras mismas…? Eso de prestarnos atención la mayoría no sabemos lo que es.
No me refiero a darnos caprichos a ponernos guapas, a cuidar nuestra imagen, no. Eso está bien, claro, nos lo merecemos. Me refiero a ir más allá, a estar en silencio para dejar que nuestra alma, nuestra esencia divina hable. Sintiendo, solo eso, sin intentar acallar lo que duele.
Hayamos vivido mucho o poco, en nosotras coexisten muchas emociones agradables y desagradables que vamos acumulando con los años. Hemos sido bebés, niñas, adolescentes, nos hemos enamorado o no, hemos tenido tal vez desengaños, desencuentros, quizá hemos vivido duelos desgarradores, grande vaivenes…
Eso es vivir, sí, pero a menudo la inercia nos ciega, nos impide ver la cara más dulce de la vida y entramos en una espiral de cansancio y desazón. Es verdad que el contexto mundial no ayuda. Pero ¿desde cuándo el poder, mal entendido, no se ha sustentado en el miedo, la represión, las guerras? Y, sin embargo, vamos avanzando. De la incertidumbre, nada fácil de sostener, surge, sin embargo, lo nuevo, lo inesperado, lo que no podíamos ni imaginar alcanzar.
Sugiero que en la intimidad de nuestros hogares, en nuestro hacer cotidiano encontremos ese ratito para amparar la velita que todos llevamos dentro, esa que nos une al amor en estado puro e ilumina las sombras. Por débil que sea, si le prestamos atención, es capaz de grandes cambios personales y colectivos. Al fin y al cabo todo parece que está interrelacionado y, aunque cueste de creer, nada cae en saca roto.
Mercè Castro Puig
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VIVIR: ¡MENUDA AVENTURA!
Todo iba más o menos bien hasta que llegó ese vendaval que arrasó tus sueños y se llevó tu paz y aquello o a quién tanto querías. Y, quizá, cuando apenas vuelves a levantar la cabeza, llega otra tormenta. Tal vez creas que la vida es injusta contigo, porqué sería fantástico que todo fuera como la seda, ¿verdad? sin sobresaltos, con ondulaciones suaves, pausadas hasta nuestro último suspiro. Sería bonito y cómodo, sí, pero eso es del todo irreal, esas vidas no existen.
Un día el cielo está claro y al otro caen rayos. Y es muy difícil mantener la cordura, la serenidad, hasta que aceptamos que esto es así, que se trata de ir transitando experiencias, algunas divertidas, otras dolorosas y que en nuestras manos está tan solo acompañarnos con dulzura en esta aventura que llamamos vida.
La ternura, la suavidad, el recibir con alegría y gratitud lo que nos ofrece la existencia, aunque no nos guste, no surge de la nada. No es un pensamiento, es algo que nace directamente del corazón cuando vemos con buenos ojos nuestra tristeza, nuestro enfado, nuestra frustración. Cuando en vez de negar nuestras miserias, las acunamos. Cuando no escondemos nuestra vulnerabilidad, nuestro temor a no poder, a no merecer, a no dar la talla. Cuando nos entregamos a lo que hay, sin maquillaje, se abren las puertas del alma. Con esa luz que brota de nuestro interior es posible transitar los callejones más oscuros, aunque tengamos miedo.
Maria Merce Castro Puig
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NO TIRES LA TOALLA
Cielo, seguramente tu historia es complicada. Estás pasando por un gran duelo y no ves la salida. Puedes quedarte agazapada el tiempo que necesites, el que quieras, estás en tu derecho. Nadie puede pasar por ti ese dolor que te atenaza. Eso es cierto, sin embargo, te sugiero que no tires la toalla, que dejes la puerta del alma entreabierta.
No te cierres a cal y canto con tu desesperación, tesoro, permite que entre el amor aunque solo sea por una rendija. Agradece las manos que te acompañan, ábrete al sostén que te ofrecen las personas buenas, afables. Siente el arrullo de la naturaleza, la ternura del silencio, la frescura de la brisa en la cara. No pases de largo, quédate en esos instantes eternos, llenos de vida.
Entrégate de corazón a lo que hay y aparecerá, como un milagro, la calma. Deja de luchar, pero no tires la toalla. Estás entre dos aguas, en la antesala de renacer cariño.
Maria Merce Castro Puig
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SOMOS DIOSAS, SOMOS VIDA
Si hoy estás triste, te sugiero que no intentes atrancar lo que sientes. No te resistas, te desgastarás en vano. No hay forma de contener el océano.
Siéntate en un lugar tranquilo, pon música suave y deja entreabierta el alma. Con ternura, contempla como desfilen ante ti las amarguras, los pesares, la nostalgia de las ausencias.
La tristeza está aquí hoy para que la abraces, para que lloréis o bailes juntas. Es la antesala de la alegría callada, de la conexión sagrada, de los hilos invisibles que nos unen al amor.
No mires para otro lado cuando ella llama a tu puerta, que sería de nosotras si no nos desgarráramos, sin el miedo que sentimos antes de dar a luz. Luego, ya sabes, viene eso maravilloso, inexplicable, ese milagro que llamamos vida.
Te sientas como te sientas, mírate con buenos ojos, tesoro, somos diosas, capaces de sostener lo inevitable, de comprender lo incomprensible, de amar los desafíos que antes de estar aquí hemos pactado.
Somos vulnerables, claro que sí, por eso emanamos fortaleza, sabemos curar con caricias, recomponer desdichas con palabras cariñosas. Si hoy estás triste, felicítate, es que estás viva. Eres vida.
MERCÈ CASTRO
SUBIDÓN DE AMOR
A veces, sin razón aparente, siento un subidón de cariño. Son instantes en los que percibo la vida suave, en armonía. El corazón se ensancha para dejar espacio a todos los seres que quiero, se desvanece el velo que nos separa, es una sensación taaan agradable.
Doy gracias por los días grises, negros, por la angustia, los desencuentros, el miedo y el dolor que me han llevado a vislumbrar la luz, por la alegría de esos destellos de paz, de amor porqué sí, sin expectativas.
Sé que nada dura para siempre, que el cambio es la única constante aquí en la Tierra, que el viento, a veces, sopla con tanta fuerza que arrasa con lo que más queremos y nos quedamos tiritando, al intemperie. Es así.
Pero es bueno recordar que estamos de paso, que venimos a experimentar, a dejarnos sentir la vida, en plenitud, que luego, cuando estemos en el otro lado, nos gustará comprobar con cuánto amor hemos abrazado lo vivido.
Mercè Castro Puig
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A LAS PUERTAS DEL VERANO
Recuerdo otros junios de mi infancia, a punto de acabar el curso, cuando en el aire cálido bamboleaba ya la promesa de otro verano. Esa sensación de libertad al acabar las clases, de saber que por delante teníamos tiempo para jugar hasta tarde, incluso para disfrutar del aburrimiento.AL SOL
Tal vez tengas que hacer un salto al vacío, empujada por ese cambio repentino, ese tsunami de emociones incontrolables que te invaden sin previo aviso. Tal vez nunca antes te habías enfrentado a la intensidad de esa incertidumbre, de esa desgarradora soledad…
Si tu vida está descontrolada, si nada es como antes, es, a mi entender, el momento de pensar menos y sentir más. Cuando murió mi hijo Ignasi, a mi me fue bien agarrarme a lo esencial. Crear paréntesis, refugios, guaridas en donde reposar.
Descubrí la suavidad, la bondad de dejarme mecer por la calidez de un ratito al sol, sin otro propósito de sentir la caricia de la brisa. Sí, antes había tomado el sol, sí, pero no era lo mismo. ¿Qué es o que hacía, en mi, diferente lo esencial?
Creo que, por primera vez, y por pura supervivencia, empecé a tomar consciencia de lo que me sostenía y lo que no. Qué me daba energía y qué me la quitaba. Entendí con el corazón que una cosa era saber y otra comprender desde el alma. Cambió mi escala de valores.
Y, desde entonces, me he equivocado mil veces y más. Pero mi objetivo sigue siendo morir en paz, con el corazón abierto, recordando el amor que he tenido la suerte de dar y recibir.
Mercè Castro Puig
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Óleo de Nikoletta Király.





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