MIS MEJORES DESEOS
Sea cual sea la situación en la que te encuentres, piensa que este puede ser un buen año para empezar a enderezar tu vida. Sé que hay golpes que lo dejan todo oscuro pero precisamente por eso quiero hablar de las mil tonalidades radiantes de la luz; de la dulzura del perdón que libera nuestros pesares y armoniza nuestras relaciones, de la felicidad de bendecir, que significa decir bien de todo y de todos, de la maravilla de crecer y aprender con el corazón abierto hasta estar en paz con uno mismo y con la vida.
En espíritu no estamos separados, todos somos uno, de tal forma que al sanar nuestras heridas sanamos las de los demás, sobre todo las de las personas más cercanas a nuestro entorno familiar.
Propongo para este 2013 no prestar demasiada atención a las noticias catastróficas que inundan los medios de comunicación y, en cambio, estar muy atentos a la bondad que surge expontanea entre las personas. Ojalá todo lo que vivamos este año lo podamos ver como un fructífero aprendizaje y seamos capaces de darnos con amor la mano. El miedo desaparece cuando entra el amor. Y el amor está siempre disponible, estamos hechos de amor, solo tenemos que invocarlo.
LA ATMÓSFERA DE LA NAVIDAD
Desde hace un par de días que siento en el corazón la niebla de la nostalgia. Sé que es un sentimiento compartido, un clásico navideño que irrumpe por estas fechas en muchos de nuestros hogares. Viene para hablarnos de ausencias, tristezas y desencuentros, sí, lo sé, por eso ayer en casa, entregada como estaba a la nostalgia, las lágrimas me resbalab
an por las mejillas sin apenas darme cuenta, como cuando te hace llorar en la calle el viento frío. Pero hoy me he dado cuenta que este sentimiento es una bendición, que en realidad viene a mostrarnos lo realmente esencial, que es el amor.
Todos, al llegar a cierta edad tenemos heridas y hemos sufrido pérdidas y lo que nos impulsa a seguir es el cariño. No es el dolor lo que nos sostiene, es el cariño. Y a veces la nostalgia, si conseguimos ir un poco más allá, nos ayuda a sentirlo con mayor intensidad. Es bueno darse permiso para estar triste, para llorar, pero también lo es permitirse sentir la fuerza del amor y crear belleza y armonía a nuestro alrededor.
MERECES CONFIAR EN TI
Imagínate que confías plenamente en ti y que esta fe no es una idea, no nace en tu cabeza, surge directamente de tu corazón. No es una fe ciega, no proviene del fanatisno ni el miedo, al
contrario, esa confianza la has ganado poco a poco actuando con amor y sabiduría.
Recuerda que desde que naciste, cada vez que la vida te ha golpeado has conseguido ir más alla del sufrimiento y salir adelante. Al lograrlo has sentido gratitud y has afianzado tu confianza. Imagínate que esa fe en ti ahora ya es tan grande que aceptas entregarte a la vida. Y esa entrega te hace ilusión porque sabes que tarde o temprano te traerá alegría.
AGRADECER LO QUE TENEMOS
Con qué facili
dad se nos olvida que todo lo que tenemos aquí es temporal, incluidos nosotros mismos y cada una de las personas que queremos. Si pudieramos alejarnos del ajetreo del día a día, del malestar de los desencuentros, del dolor de las penas y nos tomáramos un tiempo amoroso y reposado para admirar lo bueno que hay a nuestro alrededor, nos sorprendería lo inmensamente afortunados que somos.
A menudo estamos junto a nuestros hijos, pareja, padres y amigos casi sin verlos, porque la mente no para y siempre encuentra excusas para reclamar nuestra atención con preocupaciones y distraernos de la hermosura de la vida, de la calidez del amor que nos brindan a diario las personas que están aquí y nos quieren.
No esperemos a que nadie se vaya para echarlo de menos y considerarlo un regalo, no esperemos a tener los días contados para disfrutar de los colores del otoño, las brisas de primavera, el calorcito del sol en invierno, la dulzura del agua del mar en verano, el conford de los abrazos…
IMAGÍNATE QUE ERES FELIZ
Imagínate que tus seres queridos que han partido están bien.
Imagínate que sientes su profundo amor y su energía dentro de ti.
Imagínate que eres capaz de sentir alegría y que esa alegría a él o ella le reconforta.
Imagínate que nadie te ha quitado nada, que simplemente su tiempo aquí era limitado, como el tuyo, como el de todos.
Imagínate que su amor es incondicional.
Imagínate que tu bienestar favorece el suyo. Que él o ella quieren lo mejor para ti.
Imagínate que no tienes miedo de expresar tus sueños.
Imagínate que no tienes miedo a ser juzgado por los demás.
Imagínate que vives sin juzgar a los demás.
Imagínate que vives sin el miedo de amar y no ser correspondido.
Imagínate que vives sin el mielo a explorar la vida, aunque te equivoques.
Imagínate que te amas tal como eres.
Imagínate todo eso hasta convertirlo en realidad.
LEVANTARSE DE LA CAMA
Es normal al empezar el d
uelo, incluso mucho después, que algunos días nos cueste levantarnos de la cama. Cuando a mi me sucedía eso me decía a mi misma que todo pasa, lo bueno y lo malo y que esa sensación tan dolorosa, incluso físicamente dolorosa, también pasaría. Cuando nos invade el miedo, lo mejor es dejar de pensar, soltar en lugar de aferrarse y procurar hablarse a uno mismo con cariño, como le hablarías a tu mejor amiga o a una niña pequeña a la que adoras. Por ejemplo, yo me decía algo más o menos así: «voy a levantarme despacito y me daré una ducha, el agua caliente me irá bien, me reconfortará, estoy segura, después me vestiré y me pondré aquel vestido tan bonito y comeré algo rico…” Tenía el estómago cerrado y lo que menos me importaba era ponerme un vestido bonito, pero precisamente por eso necesitaba darme ánimos, tratarme con cariño, sin pensar. Así, poco a poco iba recupendo fuerzas y podía empezar el día.
Al acostarnos por las noches, rodeados del silencio y la intimidad de nuestra habitación, el dolor regresa punzante y el horror se vuelve a hacer grande. Estudios científicos han demostrado que solo un minuto entreteniendo un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. Por eso, para no sucumbir al desespero y enfermar es bueno recurrir otra vez a las palabras y a los pensamientos agradables y revivir algo bonito, por pequeñito que sea, que nos haya sucedido durante el día. Yo creo que a todos nos va bien, aunque no estemos en duelo, crear momentos amorosos a los que podamos recurrir al acostarnos. Me refiero a esos momentos que no cuestan dinero, no valen nada y, en cambio, son tremendamente valiosos para nuestra alma. Si hay algo más fuerte que el miedo, sin duda es el amor.
SILENCIO Y QUIETUD
Cuando la existencia duele es bueno dar largos paseos por la naturaleza, sin prisas y en silencio. Los árboles, las nubes, el sol, el agua, el viento y el cielo son sanadores. También lo es estar callados y sin hacer nada en casa. La quietud y el silencio nos conectan con nuestra fortaleza y nos ayudan a recordar lo valiosos y extraordinarios que realmente somos.
Es más fácil escucharnos y sintonizar con la esperanza, la confianza, la paciencia y el amor incondicional si nos centramos en nosotros mismos, porque es en nuestro interior -y no fuera- donde de verdad se encuentran.
La transformación lenta y profunda que emprendemos durante la travesía del duelo requiere llevar una vida pausada y sencilla. No es momento de acumular, al contrario, la liberación llega si somos capaces de aligerar miedos y desprendernos de lo que nos ocupa demasiado espacio y tiempo. Así, desnudos de recelos, al final del viaje cada uno alzará con plenitud y serenidad el vuelo.
LOS QUE SE VAN NOS DEJAN REGALOS
Cada una de las personas que hemos amado y nos han querido nos dejan cuando se van preciosos regalos. Los pocos que los abren y los lucen desde el principio son seres muy extraordinarios. La inmensa mayoría no podemos ni siquiera verlos antes de atravesar nuestro duelo. Tarde o temprano, sin embargo, cuando los descubrimos admirados recobramos la fe en la vida y la aceptamos aliviados. Porque los obsequios que nos han dejado nuestros seres queridos son justo lo que necesitábamos. Son originales, personalizados, fantásticos, hechos de amor puro.
Los regalos de amor duran siempre, nada ni nadie puede quitérnoslos, ni la muerte.
El primer regalo que pude lucir de Ignasi fue este, que el amor perdura, que va más allá de la muerte ¡qué tranquilidad, qué gran consuelo le dio esa certeza a mi alma! En mis momentos de flaqueza siempre, siempre, puedo recurrir al amor que he sido capaz de dar y recibir.
También me ha regalado la oportunidad de creer en mi fuerza interior. Ahora sé, y antes no, que pese a mis grandes miedos soy valiente cuando es necesario y, aunque me cueste, puedo levantarme cuando caigo.
Son muchos los regalos que he recibido y que sigo recibiendo de la gente que me quiere, esté aquí o en el otro lado.
Soy consciente, porque a mi me ha pasado, que durante los primeros tiempos de duelo daríamos la vida para que todo fuera como antes. Los regalos los cambiaríamos encantados por abrazos. Pero eso es imposible. En cambio, entregarnos a la vida, sin resistirnos, nos devuelve la paz. No podemos controlar lo incontrolable, vivir reaquiere humildad porque la vida es un misterio y aceptar eso es uno de los grandes regalos.
LECCIONES DE CONFIANZA
Alguna vez he hablado en el blog de mi padre; tiene 83 años y un espíritu independiente y positivo. Ahora, sin embargo, empieza a flaquear. El otro día, mientras paseaba, se cayó y se rompió dos costillas. Ha venido a casa a pasar los días de convalecencia y
aunque físicamente está muy recuperado, me temo que el parón va más allá de la caída y que quizá lo que le ocurre es que comienza a encontrarse perdido. Lo veo distraído, como si estuviera entre dos mundos y no sé si podrá seguir ya el ritmo que hasta ahora mantenía.
Tal vez vuelva a coger el compás, no lo sé. Lo que sí sé es que nunca antes lo había visto así, para mí es una situación nueva. Doy gracias a Dios por no trabajar ya en la editorial y poder cuidarle y le pido que me de luz para no convertir lo natural en tragedia. Para que los dos podamos aprender de lo que estamos viviendo ahora.
Creo que para mi es una lección de confianza en el proceso de la vida y en mi misma. ¡Me gustaría ser menos trascendental, pensar menos, ser más divertida y ligera!








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