REGALOS

SER, TAN SOLO SER, SIN MÁS

A mi me gustan las flores y, a la que puedo, engalano los jarrones de mi casa. Ahora tengo peonias, de un rosa intenso. Me encantan.

 

Disfruto comprobando como se van abriendo, como mantienen su hermosura hasta su último suspiro. Aparentemente no hacen nada, sin embargo, su mera presencia le da calidez a mi alma.

 

Las flores me producen bienestar, también eleva una octava mi alegría salir del ajetreo diario, pararme y no hacer nada. Ni siquiera hablar conmigo misma.

 

En esos momentos de agradable intimidad me reconforta ir más allá de las palabras, de los pensamientos que vienen y van, de las ideas sobre lo que está bien o mal… Respiro, solo respiro y siento el calor, el frío o el cansancio.

 

Por unos pocos segundos dejo de ser hija, esposa, madre, abuela, trabajadora, responsable, frívola, alta, baja, delgada o gorda. Me limito a ser, como las flores, sin más. Son instantes de pura vida, en los que todo encaja.

 

EL HILO INVISIBLE

 

 

Cuando un hijo muere cada una de nuestras células llora el vacío de su ausencia. La vida, el Universo entero se detiene ante la magnitud de nuestra profunda tristeza.

 

El impacto de la separación es tan potente que rompe las compuertas que retenían infinitud de emociones, de dolores sin nombre que arrastramos desde hace generaciones.

 

 

¡¡Hay tanto que sentir, tanto acumulado!! Por eso los grandes duelos nos sacan del tiempo de los calendarios, de la razón, de los argumentos, de lo que antes era lógico y parecía tierra firme.

 

Hay muy poco fuera que nos sostenga, aunque todas las manos que nos tienden sin reclamos son verdaderos regalos.

 

Es casi imposible llegar a la otra orilla sin tirar despacio del hilo de la madeja de amor que guardamos dentro. Ese hilo invisible nos devuelve con suavidad a la vida.

 

Es de nuestro interior que brota la alegría cuando, de la mano del miedo, atravesamos la niebla, nos ponemos en pie y abrazamos con calidez a los que amamos.

 

Pasamos de sobrevivir a vivir cuando respiramos hondo y nos ofrecemos a lo que venga. La entrega, parece un contrasentido, nos libera.

 

Y así empezamos a atar cabos. Ah, se trataba de eso; de estar presente cuando hay alegría, tristeza, miedo, incertidumbre o certeza, de sostener y dejarnos sostener, sin más. De decir palabras cariñosas, de mirar a los ojos a los otros. De estar en silencio… De reír y llorar juntos, sin ahogar con nuestras lágrimas a nuestros otros hijos.

¿CÓMO TE SIENTES HOY?

 

Te propongo un juego. Cierra los ojos y pídele a tu cerebro que te muestre una imagen de cuando eras niña. ¿La tienes? ¿Está contenta, despreocupada, enfadada, asustada, triste, alegre…? Esté cómo esté no le pidas explicaciones, no busques motivos, simplemente mírala con cariño, acaricia sus cabellos y abrázala. No es necesario que le expliques nada, esté como esté tu niña hoy tan solo necesita sentirse querida, arropada.

 

Si está triste o tiene miedo agradecerá tu cálida presencia, si parece enfadada, déjala que exprese su rabia, escúchala y acaríciala con la mirada. ¿Tal vez está exultante, pletórica de energía? Si es así, deja que cada una de tus células se impregne de su alegría. En ti está todo lo que anhelas; recuerda los instantes de entusiasmo. La intensidad de algunos momentos, la pasión con la que vivías de niña, esa certeza de que todo es posible.
Ya no somos niñas, pero aunque la vida nos haya herido una y mil veces, siempre podemos elegir entre la amargura y la serena alegría.

NO TE ACABES NUNCA

 

Ayer se presentó en Barcelona, “No Te Acabes Nunca” un precioso libro de poemas de María Leach con ilustraciones de Paula Bonet.
María empezó este libro, sin saberlo, al poco tiempo de morir su marido joven, muy joven, cuando llevaban algo más de un año de casados y acababa de nacer su hijo.

 

Las palabras de María son de una honestidad y una belleza inmensas, destilan amor y llegan al alma. Sus poemas curan. Con su dolor ha creado algo bonito, que nos ilumina a todos. Gracias María.

 

En la presentación dijiste ayer que te parecía extraño no haberte dado cuenta, al casarte, que os quedaba poco tiempo para estar, aquí, juntos. Y me he levantado hoy pensando en eso, en que no sabemos cuándo va a ser la última vez que vamos a un lugar que amamos, que nos compramos el último abrigo, que abrazamos a alguien muy querido, que vemos el mar o hablamos por teléfono con aquel amigo que vive lejos.

 

He abierto los ojos con el eco de tus palabras revoloteando y me he hecho el propósito de vivir intensamente cada momento, de celebrar cada encuentro, de ir despacio, de saborear lo que estoy haciendo, de ponerme guapa porqué sí, de poner la mesa con cariño, de hablar con dulzura con todos los que me encuentro por si es de las últimas veces que puedo hacerlo. Gracias María por recordármelo.

ABRAZA TU CUERPO

 

 

Párate un momento, cierra los ojos y escucha a tu cuerpo. ¿Hay algún dolor?, ¿notas cansancio?, ¿la respiración es agitada, profunda, superficial, lenta? ¿Sientes alguna tensión?

Cuando me permito hacer eso y me limito a pasar un ratito atenta al cuerpo, sin intentar modificar nada de lo que observo, a menudo me invade una agradable sensación, como si se estuvieran aflojando hasta romperse unas amarras invisibles que mantenían tensos los músculos y en alerta cada una de mis células.

 

Nuestro cuerpo nos acompaña desde siempre en ese viaje que llamamos vida y, con frecuencia, damos por hecho que es su obligación hacerlo sin, ni siquiera, dedicarle una palabra amable, una sonrisa de reconocimiento por cada latido, por cada inspiración, cada sutil movimiento…

Él ha estado presente en cada una de nuestras batallas, de nuestros desencuentros y guarda, en su memoria, todo el dolor que no hemos expresado en llanto.

 

Cuando dejamos hablar al cuerpo en vez de amordazarlo, de obligarlo, de someterlo, de acallarlo o criticarlo recuperamos nuestro centro, nos sentimos con más fuerza, más enraizados en la tierra y, eso, paradójicamente nos da alas, nos une a algo más grande, nos enlaza, despierta esa parte, profunda y antigua, que sabe que todos somos uno, que nada existe fuera y por separado.

DESTELLOS DE LUZ

 

cel-i-dessertCuando la vida nos pone de rodillas podemos quedarnos en el suelo, hacer oídos sordos, cubrirnos con un manto de lamentos y quedar fuera del mundo hasta que llegue nuestro último suspiro. Sí, podemos adoptar esa actitud y seguramente no tenemos otro remedio que hacerlo durante algún tiempo hasta que intuimos que, tal vez, aunque parezca imposible, tenemos la fuerza para levantarnos, aunque no sepamos cómo.

 

Al principio vamos a tientas. El huracán se ha llevado lo que éramos y el dolor nos ciega. Dentro de esa oscuridad, no obstante, es posible ver surgir preciosos destellos.

 

Las palabras cariñosas son uno de ellos. Tienen luz propia. Cuando somos capaces de decirnos a nosotros mismos algo agradable, afectuoso, en nuestro interior se enciende el interruptor del cambio. Cada palabra de amor que pronuncian nuestros labios alienta el sosiego y tiene el poder de crear bondad. Cada palabra de amor que escuchamos es un canto a la vida que tira de nosotros hacia arriba.

 

También los silencios son sagrados cuando están vacíos de quejas y reproches. Hay silencios tan cálidos que parecen abrazos. La quietud de esos silencios nos acuna y tiene mucho que ver en nuestro renacer. Como si el alma necesitara calma y sigilo para hacer limpieza de tantas tristezas, de tanto dolor aparcado, antes de incorporarse al río de lo cotidiano.

 

cel-de-nitOtro reluciente destello es el perdón. Tiene el don, la gracia, de sanar los corazones rotos. Nos convierte en personas más dulces, menos rencorosas y amargadas. Nos aparta del odio y la culpa y nos acerca a la belleza, a la alegría de volver a empezar. Esa alegría serena que refleja la mirada de los que han descubierto su fortaleza al perdonar, sin reservas, a sus enemigos. El odio no es conquistado por el odio. El odio es conquistado por el amor.

Por eso, esos guerreros de luz han ido más allá de sus propios miedos y saben que aceptar y agradecer es la clave. Aunque muchos tengamos que empezar el camino aceptando que no aceptamos los que la vida nos trae.

 

 

TODO ENCAJA

CAVALLERIA PLUS

 

Hace 16 años que se fue Ignasi y, para mí, las fechas señaladas y los aniversarios siguen teniendo una fuerza tremenda. Da igual que intente sin éxito despistar a la nostalgia y pasar de puntillas, como hice el pasado 8 de junio, día de su cumpleaños. Amparada por el amor inmenso que siento por mi nieto -que aquel día lo pasó en en casa-, intenté engañarme y disimular tanto como puede para alejar la tristeza de no poder ver a Ignasi convertido en un hombre de 31 años. No me sirvió de nada, me levanté con la espalda contracturada, el cuello rígido y una piedra enorme en medio del pecho. No estoy hablando del dolor desgarrador de los primeros años, no, simplemente el cuerpo me recordó que el alma necesita mimos y silencio, que parir y ver morir a un hijo requiere un grado de consciencia extremo. Por eso hoy, que es su santo, al abrir los ojos lo primero que he hecho es felicitarle, lo segundo encender una velita y prometerme que todo el amor que soy capaz de dar se lo regalo. Es curioso porque como me he dispuesto a sentir, la nostalgia se ha desvanecido y en su lugar ha ido creciendo, con suavidad, la dulzura. Cuando acepto lo que soy, lo que hay, sin pretender ser ni más ni menos todo encaja.

ELEGÍ LA VIDA

No quise huir:
y elegí mirar de frente,
levantar la cabeza,
y enfrentarme a los miedos y fantasmas
porque no por darme la vuelta volarían.

 

No pude olvidar mis fallos:
pero elegí perdonarme, quererme,
llevar con dignidad mis miserias
y descubrir mis dones;
y no vivir lamentándome
por aquello que no pude cambiar,
que me entristece, que me duele,
por el daño que hice y el que me hicieron.
Elegí aceptar el pasado.
No quise vivir solo:
y elegí la alegría de descubrir a otro,
de dar, de compartir,
y no el resentimiento sucio que encadena.
Elegí el AMOR…
Rudyard Kipling tras la pérdida de uno de sus hijos

 

Flors

LA BRÚJULA EMOCIONAL

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Virgínia Villarroya, periodista del primer canal online de crecimiento personal, me ha hecho una entrevista a raíz de la publicación de mi nuevo libro Palabras que consuelan.

 

 

Me hace ilusión compartirla con vosotros, compañeros en este viaje que nos lleva a trascender el duelo y amar de nuevo la vida, con la intención de recuperar la alegría, aunque parezca una misión imposible .

 

 

Se emite durante esta  semana todos los días a las 9h de la mañana, a las 17h de la tarde y a las 12h. de la medianoche. El enlace es www.brujulaemocionalfm.com

Un abrazo grande para todos

¿QUÉ CAMINO DE DUELO ELIGES?

 MARGARITAS 

«Puedes llorar porque se ha ido o puedes sonreír porque ha vivido,

 

 

puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado,

 

 

tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver o puede estar lleno del amor que compartisteis,

 

puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío, dar la espalda o puedes hacer lo que le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir»

 

POEMA POPULAR ESCOCÉS

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