SER, TAN SOLO SER, SIN MÁS
A mi me gustan las flores y, a la que puedo, engalano los jarrones de mi casa. Ahora tengo peonias, de un rosa intenso. Me encantan.
Disfruto comprobando como se van abriendo, como mantienen su hermosura hasta su último suspiro. Aparentemente no hacen nada, sin embargo, su mera presencia le da calidez a mi alma.
Las flores me producen bienestar, también eleva una octava mi alegría salir del ajetreo diario, pararme y no hacer nada. Ni siquiera hablar conmigo misma.
En esos momentos de agradable intimidad me reconforta ir más allá de las palabras, de los pensamientos que vienen y van, de las ideas sobre lo que está bien o mal… Respiro, solo respiro y siento el calor, el frío o el cansancio.
Por unos pocos segundos dejo de ser hija, esposa, madre, abuela, trabajadora, responsable, frívola, alta, baja, delgada o gorda. Me limito a ser, como las flores, sin más. Son instantes de pura vida, en los que todo encaja.
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