Mercè Castro

NADA ES COMO ANTES

BUGA-TERRAEstoy leyendo con la puerta del patio abierta y, de pronto, distraída, levanto la vista y contemplo las gotas de lluvia y las flores de bugambilia, de un fucsia precioso, esparcidas por las baldosas mojadas del suelo. Sin querer, me invade la certeza de la impermanencia.

 

Hace solo dos días, en la isla del mediterráneo en la que estoy, el cielo era de un azul intenso y el calor casi insoportable. La luz del sol, sin matices, cegadora, lo dominada todo. Hoy predominan los grises y el frescor impregna el aire suave y tibio.  

 

Todo cambia, nada perdura, esa es la certeza que he sentido en la piel cuando he levantado la vista del libro y he posado la mirada en el patio de mi casa menorquina.

 

Sin embargo, a menudo nos aferramos a lo que ha sido como si la vida fuera una foto fija que anhelamos. Es muy posible que tengamos la idea de que todos los veranos tienen que ser como aquel que recordamos. Pero lo cierto es que nunca nada es como antes, nunca. Cada instante es único, irrepetible, distinto. La vida se simplifica mucho y adquiere una gran belleza cuando, aunque sea por unos instantes, intuimos eso.

ME GUSTA IMAGINAR

 

 

ATALISHoy me dejo mecer por la nostalgia. Es una nostalgia dulce; contiene tristeza por lo que fue y dicha por haber vivido lo perdido.

 

No hay en este sentimiento quejas ni reclamos. La vida es lo que es y cada día encierra la posibilidad de un nuevo comienzo.

 

He vivido momentos de intensa plenitud y otros de dolor inmenso. No reniego de nada. Cada experiencia, error, alegría y desengaño han ido esculpiendo con paciencia lo que soy y señalan, tal vez, el camino de lo que seré.

 

El dibujo final, el definitivo, no obstante, aparecerá con claridad el día de mi último suspiro.

 

Mientras, me gusta imaginar que tengo la libertad de vivir a mi aire, de reír, de crear mi realidad. Me encanta correr velos, abrir puertas y sentir que mis muertos están tan cerca de mi como los vivos.

 

Me gusta imaginar que por la noche, cuando cierro los ojos, un manto de paz cálido envuelve todos los rincones de este mundo y nadie, nadie siente frío, hambre o miedo.

 

«VOLVER A VIVIR» Y «PALABRAS QUE CONSUELAN» EN AMAZÓN.ES

 

Volver a vivir_PRINTPara las personas que viven fuera de España no es fácil a veces encontrar mis libros “Volver a Vivir”, el diario que escribí durante el primer año después de la muerte de mi hijo Ignasi y «Palabras que consuelan», el que publiqué a los 15 años de su muerte y que habla de las herramientas que he utilizado para afrontar mi duelo y volver a encontrar sentido a la vida.

 

De la muerte se habla poco y de la muerte de un hijo menos. Por eso, me reconforta y me parece útil compartir el camino recorrido. Agradezco a las nuevas tecnologías que permitan que esta información sea más accesible y que mis libros  forman parte del catálogo de http://www.amazon.es.

 

La muerte de un hijo nos deja sin suelo bajo los pies, nuestra realidad se rompe. Todo lo que hasta entonces nos sostenía desaparece y entramos en el tiempo sin tiempo de las grandes pérdidas.

 

palabras_que_consuelanDurante la travesía de mi largo duelo he podido constatar que el amor es lo único que de verdad sostiene, que no es posible dejar atrás la rabia, el dolor, la culpa o la locura si no miramos, en silencio, en nuestro interior y dejamos ir con cariño el pesado lastre que arrastramos hasta quedar desnudos y empezar a renacer.

 

El duelo supone una gran transformación. El proceso es lento, casi imperceptible, como todos los movimientos profundos, y nada tiene que ver con lo externo. La clave, lo que nos permite ver la luz después del túnel, reside en nuestro interior, no se encuentra fuera. Hay que ir atravesando capas de rencores antiguos, de angustias heredadeas, de abandonos y desesperos hasta dejar al descubierto el amor y la serenidad.

APRENDER A DISFRUTAR DE LA VIDA

 

NENS JUGANT AMB AIGUATal vez fue cuando empecé la adolescencia o incluso antes, durante la niñez, no sé. Pero hubo un día en que, igual que la diosa Atenea, me armé con un escudo para poder salir indemne de la desazón y el miedo de no saber quién era ni de dónde venía, ni qué hacía yo aquí, en lo que llamamos vida.
Necesité con urgencia huir de la incertidumbre, sacudirme las emociones y pisar tierra firme con pies de guerrera. Supongo que me pareció buena idea vivir acorazada para no sentir. No siempre lo conseguía, claro. El malestar, como la niebla espesa, se apoderó en diversas ocasiones de mi alma pero no lo suficiente como para hacer estallar de golpe la guarnición de acero que me recubría entera. Eso solo lo consiguió la muerte de Ignasi; el dolor desgarrador de su partida me dejó sin protección y en carne viva.

 

Eso, aunque tardé mucho en darme cuenta, fue uno de los muchos y preciosos regalos que me dejó mi hijo: aprender a sentir “a capela”, sin resistencias. Lo que nos disgusta e intentamos rechazar a toda costa se hace grande, crece, en cambio si le permitimos existir deja de molestarnos, incluso es posible que llegue a transformarse en algo agradable. Lo sé, he podido comprobarlo.

 

JodhpurPor eso, ahora, cuando me asalta el miedo y la incertidumbre les permito que entren. Me quedo quieta y les escucho en silencio sin pretender modificarlos. Lo mismo intento con cualquier pensamiento negativo. A menudo siento vergüenza de pensar lo que pienso, pero no me riño. Me limito a sentir la vergüenza con la esperanza de que, tarde o temprano, se desvanezca.

Con cada situación complicada que me presenta la vida procuro aplicar el mismo sistema. Verla como una oportunidad de darle la vuelta. Quizá no lo consigo ni al primero, ni al segundo ni al tercer día, da igual el tiempo, lo importante es que confío en poder transformarla. Me gusta imaginarme que, de esta manera, voy quitando capas y capas de polvo acumulado durante siglos que me impiden vislumbrar quién soy. Qué hago aquí ya lo sé: aprender a amarme y a disfrutar de la vida con ilusión.

SENSIBILIDAD A FLOR DE PIEL

ORQUIDIAA veces, la emoción me inunda. No se trata de una emoción en concreto, al menos yo no sé reconocerla. Es más bien un “subidón” de sensibilidad que en apariencia me convierte en un ser absolutamente vulnerable; se me humedecen los ojos al abrazar a mi padre, me quedo hipnotizada mirando a un bebé en la calle, noto como mi corazón se abre de par en par, de tanto cariño, al encontrarme por casualidad, en el mercado, a un sobrino que he visto nacer y que ahora ya es un hombre.

 

En estos días de sensibilidad a flor de piel siento, con gran intensidad, como se hacen presentes, dentro de mi, las personas que amo y hace mil años que no veo.

 

Y me gusta imaginarme que el “plan es perfecto”, que puedo permitirme ser sensible y abandonarme, sin armaduras, en los brazos de la vida, muy quietecita, sin hacer ni pensar nada, simplemente respirando amor.

PURA VIDA

 

bugambiliaEl verde tierno de las hojas nuevas de los árboles, suaviza la luz de mi calle con una promesa de intimidad, de frescor, de sosiego.

 

Sin embargo, la calma es aparente, tan solo un ligero velo. Detrás hierve la vida que despierta a borbotones. Estamos en Mayo y vivo en el mediterráneo.

 

De la noche a la mañana, el aire cálido, casi de verano, ha ido despertando, uno a uno, los balcones y terrazas. De la nada, como un milagro, ha explotado, de repente, el fucsia de las buganvilias y el rojo vivo de los geranios.

 


La vida es imparable, va sola, no tiene sentido que carguemos el mundo a nuestras espaldas. Me resisto a cerrar los ojos a tanta hermosura.

 

Cuánta más belleza atesore, más y mejor acompañados se sentirán los amores que viven en mi corazón.

AMOR Y NOSTALGIA

 

MARE-FILL RECIÉN PARITRecuerdo algunos primeros de mayo, de pequeña, y me veo robando rosas de las que sobresalían de las verjas de las pocas casas con jardín de mi barrio. Con suerte, juntaba dos o tres para llevárselas a mi madre, con el corazón rebosante de ese amor absoluto y dulce de la niñez. La alegría de mi madre era la mía, yo no sabía nada del mundo pero sentía, con una certeza antigua y profunda, que mi felicidad dependía de la suya. Su sonrisa y sus caricias me daban la paz, la vida tanto como el agua, el aire y el sol.

 

Mientras ella vivió creo que no hubo un solo primero de mayo que no estuviéramos todos entorno a su mesa festejando su amor.

 

Y ahora me doy cuenta que fue su amor el que me sostuvo cuando fui madre y todo mi ser explotó de emoción. Mi madre  abrazaba y alimentaba a mis hijos cuando yo no estaba, igual que la Madre Tierra nos alimenta y nos sostiene a todos.

 

Fueron mi madre, mi abuela, mi tatarabuela y todas las mujeres de la familia que nos han precedido las que me enseñaron con susurros cómo cuidar con amor.

El día de la madre es el día de todas las mujeres lo sean o no. Para nutrir a los demás no hace falta engendrar un hijo.

FANTASMAS DEL CORAZÓN

C0mparto esta reflexión de Jeff Foster. La encuentro preciosa:

SOFÀ

 

Nada ni nadie puede ser borrado del corazón. Porque una vez que fuiste tocado por alguien y lo tocaste a cambio, una vez que lo abrazaste tiernamente entre tus brazos y él te abrazó a cambio, y lo reconociste como tú mismo, y lo dejaste entrar, queda un recuerdo indeleble en el corazón; sin importar lo mucho que intentes olvidarlo, sin importar lo mucho que trates de alejarlo. Porque el corazón no conoce de tiempo, ni ausencia, ni separación, ni errores, y somos siempre inseparables de todo lo que hemos experimentado o de lo que hemos huido. Estamos hechizados por el pasado hasta que lo enfrentamos, somos perseguidos por todo aquello que hemos evitado.

 

El corazón cerrado, que en un principio aparenta ofrecer cierta protección, pronto se siente como una prisión, y hay un dolor más grande que ese dolor: el dolor de huir de nuestro dolor, separándonos de nosotros mismos para ir en busca de algún ideal de ‘amor’ de segunda mano. No puede haber dos. Sólo hay Uno.

 

El amor no puede ser dividido, sin embargo corremos hasta que las piernas nos arden de dolor. Y por fin, caemos de rodillas, exhaustos. Y después, quizás, nuestros corazones se abren. Y no podemos cambiar el pasado, no podemos borrar lo que ocurrió, pero sí podemos enamorarnos del presente, de donde estamos, con la clase de amor que siempre buscamos en el tiempo.

 

Cae en mí, susurra. Deja ir todo.

 

Y los tristes fantasmas corriendo hacia ti sólo querían ser admitidos en el resplandor de tu presencia. Su viaje encuentra el fin, y mueren una dulce muerte en tus brazos, disolviéndose en luz.

Eres perdonado, en la presencia, y no había nada que perdonar.

– Jeff Foster

TALLER 9 DE MAYO

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CÓMO TRASCENDER EL
DOLOR Y AMAR LA VIDA

 

Queda una plaza vacante para el próximo taller que imparto el 9 de mayo en Barcelona. El grupo es reducido y trabajamos de forma personal y cariñosa el “Dejar ir”, soltar lastre, para poder vivir con más serenidad y alegría.

 

En estos talleres, que pueden tener o no continuidad, según cada cual decida, ofrezco las herramientas que a mí me han ayudado a transitar el camino del duelo y volver a estar presente con ilusión en la vida.

 

 

SÁBADO 9 DE MAYO

 

HORARIO: de 10h a 13:30h

 

LUGAR: BARCELONA

 

INFORMACIÓN E INCRIPCIONES:
650 98 38 80
isona@ibernet.com

 

CONECTAR CON LA BELLEZA DE LA VIDA

llunaTodos guardamos en nuestro interior, muy hondo, la herencia oscura de la especie humana. Esa parte negra de la que tratamos de alejarnos hasta que nos damos cuenta que si la negamos se hace grande y nos somete. Solo con amor es posible iluminar la oscuridad y transformarla.

 

Cuando entregamos la negrura con dulzura es fácil volver a conectar con la belleza y la magia de la vida. Es así como suelen alejarse los miedos, los recelos, las inseguridades y, en su lugar, florecen la confianza, la alegría y ese amor cálido que surge de dentro y no depende de nada ni de nadie.

 

Por eso, porque persigo el sosiego y la belleza, cuando me siento rabiosa, triste, ansiosa, dolida o herida me lo permito. Me doy tiempo. Sé que la rabia, la tristeza, la ansiedad, el dolor y la frustración quieren ser oídas. Son mis emociones y no puedo ni quiero eludirlas. Nos sentamos juntas y las escucho sin juzgarlas ni intentar cambiarlas. A veces me hablan a través del cuerpo; se me encoge el estómago, me duele la espalda, el corazón se acelera… También puede aparecer en la conversación algo o alguien que necesita ser perdonado. Perdonar, perdono siempre. Es un regalo que me hago. No me gusta estar atada y, al fin y al cabo, todos arrastramos miserias, somos divinamente humanos.

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