AMOR Y NOSTALGIA
Recuerdo algunos primeros de mayo, de pequeña, y me veo robando rosas de las que sobresalían de las verjas de las pocas casas con jardín de mi barrio. Con suerte, juntaba dos o tres para llevárselas a mi madre, con el corazón rebosante de ese amor absoluto y dulce de la niñez. La alegría de mi madre era la mía, yo no sabía nada del mundo pero sentía, con una certeza antigua y profunda, que mi felicidad dependía de la suya. Su sonrisa y sus caricias me daban la paz, la vida tanto como el agua, el aire y el sol.
Mientras ella vivió creo que no hubo un solo primero de mayo que no estuviéramos todos entorno a su mesa festejando su amor.
Y ahora me doy cuenta que fue su amor el que me sostuvo cuando fui madre y todo mi ser explotó de emoción. Mi madre abrazaba y alimentaba a mis hijos cuando yo no estaba, igual que la Madre Tierra nos alimenta y nos sostiene a todos.
Fueron mi madre, mi abuela, mi tatarabuela y todas las mujeres de la familia que nos han precedido las que me enseñaron con susurros cómo cuidar con amor.
El día de la madre es el día de todas las mujeres lo sean o no. Para nutrir a los demás no hace falta engendrar un hijo.
El amor de una madre es lo más parecido al amor de dios (entendido este como cada uno lo sienta) en la tierra.
Gracias, Mercè, como siempre.
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Gracias a ti, Alicia, un abrazo grande