Mercè Castro

SIENTO LUEGO EXISTO

 

 

desertTener una mente clara y serena que nos permita pensar con eficacia y fluidez esta bien, pero la mía, a la que me despisto, suele ir por libre y tiene la virtud de volverme loca, de insistir en mostrarme pensamientos que suelen producirme malestar, incluso miedo. Con el tiempo me he dado cuenta que me conviene atarla en corto, impedir, en definitiva, que tome el control y me mantenga dando vueltas a un circuito ficticio, repetitivo, que roza a veces la pesadilla. Cuando eso ocurre, cuando la mente pone la directa solo tengo una forma de pararla: sintiendo.

 

 

Cuando me limito a sentir, a atravesar la emoción que me perturba sin reaccionar a ningún impulso, se abre ante mi la magia de la vida. Desaparecen los límites, el poder retorna a mi centro y aquello que me parecía tan horrible deja de serlo. Percibo, entonces, que todo es posible que la vida puede ser inmensamente bella si yo apuesto por ello. La mente me lleva a lo conocido, en cambio, abrirme a sentir, sin expectativas, me lleva siempre a un lugar nuevo.

 

 

Desde pequeña me ha gustado imaginarme que las cosas pueden ser distintas a como son o a como los mayores me decían que debían ser. Todos hemos escuchado alguna vez la frase tajante: “dos más dos son cuatro”, como queriendo decir que “eso es lo que hay, las cosas son así, siempre han sido así y así continuarán siendo”. ¿Pero qué hay de malo en imaginar otras maneras de vivir? También tres más uno son cuatro, ¿o no?

 

CEL DE NIT¿por qué no jugar a crear nuestra propia realidad, en vez de adaptarnos a la realidad establecida? Desde la mente es imposible, eso ya lo sé. La mente se basa en lo conocido, en las creencias que configuran nuestra cultura. La mente piensa según los programas que contiene, igual que seguramente podrán hacerlo fantásticamente bien los robots que tenemos a la vuelta de la esquina. Aaaah, pero sentir es otra cosa. Nuestra capacidad de sentir es algo maravilloso, aunque las emociones y sentimientos duelan como ocurre cuando atravesamos un gran duelo. Al final del túnel, si hemos sido valientes y hemos sentido sin retener ni rehuir nada, aparece ante nuestros ojos un nuevo paisaje. Posiblemente nos encontremos en un lugar amoroso y amable con lo que en esencia somos. Más allá del duelo resurge la alegría, la honestidad y desaparece la tendencia a fingir que somos lo que no somos.

 

 

 

 

 

PROTEGER O SOBREPROTEGER

 

 

abraçada fotoPedir lo que quiero, no siempre me resulta fácil, en cambio, de forma natural, desde pequeña, he tenido predisposición a intuir lo que creo que necesitan los demás y ofrecérselo. Y así, casi sin darme cuenta, a lo largo de mi vida, he ido tejiendo la telaraña de la sobreprotección, sobre todo con las personas que más quiero. Ese es un camino directo al sufrimiento, ahora lo sé.

En primer lugar, porqué la sobreprotección se basa en el miedo (no en el amor) a que suceda algo que nos cause sufrimiento. Y, claro, todo lo que se sustenta en el miedo a la corta o a la larga causa sufrimiento. Es un callejón sin salida, un pez que se muerde la cola. Es la paradoja de la sobreprotección.
En segundo lugar, de alguna manera, con el apego a sobreproteger impedimos que el otro avance, aprenda de sus errores, adquiera confianza en sus aciertos… Eso queda lejos del amor. Y vuelta al sufrimiento.

 

 

Además, en última instancia, nadie sabe, en realidad, lo que necesitan o no los demás. Lo bueno para mí no tiene por qué ser lo mejor para los otros ¿verdad?

 

 

Se mire como se mire, la sobreprotección es un mal negocio. Mucho más rentable, en todos los sentidos, es confiar en que cada uno cuenta con la capacidad y fortaleza para elegir la actitud con la que decide recorrer su vida.
DOFINS. Mare-fill las 19.30.40Proteger, a secas, a los que queremos es, a mi entender, más amoroso. Tiene más que ver con acoger. En el fondo consiste en permitir que los demás exploren a su aire las distintas posibilidades de estar en este mundo, y ayudarles si en algún momento nos piden que lo hagamos y nos es posible. Sin reproches, ni siquiera el típico “Ya te lo decía yo”.

 

 

La línea entre la sobreprotección y la protección a secas es fina y puede parecer difusa, al menos a mi me lo ha parecido a menudo, sobre todo con mis hijos. Mi truco es el siguiente: cuando sobreprotejo siempre hay control, miedo, tensión. Tensión incluso que se refleja en mi espalda, sobre todo de las dorsales para arriba. Cuando el impulso es de protección a secas no me desgasto, permito que las cosas sean, que la vida suceda, simplemente me dispongo a estar presente con amor.

LIGERA DE EQUIPAJE

COLIBRÍ

 

Recuerdo que durante mis primeros tiempos de duelo, por primera vez en mi vida, deje de tener expectativas; me daba igual una cosa que otro. Vivía el día a día y ese día a día se basaba en la pura supervivencia.

 

Saltaron por los aires, con la muerte de mi hijo, mis aspiraciones. De repente dejó de importarme la inmensa mayoría de las cosas que hasta entonces creía importantes. Empecé a soltar las convenciones, las máscaras que ni me había dado cuenta que llevaba. Ese fue el primer de los innumerables regalos que me dejó Ignasi.

 

Me quedé desnuda, en carne viva, es cierto, pero libre de las armaduras con las que yo misma me había ido recubriendo. ¡Qué sensación de libertad, qué cómodo resulta liberarse de tanto peso!

COLIBRÍ-FLORS ROSES

Eso, unido a la certeza de que el amor me sostenía, activó, en aquellos tiempos de dolor y locura, destellos de plenitud. Eran fugaces, pero intensos y, sobre todo, conseguían iluminar, aunque fuera unos leves instantes, la oscuridad.

 

Ahora, cuando vuelvo a sentirme atrapada por mi propia historia, me paro y recuerdo la bondad de vivir el momento presente, sin querer imponer nada. Me reconforta sentir que todo es posible si yo me abstengo de controlar la vida y me limito a dejarme sorprender sin reservas, con absoluta entrega, como lo hacen los niños. Además, todos contamos, si queremos, con la capacidad de amarnos suceda lo que suceda.

EN EL ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MI HIJO

NEU-TULIPANS2015-12-01 a las 18.12.22A pesar de que han pasado 17 años de aquel 26 de Diciembre una parte de mi sigue suspendida en aquella noche en que mi hijo Ignasi perdió la vida.

 

 

Esa parte lo recuerda todo; el coche dando vueltas, la certeza de que nada volvería a ser igual, los 2 días que estuvo mi adorado hijo en coma, mi otro hijo, Jaume, mi adorado benjamín, separado de mi en otro hospital, mi marido con lesiones que podían ser graves… Mi absoluta impotencia.

 

 

Esa parte de mi, que sigue en esa desolada autopista, esa mujer de 41 años que era yo entonces necesita de la mujer que soy ahora para salir del horror de esa semana trágica. Por eso hoy, a primera hora, he decidido ir allí y abrazarla, susurrarle con dulzura que Ignasi está bien, que Jaume se ha convertido en un hombre amoroso, padre de un niño precioso, esposo de una mujer fantástica. Que en casa vuelve a reinar el amor, que esté tranquila que yo la protejo, que ahora, a mis 58 años tengo la certeza de que es posible confiar en la vida, aunque duela.

 

 

Ella me mira, todavía asustada, mientras le hablo flojito de todo lo que hemos conseguido las dos juntas, de lo feliz que es Lluís, mi marido, de lo sabio que es mi padre, de nuestro nieto, de los días claros en que el amor lo impregna todo y envuelve a todas las personas que amo.

 

A LAS PUERTAS DE LA NAVIDAD

arbol-navidad-613x400Miro para atrás y recuerdo el dolor desgarrador de mis primeros tiempos después de la muerte de mi hijo Ignasi; ese vacío desolador, esa desesperación sin fondo que sienten ahora las personas que empiezan un gran duelo. Algunas las conozco, como a mi primo Sergio y su esposa Merche, sé parte de su historia, tenemos raíces comunes, de otras solo sé lo que, con el corazón abierto, comparten con amor conmigo… En realidad, seamos familia o no, a todas nos une, más allá de cualquier parentesco, la necesidad de saltar a ciegas el abismo que nos separa de la vida.

 

 

Soy consciente que de poco o nada sirven las palabras y los consejos. El valor solo puede salir del interior de cada uno. Pero también soy consciente, porqué lo he vivido, que las caricias, las miradas y las sonrisas dulces y sinceras, además de reconfortar, tienen el don de sostenernos unos a otros.

 

 

Estamos a las puertas de la Navidad y no sé cómo explicar lo feliz que me haría que cada corazón en duelo sintiera la calidez del cariño de sus seres queridos muertos. Sé que eso es posible cuando somos pacientes y amables con nosotros mismos, cuando no huimos del terror que, a menudo, nos produce estar vivos. Cuando, con la dulzura que acunamos a un bebé, abrazamos nuestros miedos. Cuando, a pesar de los pesares, apostamos por vivir con amor la vida.

TERNURA, MUCHA TERNURA

 

Abrazo 2014-06-30 a las 12.24.10Me gusta imaginar que durante estos días que quedan de aquí a mediados de enero me permito, con cariño, ser buena y bondadosa conmigo misma. ¿Me acompañas?
Imagínate que tenemos, de sobra, la fortaleza para lograrlo y, además, el Universo entero nos sostiene y nos alienta para conseguirlo.

 

 

Imagínate que no solo acogemos con ternura a la nostalgia, sino también a cada uno de los pensamientos dolorosos que tengan a bien visitarnos.

 

Imagínate que no hacemos distinciones entre buenos y malos, entre hombres y mujeres, blancos y negros, ricos o pobres.

 

Imagínate que podemos actuar con un perdón y una ternura constantes hacia todo y hacia todos, incluso hacia nosotros mismos.

 

Eso, sin duda, nos acercaría a nuestros seres de luz y en la mesa de Navidad los sentiríamos con alegría en nuestros corazones.

 

Me atrevo a sugerir que para empezar a imaginar el sosiego y la paz inmensa de amar y ser amados sin condiciones, nos enlacemos en un dulce abrazo. Un abrazo cálido y tierno, de esos que nos hacen saltar las lágrimas y nos encienden las mejillas de puro gozo.

TALLER EL DUELO Y LA NAVIDAD

 

 

Captura de pantalla 2013-09-27 a las 19.57.23VIVIR Y TRASCENDER LA NOSTALGIA

 

SÁBADO 28 DE NOVIEMBRE 2015

HORARIO: de 10h a 14h

LUGAR: BARCELONA

INFORMACIÓN E INCRIPCIONES: 650 98 38 80 mercecastro@mercecastro.com

 

Se acercan fechas complicadas para las personas que viven una gran pérdida. Por eso, porque la tristeza y el dolor se hace más presente en Navidad, abro la posibilidad de participar en un taller en el que ofrezco las herramientas que a mí me han ayudado a transitar el camino del duelo y a encarar las fiestas con una actitud más sosegada y amorosa.

La intención es crear un espacio íntimo, cálido y seguro para poder compartir sentimientos y salir del taller con más energía, paz y confianza.

EL AMOR VA MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

 

JARDI BLANESDicen que el velo que separa a los vivos de los muertos es liviano como la seda, que están tan cerca de nosotros como la brisa de nuestra piel.

 

Sin embargo, al principio del duelo el abismo es insalvable. Duele tanto la ausencia de su voz, de su presencia… Estamos tan acostumbrados a su sonrisa, a sus ojos, sus caricias que nos es difícil encontrar consuelo en nada que no sea volver a abrazarles. Vivir después de la muerte de un ser inmensamente querido pierde el sentido. Hasta que le damos la vuelta a lo imposible.

 

Mi duelo dio un vuelco cuando empecé a vislumbrar y luego a tener la certeza de que yo seguía y sigo viviendo con mi hijo, Ignasi, después de su muerte. Nuestra relación no es tangible, pero no por ello es menos firme y cierta. El amor suma, siempre suma, nunca resta.

 

Eso sí, voy mudando como las serpientes. Principios que antes mantenía como inalterables van quedando en el camino. Ahora sé que aquí todo es incierto, que nada sirve para siempre.

 

Y ese velo tenue que nos separa es tan tenue que a menudo parece casi inexistente. En mis mejores días, Ignasi inunda mi corazón con tanta alegría que me siento poderosa, fuerte, valiente. Yo, que soy miedosa…

 

En esos momentos claros, en los que el amor no encuentra resistencia, me acompañan también mi madre, mi madrina y mis abuelos muertos. Entonces, la felicidad es completa y todo adquiere una gran belleza.

ESTAR EN PAZ

HOME EL DESSERTAsí como el silencio es el guardián de las puertas del alma, la no-acción suele ser la antesala de la transformación.
No me estoy refiriendo a quedarnos en la cama cuando la realidad nos atemoriza y el dolor lo impregna todo, no. Esa inmovilidad nos suele hundir más y conviene, con dulzura, buscar motivos para incorporarnos despacio al día a día y remontar. Hablo de tener paciencia con uno mismo, de contar “hasta 10 o hasta 100” y resistir el impulso de actuar y juzgar cuando sentimos emociones que nos angustian.

 

 

Cuando emprendemos acciones movidos por el miedo, instintivamente cogemos el camino conocido, el que nos resulta familiar. Se dispara el piloto automático. Ese sendero, aunque en apariencia sea distinto, nos suele llevar siempre al mismo lugar. Nos movemos en circulo, así es imposible avanzar y es fácil repetir los mismos errores.

 
He podido comprobar que cuando algo me inquieta me va bien parar, no mover ficha, aguantar el “subidón” emocional, permitirme sentir lo que siento y esperar a que sea la vida la que de el siguiente paso. Intento limitarme a observar y eso suele ser el preámbulo de alguna agradable transformación personal que cambia a mejor mi realidad y la de los que me rodean.

 

Estoy en ello, no soy ni de lejos una experta, a menudo me equivoco y caigo en los errores conocidos. Pero tengo absoluta confianza en que es posible y maravilloso ampliar la conciencia, descubrir que los límites son autoimpuestos y que en nosotros reside el poder absoluto de estar en paz.

EN BRAZOS DEL SILENCIO

 

HOME-DONA ABRAÇATSA mi me gusta pasar ratitos en silencio, sin música, ni televisión, ni radio. Me encanta crear un espacio íntimo para estar cerca de mi. En este lugar imaginario donde estoy a solas conmigo misma me permito cometer locuras y me siento cómoda y libre para sentir lo que sea que siento.

 

El silencio me arropa cuando estoy triste o tengo miedo. Me calma con dulzura cuando estoy inquieta. Nunca me juzga. En sus brazos siento el placer de ser yo misma, se me encienden las mejillas de puro gozo y, poco a poco, vuelvo a sentirme feliz, confiada y serena.

 

 

Después de estar en este lugar imaginario, donde me siento tan acogida, el mundo me parece más bonito, percibo con más claridad que las palabras amorosas son un tesoro, una auténtica bendición, y tienen la capacidad de crear vida.

Contador

Visitas

MIS LIBROS

Volver a Vivir

Clicar en la imagen

Clicar en la imagen.

Clicar en la imagen