LA ISLA

 

Llevo unos días con la añoranza subida. La ausencia de Lluís se hace más presente que mi realidad cotidiana. Parece un contrasentido, ¿verdad? que alguien que no está, sea más presente que lo que sí está. Es lo que tiene el duelo.

He estado unos días en Menorca, por primera vez sin él. La isla, nuestra isla, guarda maravillosos recuerdos de nuestros veranos, cuando éramos cuatro. Él, yo y los niños. Una época, feliz, llena de risas.

Luego vino la muerte, repentina, de nuestro primogénito, Ignasi, y la isla nos arropó a los tres con un amoroso silencio.

Más tarde, despacio, llegaron nuevos veranos amorosos con amigos del alma, de esos que acompañan como si estuvieras solo. Y volvimos a ser felices.

Ahora me toca a mi, en solitario, sentir y agradecerle a la isla todo el amor que nos ha dado. De momento, he dado el primer paso, acompañada por esos amigos del alma de los que he hablado. Estoy contenta y triste. Es así como me siento.

 

 

 

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