ENTREGARSE AL AMOR
Algunas personas, me atrevería a decir que muchas, conocemos a fondo el mecanismo y los entresijos de sufrir. Mucho antes de morir mi hijo Ignasi empecé a darme cuenta que me angustiaba con facilidad, que mi preocupación era excesiva y parecía formar parte de mi forma de ser, como una segunda piel, más profunda, que no sabía como arrancar.
Tenía unos hijos fantásticos y, en general, una vida que yo consideraba feliz, sin embargo, constantemente me mantenía en un estado de alerta, de inquietud, de desconfianza. Con el control intentaba evitar a toda costa el dolor y ese esfuerzo vano, irremediablemente, me alejaba de esa serenidad, de ese gozo por vivir, por disfrutar del día a día, sin más.
Cuando murió Ignasi tuve la certeza de que el camino consistía en vivir hasta el final el dolor, sin retenerlo. Sin escapatorias. Y a partir de ahí , por pura supervivencia, ir aprendiendo a borrar el programa de sufrimiento que hemos ido heredando las mujeres de mi familia. Pero, ¿cómo conseguirlo? He tenido muchos maestros y terapeutas que me han ayudado a ver más claro.
El primer paso es no juzgar ni criticar. Si ponemos consciencia a nuestros pensamientos nos damos cuenta que la mayoría de las veces encierran juicio, crítica y condena. Como sociedad, el juicio y la crítica están en el candelero y llenan la mayoría de periódicos, programas de radio y televisión. Somos adictos a eso, a juzgar. El juicio guarda relación con el ego y nos mantiene separados de los demás, disminuye nuestra energía, nuestra capacidad de amar, de prestar atención a la belleza, de aprender de cualquier persona o situación.
No es fácil romper el hábito de la crítica, pero es posible y los beneficios son tantos! Por de pronto, cuando miramos con los ojos de la ternura y el amor nuestra realidad se transforma. Como las setas en otoño o las flores en primavera aparecen sin esfuerzo la bondad, la amabilidad, la sencillez, la gratitud, la dulzura, la alegría serena que nos inunda al dejar de mantener un pulso contante y agotador con la vida. Todos salimos ganando si nos entregamos al amor.
Desde ese paradigma amoroso cualquier cosa que nos depara la existencia se convierte en una gran oportunidad para nosotros. Y, como todos somos uno, cualquier logro es un regalo para los seres que adoramos, estén aquí o en cualquier otro lado.
Te mando un gran abrazo y un par de besos, que ya quisiera yo dartelos en persona.
Ojalá consiga calma en mi corazón y pueda sentir el amor denuevo.
Otro abrazo inmenso para ti preciosa. Date tiempo y confía en el amor, es lo que nos une a nuestros seres queridos muertos.