EL MIEDO AGRAVA EL DOLOR
En todas las situaciones límites y la muerte de un hijo lo es, es normal que aparezca el miedo. Miedo a no tener fuerzas para seguir, a que la familia se desmorone, a ver sufrir a nuestros otros hijos, a que muera otro de nuestros seres queridos… Miedo, en definitiva, al dolor del alma. Ese miedo crece y agrava el dolor y cuanto más dolor más miedo. Hay que salir de esa espiral, ¿pero cómo? La única salida del dolor es atravesarlo; estar dispuestos a sentirlo, sin resistencias, ni juicios y después dejarlo ir. Va bien hablar con un amigo o un terapeuta o cualquier persona que nos inspire confianza para explicarle lo que sentimos. Sentirse escuchado alivia el dolor. Llorar, gritar, también son un buen recurso sobre todo cuando nos invade la rabia. Cuando a mi me sucedía, cogía un palo de madera y golpeaba el colchón de mi cama hasta que me quedaba sin fuerzas. En momentos en que el miedo se convierte en ansiedad y angustia, las respiraciones lentas y profundas, la meditación o las oraciones también nos ayudan a calmarnos. Yo al principio me enfadé muchísimo con Dios, con los de “arriba”, me encaraba con ellos y les gritaba enfurecida que qué se habían creído, que aquello era demasiado para mí, que no podría soportarlo… Pero con el tiempo me he dado cuenta que todos somos más fuertes de lo que nos imaginamos y que seguramente es cierto que no nos dan más de lo que podemos soportar, aunque nos parezca mentira. Al final del túnel nos espera siempre el amor y entonces nos invade la gratitud por el tiempo, sea mucho o poco, que hemos podido vivir junto a nuestros hijos muertos.
Odio ese refrán de «Dios no nos da más de lo que podemos soportar». Es injusto, incierto y traumatizante.
El mundo está lleno de gente que no pudo sobrellevar lo que le vino encima, y se dio al alcohol o las drogas, o enfermó mentalmente.
A veces se puede, a veces no se puede. El proverbio quiere hacernos creer en un Dios bondadoso que «nos prueba» pero finalmente nos premia. Y me temo que, al menos en este mundo, no es así.
totalmente de acuerdo, además, ¿quien es ese dios? he oído hablar mucho de él,
pero, ¿alguien le ha visto?
A DIOS NO ES PRECISO VERLO POR QUE ESTA PRESENTE EN CADA INSTANTE DE NUESTRA VIDA, ES EL ORIGEN DE LA VIDA MISMA