NUNCA SE DAN SUFICIENTES ABRAZOS

 

He estado estos días leyendo un libro conmovedor, de esos que te envuelven con suavidad. Es una novela de Laura Imai Messina y se titula «Las palabras que confiamos al viento». Se trata de esos libros que una vez terminados te acompañan, al menos eso es lo que me ha sucedido a mi.

 

En un momento dado, los protagonistas hablan de la bondad de los abrazos no solo para curar las heridas del alma, también para que florezca en nosotros la alegría. Me encanta cuando algo tiene el poder de hacerme revivir emociones.

 

Cierro los ojos y vuelvo a sentir los abrazos largos que he dado con el corazón, sin pedírmelos, notando la calidez del ser que abrazaba. Esos abrazos que he recibido, entregada, dejándome mecer como cuando era niña. Los abrazos que logro darles a mi hijo y a mi nieto, antes de que se escabullan, los que doy y me dan mis amigos, los que me daba Lluís, que tanto añoro… Aunque, estos últimos, los de mi marido, me sorprenden, a veces, en el momento más inesperado y me los imagino siempre que los necesito.

 

Nunca se dan suficientes abrazos, nunca sobran las palabras cariñosas, ni los silencios dulces, ni las miradas de complicidad. Nunca llegamos tarde, no importa que estemos vivos o muertos, el amor nos une.

 

 

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