El VIENTO DE LA VIDA

 

viento-menorcaEn la isla en la que suelo pasar los veranos sopla de vez en cuando un viento fuerte, de los que embravecen el mar y hace crecer a los arbustos de lado. Cuando entra con furia la Tramontana todo se mueve, se agita, se estremece con una violenta locura como si el mundo entero quisiera salir volando por los aires. Ese viento del norte puede durar varios días, pero siempre, siempre, llega un momento en que para y vuelve la calma… hasta que vuelve a rugir la Tramontana.

 

Lo mismo ocurre, a menudo, con la vida. En ocasiones, la violenta locura se inicia con el anuncio de una enfermedad grave, otras con la ruptura de lo que creíamos el amor de nuestra vida, la pérdida de nuestro trabajo o la muerte de un ser inmensamente querido. Pero también puede empezar por qué sí, sin motivo aparente, siguiendo el impulso de un fuego interno que lo remueve todo con la finalidad, quizá, de ampliar nuestra conciencia. De obtener una visión más clara, más dulce, más amorosa.

 

Para conseguirlo, casi siempre suele ser necesario, antes, abrir grietas, aunque duela, nos incomode y nos resistamos. Es una de las maneras de conseguir que la luz se abra paso y llegue al final del pozo, ese lugar ignorado, oscuro, dónde guardamos, desde el inicio de los tiempos, nuestros miedos innombrables. Seguramente, cuando empezó a soplar con fuerza el viento de la vida, nos fue bien que estuvieran los miedos allí aparcados, cerrados a cal y canto, por pura supervivencia. Ojos que no ven, corazón que no siente, dicen. Sí, pero la venda, aunque en un principio es fina, llega un día que se hace de acero y se convierte en coraza y, entonces, nos quedamos estancados, como muertos porque nos impide vivir de lleno la vida.

 

CAVALLERIA-PLUSCuando murió Ignasi, al comienzo, bastante hacía con levantarme cada día y hacer frente al desespero. Como imagino les ocurre a muchos padres, la salida más fácil del laberinto en el que me encontraba hubiese sido morir. Pero algo potente, que yo identifico con el amor, me impulsó a seguir. El duelo es el camino del desapego, de la entrega, de la confianza y allí estoy, aprendiendo a saltar al vació con ilusión, cuantas veces sea necesario, sin vendas, con los ojos bien abiertos para no perderme lo bueno que tiene reservado para mí la existencia.

 

2 Responses to El VIENTO DE LA VIDA

  • Natàlia dijo:

    Hola Mercè,
    Que bien que nos sigas regalando tus preciosos escritos. Un año de la muerte de mi querido hijo Nil y sigue el desespero. Su padre y sus hermanos le regalaron preciosos escritos y yo, que siempre escribo para él, no pude en ese día, el peor de mi existencia. Acoger a un niño de Ucrania ha sido una bendición y como tu dijiste: un precioso regalo de mi hijo Nil.
    Un abrazo muy fuerte para ti y toda tu familia y sobretodo para el pequeñito.

  • Mercè Castro dijo:

    Buenos días Natàlia,

    Qué ilusión tener noticias tuyas!!!!

    Me alegro que la acogida del niño de Ucrania fuera un regalo para todos.

    Natàlia recuerdo mi primer y segundo año de duelo y, aunque cada duelo es distinto, puedo imaginarme la desesperación que algunos días que sientes. El dolor es desgarrador, aunque también, desde el inicio, hay momentos luminosos, llenos de amor. Se trata de eso, de sobrevivir mientras vamos haciendo grandes esos momentos que nos conectan con la vida.

    Un abrazo inmenso para ti y todos los tuyos

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