EL DON DE LAS TORMENTAS
Imagino que habrá personas que sepan valorar el transcurrir de los días plácidos, sin haber tenido que sufrir grandes altibajos. Imagino que sí, que hay gente que no necesita pasar por el desierto para agradecer la bondad de disfrutar de un vaso de agua. Aunque quién sabe qué penas, qué desafíos esconde el corazón de nadie.
De lo que estoy segura, porque lo he vivido, es de la inmensa gratitud que enciende el alma cuando, después de atravesar alguna tormenta, regresa a nuestro día a día, con suavidad, la calma.
Cuando el cielo de la existencia empieza abrirse, la luz que lo atraviesa es dulce y a la vez intensa. Todo brilla y es más fácil descubrir agradables recovecos de nuestra realidad que antes no veíamos. Y es que hay tantas maneras de mirar!!! No estoy hablando de encontrar secretos ocultos, no. Me refiero a que lo cotidiano, nuestra propia calle o nuestra casa, por ejemplo, pasada la tormenta interior, adquiere un manto de belleza, una reconfortante armonía como si los muebles y todos los lugares y objetos familiares estuvieran llenos, exultantes de vida.
Las tormentas encierran ese don, aunque nos den miedo, sean inciertas y nos dejen tiritando de tanta vulnerabilidad.
Buenas tardes, es verdad lo que dice acerca de los enseres y objetos de nuestros seres fallecidos, ahora se vuelven con luz y son más bonitos. La falta de los que ya no están, no es nada fácil, para nadie que los amó y compartió con ellos.
Después de Javi(mi hermano) y de unos pocos años, la soledad y el estar en silencio me parecen hermosos. Un saludo y felicitar por el blog. Gracias de corazón.
Un abrazo inmenso y muy amoroso Manuel