CREAR ARMONÍA

TODAS JUNTAS

 

En estos momentos que la sensibilidad está a flor de piel, es bueno saber que no estamos solas. El camino del duelo es personal e intransferible, sí, pero que bien sienta rodearnos de cariño, ¿verdad? Pues eso, propongo que empecemos por crearlo nosotras.

 

Sé que hay días que no es posible, que cuesta incluso salir de la cama. Si hoy tienes un día de estos, permítetelo, con la intención puesta en dejarte mecer por esos rayitos de luz que te mandan tus seres queridos, por la fortaleza que surge de tu interior, por la energía amorosa que somos capaces de mover todas juntas.

 

No hagas caso de los pensamientos aterradores, déjalos que pasen como las nubes, ánclate en tu propia ternura y háblate con la dulzura que le hablarías a un bebé. Todos somos aprendices de la vida, tesoro, de lo esencial sabemos muy poco o nada. Tan solo podemos explorar y hacer grande lo que nos ayuda, que casi siempre es algo relacionado con crear armonía.

 

A mi me va bien sentir el amor y la fuerza de los que me han precedido, esa que en mis momentos claros intento transmitir a mis descendientes, estén vivos o muertos. Esa que me gusta imaginar que nos envuelve a todos.

 

LAS COSAS SENCILLAS

 

Me dejo mecer por la nostalgia con ternura. Eso es lo que hago cuando, al despertar estos días, me envuelve la aspereza, la crudeza de las ausencias. Cuando siento esa sensación de soledad inmensa, respiro en ella unos instantes, con suavidad, sin querer huir, para que no se ofenda.

 

Luego, invoco en mi al amor y, de su mano, van apareciendo los momentos en que he sido feliz, a cara descubierta, sin máscaras, como una niña. Esos destellos de dulzura los atesoro yo, están en mí, y tengo el poder de crear más si abro mi corazón y dejo fluir, sin temor, el cariño.

 

Las cosas sencillas, como tener flores en casa, escuchar música, leer, mirar el cielo, dejarme acariciar por el sol de invierno, me reconfortan. Y, sobre todo, intento ser dulce y amable conmigo misma.

 

Sé que nada es como antes, sé el desgarro que producen las ausencias y por eso sé que merece la pena sembrar semillas de ternura, aunque a veces parezca una misión imposible.

 

Todas las personas amadas que han estado en nuestra vida y se han ido nos han dejado regalos, que vamos abriendo con el tiempo. Da igual que estén aquí o allá, nos miman y nos acompañan siempre. A mi me parece que nada, ni un átomo de amor se pierde en el universo.

 

 

TÓMATE TU TIEMPO

 

 

Haz un paréntesis, deja de lado el dolor y cualquier emoción que te perturbe e imagínate que de tu corazón emana amor. Nota la calidez que recorre tu cuerpo. Tan solo por un ratito permítete sentir que estás a salvo.

 

Sí, lo sé, tu vida, seguramente, no ha sido fácil. Tal vez te ha tocado transitar por tu peor pesadilla. Cariño, decir adiós a alguien que amas más que a ti misma es desgarrador, ¿verdad?

 

Por eso, porque ante la muerte no hay marcha atrás, tómate tu tiempo. Los demás te dirán lo que te dirán, tal vez con la mejor de las intenciones, pero el ritmo es mejor que lo marques tu. Ya nada va a ser como antes y eso cuesta mucho de aceptar.

 

Recuerda que al iniciar un gran duelo, se abre la posibilidad de reinventarnos. Si nos mantenemos en el pasado eso no va a ser posible. Es normal ir y venir, cierto, pero, siempre que puedas, con la intención puesta en explorar con paciencia y dulzura lo que la marea nos depara.

 

Lo mires como lo mires, la salida, la luz al final del túnel pasa por agarrarse al amor. Pero antes es preciso sentir eso que nos da tanto miedo. Sea lo que sea para ti. Si negamos nuestro lado oscuro no vamos a poder iluminarlo.

 

Cariño no hay atajos, ni sirve culpar a nada, ni a nadie y mucho menos a nosotros mismos de lo que nos ha sucedido. Es normal hacerlo al principio, pero eso solo nos conduce a la amargura, al resentimiento.

 

Sí, en apariencia otros han tenido más suerte, pero no te olvides que hasta el último suspiro, hasta que no sale la palabra fin, la película puede dar un giro.

 

Y ahora, que todo está, a veces, tan oscuro, tienes la posibilidad de elegir centrarte en la ternura. Si es así, no lo dudes, tarde o temprano tu vida volverá a tener sentido.

 

SOLO VIVE

 

 

Cuando Lluís estaba muy enfermo, mi médico me dijo: «vive, no pienses, déjate ir».

Cuando la vida nos pone entre la espada y la pared, es un buen momento para empezar a estar solo en el presente. Un día por vez.

 

Incluso hay días grises o negros que conviene vivir momento a momento. Si hoy tienes uno de éstos, céntrate únicamente en tu respiración, no vayas más allá, quédate ahí.

 

Inspirar despacito, como si no tuviéramos nada más que hacer que llenar con suavidad el cuerpo de aire, para luego sacarlo lentamente y con ternura, nos da sosiego, nos calma.

 

En silencio acércate a tu parte sabia y acoge lo que sientas con amor, como si acunaras a un bebé.

 

Acaricia tu rostro, como lo haría con dulzura una madre y si quieres llorar, llora, si quieres reír, ríe. Estás de duelo, tesoro, es el momento de dejarte ir, de abandonarte al amor en mayúsculas.

 

A mi me ayuda crear estos paréntesis de paz, esos que me conectan con mi alma. Hay muchas maneras de hacerlo, la respiración es una de ellas, pero también lo es bañarse en el mar, pasear por el campo, sin prisas, sintiendo que formamos parte de algo sublime.

 

Así, poco a poco, con paciencia es posible ir más a allá de la pena o la nostalgia y sentir el cariño de los que se han ido antes.

 

En la belleza de lo sencillo se encuentra la fuerza que nos sostiene y da sentido a nuestras vidas

 

ABRAZAR LA TRISTEZA

 

 

Tengo en mi habitación, una foto, en blanco y negro, para mí entrañable: yo durmiendo «despierta», como duermen las madres que tienen al lado de su cama dos cunitas. Mis hijos se llevaban solo 21 meses y, durante un tiempo, dormimos todos juntos. Ignasi en una cuna de barrotes grande, que su padre pinto de un precioso azul celeste y Jaume, al lado, casi recién nacido, en un capazo.

 

 

Esta foto ha iluminado durante 36 años mis despertares y lo seguirá haciendo siempre. Lluís la hizo una noche que llegó tarde a casa. Y, aunque él no sale en la imagen, su alma, su amor está tan presente como nosotros.

 

 

Cuando me invade la tristeza por lo que, en apariencia, he perdido, como me ha sucedido al mirarla esta mañana, no intento evitar la nostalgia, la abrazo. Somos viejas amigas la tristeza y yo y en susurros, juntas, recordamos las alegrías que guardo en mi corazón. Ella, con su serena nostalgia, engrandece lo vivido, la ilusión de los días claros que vendrán, del cariño compartido.

 

 

Aunque la vida, a veces es dura, siempre podemos recurrir a la ternura, a las palabras de oro, esas que nos envuelven a todos con dulzura. Cuánta más armonía creamos, más reconfortados nos sentimos, ¿verdad? Al fin y al cabo todos vamos a morir y, tal vez, en nuestro último suspiro, solo nos quede el consuelo del afecto que hemos dado y recibido.

 

 

NO ESTAMOS SOLAS

Desde casa, ahora, oigo las campanas de una iglesia cercana. Su sonido, ancestral, es una buena compañía en este nuevo duelo silencioso que comienzo.

 

Siempre he tenido a Lluís a mi lado, me ha sostenido en mis noches más oscuras, su ausencia física es muy dolorosa, pero gracias al camino recurrido al morir nuestro hijo Ignasi sé que en mí, en ti, en todos hay la fortaleza necesaria para atravesar tormentas si nos arropamos con el manto de la amabilidad, si agradecemos las muestras de cariño, el abrigo de los primeros rayos de sol, la belleza del cielo al atardecer… las cosas, en apariencia sencillas, nos amparan, nos desvelan la dulzura de la vida.

 

«Vive, no pienses, déjate ir, solo siente», me dijo hace poco un buen médico. Sí, los desafíos de amor que nos trae el devenir son más llevaderos si nos entregamos, sin resistencias, a sentir. No siempre lo conseguimos, claro, pero para esto está nuestra chispita divina, para recordárnoslo. Me toca ahora explorar una nueva etapa, quizá a ti también, pero no estamos solas.

 

 

 

CON SUAVIDAD

Si en estos momentos te sientes perdida, para, respira despacio, con la intención de que el aire llegue a lo más hondo de tu ser y calme tu mente.

 

Probablemente es muy doloroso lo que estás viviendo, pero siempre puedes decidir atravesar lo que sea con suavidad. ¿Cómo?

 

Arrópate con dulzura, habla con sinceridad con tu parte sabia, pídele ayuda y procura poner amor en lo que haces, en lo que sientes, sea lo que sea. El cariño es un bálsamo.

 

 

Aunque a ti te lo parezca, no estás sola, tus guías te sostienen, te acompañan. Si tienes miedo, tranquila, es normal, pero no olvides que todo pasa.

 

Deja que las emociones te atraviesen como el sol por la ventana. Al fin y al cabo venimos aquí a sentir. Recuerda que tú misma estás de paso. Concédete momentos de ternura, en ellos encontrarás la fuerza que quizá, ahora, te falta.

 

Procura no quedarte anclada en lo que han hecho o dejado de hacer los demás, libérate con el perdón de lo que te retiene, cada cuál anda su camino como puede. Mejor centrarte en lo que amas, ¿no te parece?

 

 

 

PASO A PASO, DÍA A DÍA

 

 

Hay épocas en que la vida nos empuja, como si el alma quisiera dar un salto cuántico y, nosotros, asustados, persistiéramos en agarrarnos a algo conocido que ya no existe.

 

 

Cuanta más resistencia, más dolor, eso lo tengo comprobado. También sé que cuando vivimos un duelo, sea por enfermedad, por la muerte de un ser querido, por la pérdida del trabajo, porqué él o ella ha dejado de querernos… por lo que sea, la mente se dispara.

 

 

Como un caballo desbocado, la mente, «la loca de la casa», nos lleva a escenarios apocalípticos. Si no la atamos en corto y dejamos que campe a sus anchas, posiblemente el miedo nos paralice y nos rompamos. No pasa nada, siempre estamos a tiempo de reconstruirnos, de renacer.

 

 

Pero cuando estamos viviendo una situación límite, lo mejor, a mi entender, para evitar el miedo y el desasosiego es vivir, sin expectativas, paso a paso. Como si amasáramos o tejiéramos nosotras mismas, con todos nuestros sentidos, cada momento.

 

 

No ir más allá del día a día nos ayuda a conservar la paz. De esa manera es posible crear reconfortantes burbujitas de alegría, de buen humor, de entrañables caricias… De esta manera, suelen surgir las palabras cariñosas, y esas miradas de afecto que tanta falta nos hacen cuando la vida nos hiere y nos sentimos desamparados.

 

Esas burbujitas de las que hablo son las que nos acercan a la ternura y, entonces, es más fácil ver lo que nos está pasando con dulzura, como una experiencia más. Dolorosa, sí, por supuesto, pero también, a ratos, entrañable, amorosa. Al fin y al cabo todo es vida.

ESCUCHA A TU CORAZÓN

 

Estamos tan acostumbrados al ruido de la mente, a esa voz recurrente y familiar que identificamos como nuestra, que, sin darnos cuenta, le entregamos el mando y dejamos de lado infinidad de nuevas y mejores posibilidades.

No somos lo que pensamos, nuestra esencia va más allá de la mente, todos somos capaces de reprogramarnos, de hacer limpieza de creencias obsoletas, de sentencias que parecen inamovibles.

 

No es fácil, los cambios nos suelen asustar, en nuestra cultura impera el «más vale malo conocido que bueno por conocer». Salir de lo que nos es cotidiano nos produce desasosiego, pero es la única manera de avanzar.

 

Y, precisamente, en época de incertidumbres y pandemias, la vida nos pide saltar al vacío y dejar atrás lo que teníamos. Son muchos los duelos que atravesamos ahora y, cuando estamos en el epicentro del miedo, cuesta ver la luz del sol que hay por encima de la nubes. Lo sé.

Sí, suele reinar el caos y el dolor antes de que surjan nuevas realidades que, probablemente serán más luminosas. Recuerdo que cuando era pequeña y me dolían las piernas, mi madre me decía, «eso es que estás creciendo».

No tengas en cuenta el «run-run» de tu mente, escucha a tu corazón, deja que te inunde la tristeza, la añoranza o el miedo, con la intención puesta en no rehuir ni aferrarte a ninguna emoción.

Ese duelo privado y colectivo que estamos viviendo, más que nunca, nos invita a vivir día a día, incluso minuto a minuto. No quieras ir más allá, simplemente recuerda que, después de la tormenta el cielo se despeja y vuelve la claridad.

 

Ni tú ni yo, ni ninguno de tus seres queridos estamos solos. De alguna manera todos nos acompañamos en este gran salto cuántico que vive ahora la humanidad.

 

En el fondo, tú sabes que todo es para bien, que el plan es perfecto, aunque a veces duela y cueste entenderlo. El alma, esa chispita divina eterna que nos da la vida, a veces, tira por el camino del medio, aunque no sea el más agradable de transitar, aunque siempre resulta el más efectivo.

 

 

 

NO ESTÁS SOLA

 

Tal vez estés viviendo un gran duelo; puede ser que él o ella haya muerto, que tú o alguien muy querido haya perdido la salud, el trabajo, que tu pareja se haya roto o que te sucedan varias de estas cosas a la vez.

 

O, quizá, no haya un motivo aparente para que te sientas tan desolada como te sientes hoy. En ocasiones, la tristeza surge sin más, no precisa explicaciones. ¡Hay tantas memorias de dolor en nuestro interior de las que no somos conscientes!

 

Sea como sea, si te envuelve el dolor y te sientes perdida recuerda que siempre puedes recurrir al amor. Para, respira y deja que surja lo que sientas. Aparezca, lo que aparezca, por más aterrador que sea, dale la bienvenida. Esas emociones, que te desgarran, tan solo quieren que las acojas.

 

Te puede parecer mentira pero entregarnos a lo que sentimos suele desvanecer el miedo y poco a poco recuperamos la calma. No podemos controlar lo que la vida nos depara, pero sí decidir cómo nos enfrentamos a ello. Y sé, por experiencia, que el amor que surge de dentro es el mejor bálsamo. No temas, abre tu corazón y deja que fluya el amor que encierra.

 

 

También sé que cuando la vida nos pone a prueba, el Universo entero conspira para ayudarnos. No estamos solos. Todos los que nos han precedido, los maestros ascendidos, los ángeles y arcángeles nos están apoyando. Déjate arrullar por tu familia celeste, tu familia de luz. Aparca a ratitos tus dudas para que puedas oír sus susurros de aliento. Déjate querer por las almas de uno y otro lado.

Contador

Visitas

MIS LIBROS

Volver a Vivir

Clicar en la imagen

Clicar en la imagen.

Clicar en la imagen