SENTIRSE EN BUENAS MANOS
Empieza ahora un nuevo año y todos nos mandamos buenos deseos, ¿pero cómo concretarlos? No tenemos una varita mágica, capaz de borrar el hambre, el sufrimiento o las guerras, pero sí tenemos el poder de sembrar en nuestra vida cosas hermosas.
Una de ellas, que a mi me produce mucha ternura es agradecer. Poner la atención en lo bueno que hay en mi y en los demás. Regalar cariño es otra; a veces, voy por la calle y envío mentalmente buenos deseos a las personas que me cruzo y eso me produce una sensación muy amorosa.
Sin mediar palabras, el hecho de amar porqué sí, sin ni siquiera conocer al otro, crea en mi dulzura y diluye mis miedos. Crear momentos en los que no hay juicio me produce una agradable sensación de unidad, de sentirme en buenas manos.
A lo largo de las generaciones siempre ha habido desafíos, cambios, porque la vida nunca se está quieta. A mi me gusta imaginar que los que estamos aquí, ahora, en el planeta, como los que nos han precedido, tenemos la posibilidad de ir creando nuevas realidades, más amorosas. Tal vez el mundo económico lo gobiernen cuatro, pero en nuestro mundo interior somos nosotros los que mandamos.
Somos nosotros los que decidimos qué hacemos con los desafíos; verlos con amargura o como la oportunidad de ir más allá, de descubrir nuevas maneras de amar. La segunda opción, libera, porque el amor nunca cae en saco roto. No muere con la muerte, al contrario, lo hace más fuerte.
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