JUGAR COMO NIÑOS
Casi sin darnos cuenta, dejamos de verlo todo como un juego, como cuando éramos niños, y nos recubrimos enteros con esa capa densa de preocupaciones que suele envolver a los adultos.
Entonces, un buen día llega un golpe secó, duro, de esos que te paran, que no puedes eludir y nos damos cuenta que lo que nos robó la ilusión, la parte divertida, eran puras tonterías.
Nos hemos pasado años angustiados por tan poco, persiguiendo un mañana que imaginábamos mejor, a costa de olvidarnos, de no ver, de pasar por alto el tesoro, lo único que tenemos, que es hoy.
Estamos tan acostumbrados a ir con prisas, a planificar o a mantenernos anclados en tiempos pasados que se nos escapa como el agua entre las manos el gusto por saborear la parte minúscula, esa que, en realidad, es la que endulza el alma; el placer de acostarnos en sábanas limpias, de lavarnos las manos con agua caliente cuando hace frío, de mirar por la ventana en primavera y ver como crecen en los árboles las hojas nuevas o como, ya enrojecidas, en invierno se encienden todavía más al atardecer.
La vida son momentos y nosotros podemos elegir vivir cada uno como si fuera el único, como si no hubiera nada más importante ni divertido que lo que estamos haciendo ahora.
Sea corto o largo el camino que nos toque recorrer, seguro que es más agradable si nos reímos de nosotros mismos, nos reímos con los demás y, así, suavizamos con cariño las tragedias. Sea lo que sea lo que nos toque vivir, sin dramas, con amor es más divertido.
Precioso Mercè.Gracias por tus palabras.
Resuenan en mi mente como si un hermana me diera consejos.
Te conocí hace seis años y te sigo desde entonces.Siemmpre me has ayudado a entender que me pasaba.
He regalado tu último libro a tres persona, que les ha encantado.
Eres un ejemplo .
Un beso grande.
María, un abrazo muy grande para ti también, grande, grande y muchísimas gracias por tus palabras
Yo también quiero agradecerte que sigas escribiendo después de tantos años. Para los que estamos aquí desde hace relativamente poquito, en mi caso 16 meses, ayuda saber que existe un futuro. Hoy por hoy aún vivimos en esas montañas rusas que has mencionado a veces y con ese dolor intenso que duele y duele y duele tanto.
Un beso,
Natàlia
Natàlia ten paciencia contigo misma. El camino es largo y dolor intenso pero ese dolor encierra un gran poder de transformación. Un abrazo inmenso