¿ENFADADA?
Los primeros meses de morir Ignasi me sorprendió la sensación de vacío que sentía en mis entrañas. Nunca antes había estado hueca por dentro, congelada.
Luego, un fuego abrasador encendió en mi útero una furia desconocida, soterrada, que, cuando emergía, me transformaba en una leona herida, ciega de ira, que incluso a mi me asustaba.
Aunque hice lo posible para adormecerla, durante un tiempo no puede controlarla. Lo mejor, quizá, hubiese sido dejarla campar a sus anchas hasta que hubiese quedado en nada. Sí, tal vez hubiese sido lo mejor pero yo no estaba preparada. Produce tanta rabia la muerte de un hijo, la cólera es tan intensa que temí enloquecer.
No es simplemente un enfado, no. Es un volcán inmenso que entra en erupción al no haber podido engañar a la muerte. El instinto de protección está tan arraigado, es tan profundo que, cuando la protección no alcanza la desolación es tremenda.
Lágrimas de sangre y mucho tiempo me costó aceptar que la muerte es solo un nuevo comienzo. Por eso, ahora, con la perspectiva que me da el camino recorrido no me canso de decir a las familias angustiadas que es normal que los padres se encierren, lloren y sientan rabia. Es normal y sanador que así sea.
Hace muchos años que murió Ignasi y todavía, de vez en cuando, mi leona ruge y me araña, entonces sé que necesito acoger mi furia para poder sintonizar otra vez con el sosiego de la calma y la dulzura. Para volver a sentirme una con todo, reír y mantener los pies en el suelo y el corazón cerca del cielo.
Te quiero sin conocerte perdí ah mi niño y no tengo no tengo vida lo único que me ayuda es leer lo que tu escribes beso grande
Adriana, yo también te quiero, hemos coincidido en este espacio tiempo que llamamos vida y, sin conocernos, nos damos la mano.
Poco a poco, día a dia preciosa. Ten paciencia, siente, acoge cualquier emoción que se presente sin juzgarla ni retenerla. Agárrate al amor siempre que puedas y confía en ti y en algo más grande que nos sostiene.
Un abrazo inmenso y muy cálido.