DEJAR DE SER ESCLAVOS DE LA CULPA

 

Está tan arraigada la culpa en nuestra cultura, que es casi imposible no sentirla. ¿pero nos es útil? Yo creo que no. Todos hacemos lo que buenamente podemos con nuestras vidas. Nos equivocamos muchas veces, pero eso forma parte del aprendizaje del ser humano. Es algo natural en nosotros, es nuestra manera de aprender. ¿De qué sirve lamentarnos de lo que hubiésemos podido hacer y no hicimos? Sólo podemos actuar en el presente.

Quedarnos con la culpa nos paraliza, nos ancla en el sufrimiento, nos produce resentimiento hacia nosotros mismos. Y así es imposible salir adelante. Lo que sí puede ayudarnos es pedir perdón, de corazón, a las personas a las que hemos hecho daño, estén vivas o muertas y perdonarnos a nosotros mismos.

Tampoco sirve para avanzar echar las culpas a los demás de nuestras desgracias. Sea lo que sea lo que nos haya sucedido, nosotros podemos elegir la actitud con la que lo afrontamos. Podemos envenenarnos con el odio o apostar por curar las heridas hasta que vuelva a brotar el amor en nuestras vidas.

2 Responses to DEJAR DE SER ESCLAVOS DE LA CULPA

  • mariajoseromero dijo:

    Querida Mercé:

    Siempre es para mí un honor leerte. Como siempre, estoy plenamente de acuerdo con lo escribes y ello refirma mis ganas de seguir adelante sin amargura, culpa o rencor. Y creo que es esta actitud positiva, la que me llevó el otro día a experimentar algo que, tras este duro año, pensé nunca volvería a sentir. Los amigos de mi hijo nos convocaron a una cena, en un principio pensé que no podría soportarlo, pero acudí y me quedé maravillada cuando en la puerta del restaurante, al llegar mi marido y yo, nos esperaban 18 adolescentes impacientes por compartir una velada que resultó de lo más gratificante y emotiva. En todos y cada uno de ellos estaba Pepe…por eso, hoy puedo decir lo que creí nunca diría jamás… fui FELIZ!!

    Gracias, mil gracias, por seguir ahí apoyándonos. Un beso fuerte.

  • estefanía gonzález dijo:

    los días se suceden, hilachas podridas. A veces quiero que pase un año, como el añó de mariajoseromero, o diez años. Pero, a la vez, no quiero. Los días buenos no quiero. Quiero ir lentamente, paso a paso, tragándome el dolor-amor, sintiendo este amor-dolor. Los días malos… ah, los días malos. Me gusta tu blog, me hace distanciarme. No soy creyente, y todo lo que encuentro es un diálogo constante con Dios. Sé que no es más que un diálogo, ¿qué importa el nombre que pongamos a nuestro interlocutor? Pero yo dialogo conmigo misma. Me trago a mí misma, devoro a mi niño con ansia y sigo vacía, vacía…
    En fin. No sé qué decir. Sólo que conocer a otras personas que hayan pasado por esto es lo único que me interesa desde hace tiempo. Leer y escuchar con avidez cualquier historia. Me distancio, pongo mi tragedia en perspectiva, me siento hermanada.

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