REINVENTARSE

HAY UN MUNDO POR DESCUBRIR

 

Probablemente ahora el dolor te ahoga, tu realidad ha estallado en mil pedazos y tienes miedo. Así comienzan los grandes duelos, esos que nos dejan a años luz de lo conocido.

 

Han saltado por los aires tus falsos amarres y, por eso, aunque no lo creas, se vislumbra ante ti la maravillosa posibilidad de conectar con la fuente, contigo misma, con la esencia.

 

No busques fuera, el camino que te conducirá a la otra orilla se encuentra dentro de ti. Eres tú la única que puede iluminar con dulzura tu lado oscuro.

 

Abre tu corazón y deja que las buenas personas te sostengan cuando desfallezcas. Déjate envolver por lo que sientes. No te resistas al dolor, tan solo atraviésalo agradeciendo su poder transformador. No vas a volverte loca. No.

 

Vas a explorar otros lados de la vida, vas a despojarte de creencias caducas, de memorias familiares antiguas que, en su momento quizá fueron útiles pero ya no lo son, no te sirven.

 

No traicionas a nadie ni a nada si decides ampliar, con amor, tu mirada. ¡Hay tanto por hacer y es tan necesario contribuir, con cariño, a crear entre todos un mundo mejor!

 

No se trata de sumar nuevas responsabilidades, al contrario, deshazte de los “deberías”, a partir de ahora olvídate del “deber” y empieza el día con la ilusión de sentir destellos del placer. Recuerda la ilusión de los días felices de cuando eras niña.

 

Tal vez estés triste, resentida o amargada o todo a la vez, pero si sigues creyendo que la vida o quien sea te trata mal, vas a sumar un calvario a la ya de por sí difícil travesía del duelo.

 

Hay otros mundos más alegres y tus seres queridos muertos soplan las velas de tu barca para que arribes a buen puerto y los reencuentres.

En el fondo sabes que solo el amor merece la pena. No importa que lo olvides a menudo ellos, los que ya no está aquí, siguen y estarán siempre en tu corazón para recordártelo. El Universo entero conspira a tu favor, dalo por hecho.

 

Para encauzar el rumbo tienes el perdón, la gratitud, la amabilidad, la belleza del amanecer, del atardecer, del cielo nublado, del mar, de los árboles, de las miradas inocentes y traviesas de los niños, la música, la escritura, la pintura, el placer de crear hogar cocinando si te gusta, las caricias, los abrazos, las sonrisas, tu valentía aunque tengas miedo, la paciencia contigo misma… No te quedes con lo malo, simplemente acúnalo con suavidad hasta que se desvanezca. ¡Hay tanto bueno por descubrir!

 

¿QUÉ VAS A HACER CON TANTO DOLOR?

 

No voy a ahondar en el desgarro que supone la muerte de un hijo, en la tristeza inmensa de no oírle, ni verle, ni abrazarle más. Nos toca cruzar un desierto, cada uno el suyo, ¿verdad?

 

Quiero poner la atención en cómo llegar a la orilla de los días claros, de la ternura en la mirada, del corazón abierto, de par en par, para acoger con calidez a todos nuestros seres queridos, vivos o muertos.

 

Me temo que en el duelo no hay atajos. La calma, cuando llega, no es un estado permanente, pero tampoco lo es el dolor punzante, agudo, constante si nos permitimos sentirlo, sin pretensiones, sin querer estar en otro lado, viviendo intensamente nuestro presente, aunque sea, a veces, tan desagradable.

 

A la mínima que nos despistamos la mente, la loca de la casa, nos lleva adelante o atrás, nos sube, nos baja… ¡qué difícil es mantenerla en el presente! La mía es muy ansiosa y tengo que atarla en corto y eso lo consigo, a veces, prestando atención a mi cuerpo, a la respiración, al aire que entra y sale y, sobre todo, escribiendo.

Escribir es una buena terapia, a mi me ha ayudado mucho a trascender mi dolor, también lo es pintar, cocinar con cariño, cantar, tejer, andar, pasear por el bosque, por la ciudad o el mar, hacer teatro, cuidar un huerto, no sé, coser, cada uno tiene su forma de estar consigo mismo haciendo lo que más le gusta.

 

Aceptar el dolor es el primer paso, aunque a veces es preciso, antes, aceptar que no aceptamos la realidad, luego viene dejar de criticarnos, de empeñarnos en no ser merecedores de los destellos de luz, de felicidad.

 

 

 

EL GRAN TEATRO DE LA VIDA



A mi me parece que con una vida, aunque sea larga, no da tiempo a comprender casi nada. Me explicaré: Durante mi infancia todo me resultaba tan nuevo como incomprensible y mágico. En cambio, durante la adolescencia y buena parte de mi juventud me sentí, a menudo, en posesión de la verdad absoluta. Fueron tiempos en que no había matices; o era blanco o negro. Cuando empecé a vislumbrar que no era exactamente así, fui madre y entonces intuí que me faltaba muchísimo por aprender, que era una ignorante en lo que realmente importa, que sabía muy poco de mi y de los demás. Cuando comenzaba a adaptarme al papel de la maternidad, vino la muerte de Ignasi y volví a quedarme a cero, sin recursos, en un inmenso vacío.


Ahora, que soy abuela, con más perspectiva, me doy cuenta que todo es tan cambiante, que no alcanza una sola función para aprender a vivir. ¡ Hay tantas variables! Por eso, me gusta imaginar que nada acaba con la muerte, que tengo infinidad de oportunidades para regresar y experimentar, que el Universo, generoso, nos ofrece la posibilidad de volver a los escenarios y representar a diversos personajes de esa obra magistral que llamamos humanidad.  De esa forma, quizá, con tantas representaciones nos hacemos un poco más sabios. No sé, tal vez…


Es emocionante soñar que el regreso a ese gran teatro incluye el reencuentro con mis seres queridos que partieron antes. Tal vez no hemos coincidido mucho tiempo aquí, en esta vida, pero entre bambalinas podemos volver a abrazarnos.

LUCES Y SOMBRAS

 

 

Ando estos días haciendo balance de lo vivido, ordenando con cariño mis miedos conocidos, intentando dejar espacio a los desconocidos, reviviendo recuerdos olvidados o escondidos, percibiendo ilusiones aparcadas… Y ese inventario de emociones que, al principio, me daba pereza realizar, ahora empieza a tener sentido. La vida tiene sus ciclos.

 

Renovar los votos con la vida es como hacer obras en casa. Cuando empiezan es desesperante; todo patas arriba, se reabren las heridas, el caos se hace presente y parece que nunca nada volverá a estar en calma. Rehabilitar la casa, abrir el corazón, implica, casi siempre, un tiempo de descontrol, de incomodidad, de inquietud, pero resulta tan necesario para el alma!

 

A mi me parece que sin acoger las sombras no hay luz, puede haber, tal vez, un inconsciente autoengaño. Por eso, no me gusta, me confunde, la palabra superar relacionada con las pérdidas, con las crisis vitales, con las noches oscuras. No hay, a mi entender, que superar nada, creo que se trata más bien de vivirlo todo, a fondo, con muchas ayudas, que siempre vienen bien las manos que nos acompañan.

 

Cuanto más sinceros, cuanto más nos acercamos a vivir desde el corazón más nos damos cuenta que la existencia implica atravesar turbulencias, que no hay nada ganado, el cambio es permanente hasta el último suspiro.

 

Que descanso dejarse mecer por la vida en vez de intentar superarla. Al fin y al cabo ella es la que sabe, con vivirla con amor basta. Y entre consuelo y desconsuelo vamos ensanchando el alma y nos sentimos con ternura arropados.

 

 

 

MOMENTOS DE CAOS

 

 

Tengo una amiga del alma que lleva más de tres meses inconciente, en coma. Tita ha sido una maestra para mi, me ayudo muchísimo durante mis primeros años de duelo. Siento el dolor de su esposo, ante la incertidumbre de la vida. Mantengo a menudo una velita encendida para sentirlos cerca a los dos.

 

Recuerdo mis días en el hospital, cuando Ignasi estaba entre dos mundos; la desesperación, con destellos de esperanza, hasta que poco a poco la realidad se impuso y el dolor empezó a envolverlo todo. La tristeza inmensa de volver a casa sin él, sin él para siempre…

 

Tarde años en poder decir en voz alta: “mi hijo ha muerto”. No podía asociar esa palabra con su nombre.

Cuando muere un ser muy querido, el caos, la incertidumbre acostumbra a inundarlo todo. Probablemente, nada de lo que considerábamos sólido nos sirve, solo es posible agarrarse al amor, es lo único que nos sostiene.

 

Por eso, a mi me gusta recordarme que vivir se trata simplemente de aprender a querer, estén presentes físicamente o no los seres amados. El amor siempre vuelve, tan solo hay que mantener el corazón abierto.

A TU AIRE, CON CARIÑO Y SIN COMPLEJOS

 

Probablemente has atravesado ya algunas grandes tormentas o quizá te encuentras sumergida en tu primer tsunami, sea como sea conoces el lado doloroso de la vida.

 

 

Sabes lo que es andar a ciegas, sin aliento, levantarte y acostarte con miedo, con la esperanza de que sea solo una pesadilla, en vez de una desgarradora realidad.

 

 

¿Qué vas a hacer con tantas emociones? Puedes intentar ignorarlas, pero no sirve. Lo he intentado y nunca lo he conseguido.

 

Te propongo que hables con tu parte sabia, con tus guías, con los ángeles, con esa parte sagrada que sostiene al universo entero… da igual el nombre. Cuando me veo en apuros, sin salida, yo les pido que me ayuden a ampliar la mirada. Y funciona.

 

Sé que cuesta ver el lado menos malo de la muerte, de la enfermedad, del miedo, pero en el más desolador desierto existe un manantial con agua.

 

Busca el lado que menos queme de la sartén y agárrate allí, tira de ese hilo. Puedes vivir aunque tengas pánico y, con paciencia, poco a poco liberarte de las cadenas de siglos de sufrimiento.

 

En ti existe un ser extraordinario, único, que decidió en su momento experimentar la vida. ¿Vas a impedirle que vaya a su aire?

 

Olvídate de la culpa que arrastramos, sujétate bien fuerte al cariño y recuerda que en un corazón amoroso y abierto hay espacio para todos nuestros muertos.

 

Aunque estés triste, no dejes solo al niño o la niña que vino a explorar la existencia. Canta, baila y ría con él o ella. No pienses mal de ti, no te critiques por intentar vivir en plenitud. Es lo que están esperando tus seres queridos de éste y del otro lado de la vida.

 

¿VAS A VIVIR AMORDAZADA?

 

Si tu historia te oprime hasta impedirte respirar, no te dejes vencer por lo que parece inamovible. No te estoy diciendo que olvides nada, al contrario. Lo que te sugiero es que envuelvas con amor tu dolor hasta derretirlo.

 

Has vivido experiencias duras, seguro, pero puedes narrarlas de mil formas distintas, no te quedes con una única versión. Sal del papel de perpetúa ofendida, no te quedes en el de enojada, ni en el de salvadora de nadie.

 

Eres un ser precioso, una Diosa, que experimenta la vida. Deshaz con cariño tus culpas, no te dejes enredar por lo que piensas de ti, seguramente tus creencias contienen mucho espanto.

 

 

Deja de darle vueltas a lo que hubiese podido ser y céntrate en agradecer lo que tienes, lo que eres, el cariño que te dan los demás. La gratitud deshace el temor.

 

Y si hoy te sientes aterrorizada, escucha a tu cuerpo, abraza los nudos y recuerda que el miedo es el camino hacia la luz.

 

Sácate la venda y observa la vida, no la juzgues, no tiene sentido. Está en su naturaleza ir a su aire, es imposible domesticarla.

 

 

 

 

CIERRA LOS OJOS Y SIENTE

 

Antes de la muerte de mi hijo yo era una especialista en rehuir las emociones. Asociaba, sin ser consciente de ello, el sentir con el dolor.

 

Y sí, es cierto, hay emociones que duelen, pero no conozco otra manera de trascenderlas que sintiéndolas. Parece una contradicción, ¿verdad?

 

La inteligencia emocional no es una asignatura que se de en la escuela, ni tampoco suele ser fácil adquirirla con el ejemplo familiar. Al contrario, en la mayoría de las casa se suelen ocultar, en realidad sin éxito, lo que se considera sentimientos negativos.

 

Por eso te propongo sentir, porqué sé que ahora conoces el desgarro de la peor de las ausencias y te mereces volver a la vida.

 

No te escondas en las mil corazas que llevamos encima. Aprovecha que estás en carne viva para notar la calidez de la brisa, el reconfortante calorcito del sol, el vigor del aire frío en la cara, la suavidad de las caricias…

 

Busca el sosiego del mar, la energía que desprenden los árboles, no pienses, tan solo sient

 

AMIGAS PARA SIEMPRE

Hay personas que nos acompañan con amor hasta que un buen día nuestras vidas se bifurcan y emprenden caminos distintos. Las echamos de menos, claro, pero ya no forman parte de nuestro día a día.

 

No me refiero a nuestros seres queridos muertos, sino a amigos, parejas o conocidos que siguen aquí, aunque desaparecen de nuestra cotidianidad.

 

Los vínculos de amor son eternos, no importa la presencia física del ser ausente para sentir en el corazón el gozo del ser amado, pero solo tu estarás siempre a tu lado.

 

Nacemos y morimos solos, aunque estemos acompañados. Por eso, porque hay muchas muertes en vida, muchas noches oscuras que preceden a nuestro propio renacimiento, es muy reconfortante convertirnos en nuestra mejor amiga.

 

A mi me parece que en cada una de nosotras hay una chispa divina, una mujer sabia que no nos reprocha nada, que nos acoge con amor, sin condiciones, cuando más falta nos hace.

 

Cuando estamos confundidas, asustadas y/o enfadas, cuando no nos gustamos nada, cuando solo queremos escondernos para siempre debajo de las sábanas, esa parte nuestra que solo ama es la que nos guía de nuevo a casa.

 

Confío a ciegas en mi parte sabia. No puede evitar que lo que tenga que suceder, suceda. Pero si aflojo mi ego y no la niego, tiene el don de serenarme, de mostrarme la parte amable. Y la reconfortante hablidad de hacerme sentir como en el cielo en sus brazos.

 

 

LA MAGIA DEL DESEO

Es muy probable que ahora nada te haga ilusión, que te de igual una cosa qué otra. Estás atravesando un gran duelo y bastante tienes con afrontar el día a día.

 

No te pido que hagas planes, sé lo agotador que es el dolor y lo difícil que resulta, a veces, que los demás entiendan que lo que antes te gustaba, ya no tiene encanto para ti.

 

Ya no eres la de antes, eso seguro, pero todavía no ha nacido la que serás más adelante. Mientras, tienes la oportunidad de elegir lo que quieres.

 

Imagínate que ya no tienes miedo de sentir. Estás viviendo, sin haberlo elegido, un dolor desgarrador, tienes todo el derecho de desear también experimentar el amor en estado puro.

 

Ahora sabes que nada es para siempre, que el presente es lo único que tienes y que tú puedes decidir qué actitud adoptas ante lo que te sucede.

 

Puedes verte como una víctima de la vida o como la co-creadora de tu realidad. Imagínate que eliges ser feliz, a pesar de todo. Eso requiere mucha valentía, pero a estas alturas tú ya sabes que eres valiente.

Si deseas ser feliz, tienes que aprender a quererte. Para eso vas a tener que dejar de culpar a los otros de tus penas. Nadie te dará nada que tú no tengas.

 

Imagínate que te respetas, que te valoras, que confías en ti. Busca en tu interior esa fuerza que sostiene el universo entero. Confía en ese “algo” más grande que te sostiene.

 

¿Quieres agradecer lo que has tenido o amargarte por lo que has perdido?

 

Si decides, a pesar de todo, volver a la vida tus seres queridos, vivos o muertos saltarán de alegría. Lo sabes, ¿verdad?

 

Si deseas ser feliz, puedes serlo, te lo mereces. Puedes ser feliz y estar triste, puedes ser feliz y sentir dolor, puedes sentir en tu corazón a todos los que te han precedido.

 

El universo conspira para cumplir tus deseos. No tengas miedo de entregarte, escucha a tu intuición, no estás sola, todas somos una.

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