LA VIDA ES UNA AVENTURA
Cuanto más intento controlar, más incómoda me siento. Eso lo he ido comprobando a lo largo de los años. El control, la preocupación y la impaciencia suelen llevarme a un estado de desasosiego que suele acabar en algún tipo de malestar físico. No conducen a nada valioso ni útil. En cambio, cuando dejo de programar, de desear que las cosas sean tal como me imagino que deberían ser, en vez de reinar el caos y la anarquía se crea en mí una agradable sensación de bienestar, un espacio más amplio de libertad, como si me quitara un peso de encima y abriera la posibilidad de amar, de divertirme, de sintonizar con la alegría, la paciencia, la calma…
Con la muerte de Ignasi aprendí que resistirme a lo que es, a lo que sucede, a lo que trae la marea incrementaba mi sufrimiento. Antes no sabía que aceptar y entregarme son la clave para dejar atrás las obsesiones, para evitar el cansancio, el desgaste que produce mantener una batalla constante con el mundo y, en definitiva, conmigo misma. La vida es una aventura, no un viaje programado y eso a veces nos da miedo, pero es lo que es. Por eso es mejor subirnos al carrusel de lo inesperado con los ojos limpios de expectativas, como cuando éramos niños. Si llovía poníamos la atención en lo divertido que era ir al colegio saltando en los charcos, si hacía viento notábamos su fuerza en la cara, nos dejábamos sorprender por las sacudidas que nos levantaban la ropa…
De mayores nos imaginamos que no podemos estar constantemente aquí y ahora porqué tenemos responsabilidades. A medida que nos hacemos mayores perdemos sabiduría porque la verdad es que sólo es posible vivir en el presente. Negociar constantemente con el futuro nos estresa, crea ansiedad y debilita nuestra eficacia y fortaleza. Y vivir anclados en el pasado va secando nuestro corazón y aleja a los que nos quieren. La vida está en el presente, en sentir cada instante, sin dar cuartel a los problemas que vislumbra por defecto la mente. Ya resolveremos lo que tengamos que resolver en su momento. Es mejor dejar de hacer planes, de querer estar siempre en otro sitio.
Querida Mercè Castro, me encanta leerte, pues encuentro un poco de paz para mi corazon y se que algun dia llegare a ver la vida y la muerte como lo haces.
En lo personal Ignasi nos ha llenado el corazon de esperanza, pues al ser tu inspiracion el actura por medio tuyo.
Dios te bendiga.
Gracias Ana por tus hermosas palabras. Estoy convencida de que con paciencia y ternura llegarás a ver la vida y la muerte con más amor. Un abrazo grande y tierno
Querida Mercè: Hoy quiero hacerte saber que no dejo de leer tus entradas en el blog. Que sigo estando ahí aunque no comente nada.
Participo bastante en una página que se llama Renacerás a la vida, y hace poco puse un escrito sobre el hecho de despedirse si se tiene la intención de no seguir entrando por los motivos que fuere.
Si estás compartiendo con más gente tus sentimientos y tus pensamientos, esa gente debe saber si sigues estando presente «virtualmente», y es por eso que te hago saber que sigo estando aquí y que te doy las gracias por no abandonar.
Querida Nati, gracias por ser y estar y felicidades por tu participación en «Renacerás a la vida», seguro que es muy útil tu labor. Un abrazo grande y tierno.