UNA HISTORIA CON FINAL FELIZ

He pasado muchas horas de mi vida mirando por los ventanales del comedor de mi casa, un tercer piso de un edificio situado en una esquina del Ensanche barcelonés, tocando al barrio de Gracia.  Por esas generosas ventanas entra un trozo grande de cielo y calle. Para mí es una bonita perspectiva urbana enmarcada por enormes árboles, que veo florecer desde hace treinta primaveras.

Cuando mis hijos eran pequeños, para distraerles, nos poníamos agazapados junto a una de las ventanas y jugábamos a ver quién veía primero circular un coche amarillo, rojo, o verde. El juego tenía múltiples variantes: contar taxis, perros, gente con o sin mochila…

Hoy, que es domingo y me he levantado tarde, he hecho lo que suelo hacer cuando no voy con prisas: desayunar mirando por la ventana y no sé cómo resumir en palabras la emoción que me ha producido la escena que he presenciado en una de las terracitas del edificio de enfrente.

 

En el piso de esa terraza, un tercero como el mío, vive una mujer sola ya muy mayor a la que hace mucho tiempo se le murió un hijo de unos 35 años y poco después el marido. Es una señora pequeñita, delgada, elegante, con mucha energía, a la que veo sacar desde siempre y cada día el polvo de las persianas, a primerísima hora de la mañana.

En mi vida he hablado solo unas 4 o 5 veces con ella, sin embargo, sin saber casi nada la una de la otra –como suele ocurrir en las grande ciudades-, es como si nos conociéramos mucho y durante estos breves encuentros siempre nos hemos mirado con cariño.

 

Pues bien, mientras yo desayunaba me he quedado ensimismada viéndola bajar con una manivela un toldo verde que tiene para proteger su casa del sol. Con sigilo, ha aparecido en la escena lo que yo interpreto como uno de sus nietos, un chico de unos trece o catorce años, alto -dos o tres palmos más que ella-, delgado, con cara de sueño y despeinado y la ha rodeado con sus brazos por detrás en un abrazo tan amoroso, natural, íntimo, familiar… y la sonrisa que se le ha dibujado en la cara a ella ha sido tan enternecedora, cómplice, dulce y bonita que a mi se me han cubierto los ojos de lágrimas. Ha durado un instante, los dos han entrado enseguida en casa. Pero si hubiera estado en el cine y hubiese aparecido después de esto la palabra FIN ningún espectador hubiese dudado de que la película tenía un final feliz. Hoy tengo la plena certeza de que la vida de esta mujer, con todos sus pesares, ha merecido la pena.

10 Responses to UNA HISTORIA CON FINAL FELIZ

  • Silvia dijo:

    Gracias por compartir ese momento que viviste… A mi también se me llenaron los ojos de lágrimas…

    Con instantes bellos como el que describes se tiene mucho… Es infinito lo que gratifica un abrazo amoroso…

    Me gusta y me ha hecho muy bien todo lo que escribes. Pero esto tan positivo y ese, tu apreciar pequeños detalles es precioso!!!

    Gracias nuevamente,

    Silvia

  • Mercè Castro dijo:

    Gracias a ti Silvia y un abrazo grande

  • Carmen de Valencia. dijo:

    Mercè me ha emocionado mucho, muchas gracias por haberlo compartido, me ha gustado mucho. Un abrazo muy muy fuerte de corazón a corazón.

  • Mercè Castro dijo:

    Carmen bonita, que ilusión recibir noticias tuyas.
    Un abrazo grande, grande

  • Mercè Castro dijo:

    Pilar Gorricho.14 de mayo de 2012 10:47

    Hola Merce.He leido su libro y la verdad que me maravilla el modo en que lleva y concibe la perdida del hijo.Yo, perdía mi única hija de treinta años de edad en agosto del año pasado.El dia 18 hará nueve meses.En ocasiones me aplasta la rabía, y esta montaña rusa de sentimientos y de dolor en estado puro he intentado plasmarla en versos ( yo escribo poemas) que supuran dolor por los cuatro costados.Le invito a visitar si lo desea mi blog.pilargorrichodelcastillo.blogspot.com/ «Girasoles de asfalto».
    Como le digo, su libro me abre las puertas a ese renacer que espero, pero que se desvanece en demasiadas ocasiones.Estoy separada, y la soledad en estos casos no es buena consejera.Pero saldré airosa.Eso espero.Su historia de este domingo es conmovedora y me emociona ver, como las cosas pequeñas siguen estando a la orden del día.Gracias por todo Merce, a ti, y a Ignasi, precursor de todo esto.Besos de todo corazón.

  • Mercè Castro dijo:

    Hola Pilar, un placer recibir noticias tuyas.
    Nueve meses es casi nada para un duelo tan grande.
    No tengo ninguna duda de que saldrás airosa. La verdad es que no tenemos muchas alternativa: o salimos reforzadas o morimos en vida. Tu no vas a morir en vida, aunque tengas días tan malos que te lo parezca.
    Un abrazo muy cariñoso

  • Hola, Mercè

    La vida nos suele sorprender con bonitos regalos como el que acabas de compartir. He sentido ese abrazo como si lo hubiera recibo yo misma, como si fuera para mi. Es bonito ver qué el amor surge en cualquier momento, un abrazo, una mirada, una caricia, una palabra, ser partícipe de una escena como ésta.

    Mil gracias por ese abrazo compartido.

    Besotes.

  • David dijo:

    Preciosa historia Mercè !!!!

    La suma de estos pequeños momentos mágicos son los que hacen que la vida sea una maravilla.

    Un gran abrazo.

  • Mercè Castro dijo:

    María Eugenia, un beso y un abrazo grande y millones de gracias por estar aquí.

  • Mercè Castro dijo:

    David, es una maravilla que el azar nos haya conectado.
    Un abrazo grande

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