PERSEGUIR LA FELICIDAD
Leyendo un libro de Alice Munro, “Mi vida querida”, me encuentro con esta frase:
“La cuestión es ser feliz. A toda costa. Inténtalo. Se puede. Y luego cada vez resulta más fácil. No tiene nada que ver con las circunstancias. No te imaginas hasta qué punto funciona. Se aceptan las cosas y la tragedia desaparece. O pesa menos, en cualquier caso, y de pronto descubres que estás en paz con el mundo”.
Al principio del duelo perseguir la felicidad suena a misión imposible… la ausencia duele tanto! Pero resistirse a ser infeliz parece ser el camino, el que conduce con mayor seguridad al final del túnel. A las personas que han sobrevivido a grandes tragedias, sin quedar atrapadas en el resentimiento y el dolor, se las ve felices y suelen transmitir una agradable sensación de paz y serenidad.
¿Pero cómo se persigue la felicidad o se deja atrás la infelicidad? A mi me parece que si procuramos trascender los condicionamientos culturales que parecen abocarnos irremediablemente al sufrimiento –arrastramos siglos de culpa y sufrimiento-, escuchamos con sinceridad a nuestro corazón, y tenemos la esperanza de conseguirlo descubriremos la manera, cada uno encuentra la suya, la que le va mejor. No existe una receta estándar, porqué somos distintos y no tenemos que aprender lo mismo. Aunque sí estoy segura de que hacer las cosas con amor y crear pensamientos amorosos acerca de nosotros y los demás funciona, va bien para todos, nos proporciona una agradable sensación de bienestar.
En cambio, cuando nos enredamos a juzgarnos a nosotros y a los demás nos sentimos inquietos, desanimados, con desasosiego. También la queja constante reduce -y mucho- nuestra energía y nos impide pasar a la acción y conseguir lo que deseamos. Si nos escuchamos, si dejamos un espacio al silencio para ser conscientes de lo que sentimos y de lo que pensamos vamos encontrando nuestro propio camino, el que nos conduce a perseguir la felicidad.
Deja un comentario