NOS UNE EL AMOR

 

 

Aquella entrañable Navidad del 98 yo no sabía que era la última que pasaría con mi hijo Ignasi, tampoco que el verano del 2019 sería el último que Lluís y yo estaríamos en Menorca, compartiendo la deliciosa sombra de la morera del patio, las primeras horas del día en el mar, las largas siestas… Su enfermedad y su muerte, en febrero del 21, me han llevado de nuevo a otra realidad.

 

Sí, hay un antes y un después tras la muerte de seres muy queridos, mucho dolor, rabia y tristeza, pero también es agradable constatar que el hilo de amor que nos unía sigue intacto. Mi hijo y mi esposo forman parte de mi, así lo siento. Como si, al irse, algo de su bondad, su fuerza y su sentido del humor hubieran quedado impregnados en mi ADN.

 

Cuando pienso en ellos, siento como florece en mi interior la ternura. Ese cariño lo puedo ofrecer a todo lo que me rodea. Amar es una opción, una forma de vida, una buena inversión. El amor no se desgasta, al contrario, cuánto más damos más recibimos.

 

En los días claros, mágicos, todas/os hemos experimentado la agradable sensación de hacer las cosas con mimo, con suavidad, con amor. No es lo mismo ir a comprar, fregar los platos o cocinar con desgana que con cariño, ¿verdad?

 

Por eso, porqué no sabemos si este será el último verano, vale la pena saborearlo, vivir un día a la vez, convertir lo sencillo en extraordinario. Sentir gratitud, regalar palabras dulces, abrazar a los nuestros y mecer en nuestro corazón a los seres queridos muertos.

 

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