DESAFÍOS DE AMOR

peto-trenQuizá porqué se acerca Navidad y la nostalgia llama a muchas puertas siento la necesidad de ampliar la mirada, de crear amor con cada pensamiento, con cada palabra, en vez de dejarme llevar por la inercia de las apariencias, de las suposiciones, del bullicio de las críticas, de las prisas de las compras, de las celebraciones en mesas llenas de desencuentros.

Las fechas señaladas son desafíos de amor y requieren las mejores galas del alma. La dulzura de una palabra cariñosa, el calor de un abrazo, el silencio que acompaña, la honestidad que reflejan los ojos que no juzgan nada. De esos desafíos, si nos permitimos sentir lo que sentimos, suelen nacer historias preciosas, momentos sublimes, mágicos.

 

Dicen que en cada desierto se esconde un manantial. ¿Pero cómo encontrarlo si el dolor de las ausencias nos paraliza? Parece ser que no hay atajos y, como en las peores pesadillas, el manantial se aleja cuando más nos obsesiona alcanzarlo. En cambio, si nos rendimos con compasión al dolor, a la tristeza, a la ira, al miedo sin alimentarlos se produce el milagro.

Como los príncipes de los cuentos es preciso antes de conseguir el tesoro enfrentarnos a nuestros monstruos. Lo que nunca nos han contado es que para vencerles necesitamos amabilidad, ternura y paciencia, en vez de espada o cañones. La letra de la que hablamos con sangre, por fuerza, no entra, al fin y al cabo esos miedos nos pertenecen, llevan, quizá, en nuestro interior o incluso en nuestra propia familia generaciones.

 

HOME EL DESSERTTal vez solo están pidiendo a gritos que los escuchemos, que abandonemos la creencia de que no podemos pasar de pantalla, saltar al vacío y sentir, sin más, que estamos vivos, aunque tengamos miedo. Ese es uno de los desafíos de amor a los que nos enfrenta el duelo: a vivir lo que sea, con el corazón abierto. A no renunciar, aunque duela.

 

Son días duros los que se avecinan, lo sé. He pasado muchas navidades en el infierno sin querer salir de la cama para huir de todo, con una piedra inmensa en la boca del estómago. Pero también sé que si me he levantado ha sido porqué el amor es más fuerte que el miedo, lo puede todo. En realidad es sencillo, simplemente hay que vivir el momento, segundo a segundo, contemplando como entra y sale el aire de nuestro cuerpo, cada vez que la mente se empeñe en viajar en el tiempo.

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