ESCUCHA EL SILENCIO
El ajetreo del día a día, a menudo, nos confunde. Hay tanta información, tantas prisas, tanto ruido en nuestras vidas, ¿verdad?
Es fácil quedar atrapados en un diálogo de sordos, en el que impera la queja, la crítica, el desaire…Y Así, intentando echar pelotas fuera, inquietos, quedamos anclados.
A mi me parece que no es posible despertar de la vorágine de los desencuentros, con los demás y con uno mismo, sin recogimiento.
Parar y escuchar al cuerpo, sin hacer nada, hasta poder oír al alma es, a mi entender, el paso necesario para vivir un gran cambio. Lo nuevo surge del impulso que sale de dentro, de una determinación íntima y silenciosa.
Para renacer es buena la calma que acompaña al silencio, salir de nuestra historia y contemplarla, con sigilo y cariño, de lejos. No siempre lo conseguiremos, pero siempre podemos volver a intentarlo.
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