EN NUESTRO CORAZÓN MANDAMOS NOSOTROS
En mi país adelantaron ayer una hora el reloj. Estamos en otoño y, simbólicamente, el cambio horario es como el pistoletazo de salida de la hibernación, del recogimiento. Los días a partir de ahora son más cortos, la luz más rosada, menos contrastada, quizá más nostálgica. En este hemisferio la naturaleza ha empezado a extender un manto de letargo y, con suavidad, nos empuja a mirar en nuestro interior, a entrar en nosotros mismos. Es un buen momento para sentarnos sin prisas y reescribir nuestra vida. Cada día tenemos la oportunidad de crear nuestro futuro. Tal vez hasta hora el argumento es triste y desgarrado. Pues bien, vamos a introducir escenas alegres en nuestro día a día. Entre una nube de dolor y otra, aunque el rayo de sol dure un instante, hay tiempo suficiente para los abrazos, para dejarnos mimar y acariciar a los que queremos, para mirar con dulzura a nuestros hijos, tener un pensamiento cariñoso para las personas que amamos, preparar a los nuestros su comida favorita, disfrutar de una cena con velitas… Con la profunda convicción de que crear amor, belleza y armonía, en vez de empañar, amplifica el amor que sentimos por los que se han ido. Ellos viven en nosotros porque todos somos Uno y hacer de nuestra vida un lugar agradable, crear escenas bonitas que reconforten su alma es nuestro mejor regalo.
El tiempo acompaña y el teatro de la vida esta lleno, no importa que estemos tristes, tenemos la fuerza suficiente para representar una obra amorosa. Al principio del duelo, como ocurre en los primeros ensayos, nos sentiremos inseguros, torpes, angustiados… No hay que dejarse llevar por el desaliento aunque desfallezcamos. Con perseverancia, la obra irá cogiendo cuerpo y al final habrá valido la pena el esfuerzo. Cada alma que trasciende su dolor enciende una vela de amor que ilumina el camino que tarde o temprano, por un motivo u otro, tenemos que recorrer todos.
Tenemos el poder de reescribir nuestra vida, no demos la culpa a los demás de lo que sentimos, en nuestro corazón mandamos nosotros, aunque nos de miedo admitirlo.
A mí el otoño simpre me ha producido nostalgia, pero me gustaba mucho, las frias noches, cuando estabamos en casa la familia completa en las frias noches de otoño e invierno en Castilla, además el mes de octubre tenía la celebración del cumpleaños de mi madre, y más importante, el cumpleaños de mi hijo Alvaro el 29 de otubre, que este año cumplió 19 años, los más bonitos de mi niño, pero se fue el día 20 del mes de octubre con 15 años, cuando le quedaban nueve días para los 16, como cambia la vida, tenemos que seguir aquí pero con un vacio muy grande, no se llena tan facilmente con nada, aunque pase el tiempo todo lo que se hace a lo largo del día me recuerda a ese hijo.
Besos para todos. Mirella
Mirella bonita octubre es un mes complicado para ti y es fácil caer en el desánimo, pero no olvides que todo pasa. A nuestros hijos los vamos a recordar siempre. Ellos tienen un lugar claro y sagrado en nuestros corazones, pero el vacío del que hablas sí es posible llenarlo con amor. El amor suma, nunca resta. El sufrimiento no sirve para nada. Hay que dajarlo ir para que pueda entrar en nuestras vidas la serenidad y el amor.