ENCUENTROS SAGRADOS
El «in-yeon» es una palabra coreana que alude a la importancia de la conexión entre dos seres humanos. Según la religión budista, si dos personas interactúan, aunque sea por poco tiempo, sus vidas pueden estar interconectadas eternamente.
Es posible que ese encuentro, esa conexión impactante, aunque sea breve, active las memorias emocionales de lo que unió a esos dos seres en otros mundos. De eso, de las relaciones intensas que nos acompañan siempre trata la película «Vidas pasadas», de la directora Celine Song, que fui a ver el domingo.
Salí del cine con una sonrisa en la cara. La historia es una historia de amor que empieza lenta y, a medida que gana fuerza, te cautiva. O eso es lo que me pasó a mí.
Esos encuentros sagrados, que dejan una huella imborrable, contienen vivencias pasadas o futuras. El tiempo, dicen, no es lineal y algunos afirman que existen infinidad de universos paralelos.
Esa forma de ver la existencia me seduce. Todos los que hemos vivido un gran duelo sabemos que una vez atravesado el dolor el AMOR perdura, es infinito.
A mi me parece que ni una gota de amor se pierde en el Universo. Cada mirada de ternura que cruzamos con alguien se convierte en una semilla de amor, que florecerá tarde o temprano.
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