MI MEJOR OFRENDA
Sé que la palabra alegría quizá ahora te ofenda. Estás rota, lo sé. Estás atravesando lo peor y tu dolor se suma a tus viejos temores, a todos los gritos ahogados durante milenios.
Llevamos tan adentro lo de parir con dolor que, de alguna manera, nos sentimos cómodas con el sufrimiento. Y ahora corres el riesgo de quedarte atrapada.
La verdad es que no tienes muchas opciones. Has tocado fondo, puedes quedarte ahí y ver como se apaga tu luz o ir resurgiendo, a tu ritmo, con altos y bajos, claro, pero con la creencia nueva de que se puede ser creadora en la alegría.
No traicionas a nadie, al contrario, alumbras un camino de ternura, rompes las amarras, abres las ventanas y dejas entrar la vida, das un gran paso, envuelta en la mirada de orgullo y admiración de tus ancestros.
Por supuesto que podemos llorar tanto como necesitemos la muerte de los nuestros. A mi todavía me sienta bien hacerlo, a pesar de los años, pero eso no me quita la certeza de que la alegría y el cariño que siento por la vida es, para ellos, mi mejor ofrenda.
Me imagino… no, en realidad SIENTO su aliento en el alma, su alegría inmensa cuando estoy contenta.
Maria Merce Castro Puig
LIBROS:
«VOLVER A VIVIR»
«PALABRAS QUE CONSUELAN»
«DULCES DESTELLOS DE LUZ
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