UN CAMINO CON MUCHOS REGALOS

nen-caminatA mi me parece que cuando atravesamos un gran duelo en el camino vamos dejando el peso de nuestra historia, de nuestros desencuentros, de incontables luchas, la rabia y el dolor de muchas heridas que venimos arrastrando desde antes, desde antiguo, tal vez desde que el mundo es mundo.

Sí creo que existe esta posibilidad de liberación porque el dolor de la muerte de lo inmensamente amado nos deja tan extenuados, tan rendidos que no nos quedan fuerzas para seguir manteniendo lo viejo, lo que fingíamos, lo que nos gustaba ser, lo que pensábamos que éramos.

 

 

Soltar es una hermosa posibilidad, existen otras como mantenerse aferrado al odio y alimentarlo prestando atención a todas y cada una de las terribles injusticias. El miedo es tan humano, es tan normal sentirlo, nos resulta tan natural a menudo verlo todo negro.

 

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Si es así como te encuentras ahora; destrozado, asustado, perdido, muerto en vida, siéntelo, no pasa nada, llora, grita, es lo que es, estas de duelo. Solo con reconocerlo ya parece, quizá, un poco más llevadero, ¿verdad?

 

Cuando nos entregamos a lo que hay, sin reservas, cuando nos damos cuenta que no sabemos por dónde tirar, que nada es como nos parecía que era, surge el impulso de soltar, de aflojar amarras, de entregarse a la vida, a algo más grande, al amor en definitiva.

 

A partir de ahí, sin tanto peso, es más fácil vislumbrar nuevas realidades, distintos comienzos. Ya no exigimos, más bien agradecemos poder levantarnos, salir a la calle, notar la brisa en la cara, el sol, la lluvia, el viento… Empezamos a encontrar agradable lo que tenemos, lo que somos, lo que el día a día nos trae. Ya no hay ansia por perseguir nada. Y cuando volvemos a caer nos cuesta menos levantarnos.

 

 

Después de infinidad de vaivenes descubrimos que el interruptor que enciende la luz es el amor que no exige nada. ¡Qué gran descubrimiento! Da igual dónde estén nuestros seres queridos muertos, percibimos su amor, es inmenso! ¡Qué alivio!

 

 

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Pretender que las cosas y las personas sean como a nosotros nos gustaría que fueran es irreal y muy complicado. Mucho más reconfortante y fácil es querer sin más, sin expectativas, sin imposiciones. Ese amor no tiene trabas, es ilimitado y siempre nos devuelve más de lo que damos.

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