EL VIENTO DE LA VIDA

 

Ahora, que estás herida, tal vez no encuentres a nada sentido. Podrías dejar pasar los años, resignarte a una existencia amarga, solitaria y vacía. Es una opción.

 

Sin embargo, te propongo explorar otros caminos. En ningún momento te pido que dejes de estar triste, tienes todo el derecho a llorar tu pérdida. Las lágrimas son tan sanadoras!

 

Date tiempo para sentir sin reservas tu duelo, para gestar un nuevo comienzo, llevando en tu corazón a todos tus seres queridos vivos o muertos.

 

No se trata de olvidar, sino de acoger tus miedos, con dulzura, y volver a encender el fuego sagrado que impulsa la vida y sostiene al Universo entero.

No sabemos cuando va a ser nuestro último aliento, por eso este momento es único y encierra la posibilidad de amar, de crear armonía, de perdonar.

 

El dolor es parte de la vida y suele dejarnos tiritando en la cuneta, pero más allá del dolor brilla la llama de tu hoguera. Esa que te arropa, que te susurra que salgas de la cama cuando no puedes ni con tu alma.

 

Puedes resignarte y morir con mil corazas y el corazón cerrado o abrir de par en par las ventanas y entregarte con gratitud al viento, a veces soplará una brisa cálida, otras, un viento helado. Tal vez, vivir es esto, aprender a aceptar los cambios.

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